La natación se aprende y perfecciona dentro del agua; los idiomas, dentro de la conversación.
Imaginemos que quieres aprender a nadar y te inscribes en una escuela de natación en dónde tu instructor te da un manual con el paso a paso para aprender a nadar. Te dice que memorices todo, inclusive te ayuda a hacerlo y hasta te muestra de manera gráfica cómo debes colocar tus brazos, piernas, torso, etc. Cuando terminas tu curso no sólo sabes “al derecho y al revés” el manual, sino también, todos los términos usados en la natación. Te sientes todo un experto.
Y ahora, llega el momento de meterse a la alberca por primera vez; sí, en éste peculiar curso nunca te has metido al agua, todo ha sido teoría pero ¡bah! qué más da, no habrá problema, o al menos eso te dijo tu instructor quién, por cierto, no estará contigo (ni con tus otros 10 o 15 compañeros) porque eso no forma parte de su método de enseñanza.
Cuando llegues a la orilla de la alberca pasarán dos cosas:
1.- Te avientas de golpe y tu primer descubrimiento será que no puedes flotar y de manera inexplicable empiezas a hundirte y te estás ahogando. La desesperación hará que manotees hasta que sientas la orilla de la alberca y logres salir totalmente aterrado.
2.- Utilizas la escalera y te irás metiendo poco a poco aunque esto te llevará una gran cantidad de tiempo. Conforme vas entrando lo primero que sientes es la presión del agua (¡ouch! esto no venía en el manual) Ahora tratas de hacer tus primeras brazadas y de repente descubres que por más que tratas de flotar no puedes hacerlo. Terminas saliendo de la alberca sin poder explicarte en dónde estuvo la falla y con una sensación horrible porqué tragaste muchísima agua.
En ambos casos la frustración será enorme y el miedo a volverlo a intentar también.
Bueno, pues eso mismo te puede pasar cuando aprendes un nuevo idioma. La mayoría de mis alumnos han llegado a mi con bastante conocimiento gramatical pero cero práctica real, y subrayo la palabra real porque repetir una y otra vez palabras u oraciones con compañeros que tienen tu mismo nivel (o menos) y que nunca han conversado con nativos hablantes de ese idioma en una situación cotidiana, no tiene nada que ver con la realidad. Tenlo por seguro.
Mis estudiantes son personas increíblemente talentosas, pero que han tenido catastróficas experiencias a la hora de intentar hablar en el nuevo idioma y ésto trajo como consecuencia que no pasaran la entrevista de trabajo, que no hayan logrado la certificación o que no cerraran un buen trato con alguien del extranjero.
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En mi relato comparé el aprender a nadar con poder conversar en otro idioma por qué desde mi punto de vista, son dos de los miedos más difíciles de vencer sobre todo cuando:
- Los aprendes en tu edad adulta
- En la práctica todo salió mal
También he descubierto que esta situación se da en todas las sociedades. Yo he tenido alumnos de todo el #mundo y el origen del problema es el mismo: La falta de #confianza . Así que, mi misión es darles las herramientas suficientes para adquirirla o recuperarla y que de ésta manera logren #desbloquear lo que les impide poder hablar.
Tengo la enorme satisfacción de poder decir que todos y cada uno de mis #alumnos han superado el reto que implica hablar un #idiomaextranjero.
Considero que el formato de #sesionesindividuales ha sido parte importante para el éxito de mi método, sólo así puedo trabajar de forma personalizada con cada uno de ellos para resolver su situación particular; así como estar enfocada en un solo alumno a la vez. Mi apuesta es por la efectividad. También, que yo establezco un lazo especial con todos ellos de tal forma que pueden acudir a mi cuando no se sientan seguros de poder lograr esa entrevista de trabajo o negociación.
¿Cómo fue tu experiencia la primera vez que hablaste en otro idioma con una persona del extranjero? Comparte conmigo ese recuerdo.