La odisea diplomática y artística de la instalación del busto de Juan Pablo Duarte en la Unión Panamericana

La odisea diplomática y artística de la instalación del busto de Juan Pablo Duarte en la Unión Panamericana


El Origen de una Idea: La Construcción de la Sede de la Unión Panamericana y su Estilo Arquitectónico

En el corazón de Washington, D.C., se erige un monumento a la unidad continental que no solo celebra la cooperación diplomática, sino que encarna el sueño de un continente hermanado por la paz y el desarrollo. La historia de la instalación del busto de Juan Pablo Duarte en esta icónica sede de la Unión Panamericana (hoy la Organización de los Estados Americanos, OEA) encuentra sus raíces en un momento de visión y esperanza a inicios del siglo XX, cuando las naciones de América buscaban un espacio para fortalecer sus lazos de solidaridad.

Fue el 11 de mayo de 1908 cuando comenzó la construcción de este majestuoso edificio, cuya piedra angular simbolizaba mucho más que un mero proyecto arquitectónico. Este espacio, inaugurado el 26 de abril de 1910, fue concebido como un “templo de la paz internacional y la buena voluntad”, en palabras de su visionario Director General, John Barrett. Gracias al generoso aporte de Andrew Carnegie, esta edificación se erigió como un faro de esperanza, un santuario donde las repúblicas del continente pudieran dialogar y construir un futuro compartido.

Los arquitectos Albert Kelsey y Paul P. Crét, con maestría e ingenio, fusionaron el estilo Renacentista clásico con matices coloniales latinoamericanos para dar vida a un diseño que capturara el espíritu de hermandad de las Américas. No fue una mera elección estilística, sino un acto simbólico: las líneas elegantes y los detalles arquitectónicos reflejaban la riqueza cultural y la unidad en la diversidad de nuestras naciones. El patio central, inspirado en las tradicionales casas coloniales, no solo ofrecía un ambiente de acogida, sino que simbolizaba el corazón palpitante de un continente unido en su diversidad, donde los héroes y próceres de todas las naciones encontraban su espacio de honor.

En este contexto de sueños compartidos y compromisos renovados, la idea de instalar un busto de Juan Pablo Duarte en la Galería de los Héroes tomó forma, marcando el inicio de un esfuerzo diplomático que duraría más de una década. Este acto no sería simplemente una adición artística, sino una afirmación del lugar de la República Dominicana en el panteón de los luchadores por la libertad y la justicia en el continente americano.

La propuesta para un busto dominicano en la Galería de los Héroes (1909–1910)

Antes de la inauguración de la nueva sede, la Unión Panamericana propuso a sus estados miembros la donación de bustos de sus héroes nacionales que lucharon por la independencia y la libertad para adornar la Galería de los Héroes. El 16 de agosto de 1909, el Director General de la Unión Panamericana envió una invitación oficial a la delegación dominicana para que donara un busto de un héroe nacional, especificando que debía ser de mármol blanco y no exceder una altura de 76 centímetros, incluyendo el pedestal.

La elección fue clara para la República Dominicana: Juan Pablo Duarte, fundador de la nación y símbolo de su independencia. No obstante, llevar adelante el proyecto enfrentó retos logísticos y financieros desde el principio.

Las Primeras Gestiones Diplomáticas bajo Emilio C. Joubert y Francisco J. Peynado (1910–1914)

República Dominicana, deseosa de rendir tributo a nuestro héroe nacional Juan Pablo Duarte, comenzó las gestiones para colocar un busto en este prestigioso espacio. Sin embargo, las complejidades políticas y financieras, junto con las dificultades administrativas, prolongaron este esfuerzo durante más de una década.

El inicio de las gestiones: Emilio Joubert (1910–1912)

En 1910, bajo la dirección del Ministro Plenipotenciario dominicano en Washington, Emilio C. Joubert, se realizaron los primeros intentos para que la República Dominicana tuviera su representación en la galería. El 4 de marzo de 1910 Joubert recibió la instrucción del canciller Emiliano Tejera de informar que República Dominicana escogía a Duarte para "el busto destinado al foyer de las estatuas del nuevo edificio" e inmediatamente informó a la Unión Panamericana que haría modelar el busto a fin de que pudiera exhibirse el día de la inauguración del edificio.

Eventualmente fue evidente que sería imposible tener listo el busto de mármol para la fecha establecida, por lo que Joubert solicitó autorización para provisionalmente hacer un busto en yeso y remitió los presupuestos de los artistas que identificó en Nueva York. El el 17 de mayo de 1910 Joubert pagó $250.00 por el pedestal de mármol rojo de Languedoc para el busto. 

Uno de los principales desafíos fue la obtención de un retrato fidedigno de Duarte, necesario para modelar el busto. En una comunicación del 5 de septiembre de 1910, Joubert informó al Secretario de Estado dominicano que había conseguido un retrato de Duarte gracias a la generosidad de la familia Duarte Level en Caracas. Este retrato sería utilizado como base para la creación del busto, y Joubert contrató a la firma Frame & Co. de Nueva York para realizar una copia, solicitando al Ministerio de Hacienda la autorización para un pago de $43.00.

A pesar de estos avances iniciales, las gestiones lideradas por Joubert enfrentaron múltiples obstáculos debido a la falta de fondos y la inestabilidad política en República Dominicana. Estas dificultades ralentizaron considerablemente el proyecto, dejando muchos aspectos administrativos sin resolver.

Transición en las gestiones: Francisco J. Peynado asume el liderazgo (1912–1913)

En 1912, Francisco J. Peynado asumió el cargo de Ministro Plenipotenciario en Washington, sucediendo a Joubert en un momento en que el proyecto del busto de Duarte se encontraba en un punto muerto. El 6 de marzo de 1912 John Barrett, Director de la Unión Panamericana escribió a Peynado:

"Tengo el honor de referirme a… V.E. para rogarle que, si se lo tiene a bien, se interese con el Gobierno de su país a fin de que envíe el busto del héroe dominicano cuya memoria desea honrar, y que ha ofrecido para mayor dignidad, y ornato del Palacio Panamericano. El pedestal de mármol rojo de Languedoc, que ha de servir de base a dicho busto, está en su lugar desde hace más de un año, y aparece desairado al lado de los ofrecidos por Cuba y Haití, ambas república de las Antillas, que ostentan los bustos de Martí y de Dessalines."

Peynado, reconocido por su habilidad diplomática y su capacidad para gestionar situaciones complejas, reactivó los esfuerzos para asegurar la instalación del busto en la Galería de los Héroes. En ese orden, el 10 de marzo de 1912 informó al Director de la Unión Panamericana:

"A juzgar por las excelentes disposiciones del Señor Presidente (Eladio Victoria), esa breve cuestión será resuelta favorablemente enseguida…. se manifestó dispuesto a que la simpática consagración del magno prócer dominicano en la Unión Panamericana se efectuase cuanto antes. Transcribo, pues, muy complacido su atenta carta a mi Gobierno y me propongo influir en que lo más pronto posible se rinda aquel tributo."

Peynado evaluó el progreso realizado y coordinó las acciones necesarias para completar el encargo. Inicialmente hizo contacto con la firma Daprato Statuary de Nueva York, pero los costos resultaban exhorbitantes. Tras un análisis detallado y una conversación con el Presidente Victoria, Peynado concluyó que la mejor opción era seleccionar a un artista dominicano para realizar el busto, de modo que la obra reflejara fielmente la identidad nacional y el espíritu del pueblo dominicano. 

La Creación del Busto y los Desafíos Financieros (1913–1916)

1. La Selección de Abelardo Rodríguez Urdaneta: Un compromiso patriótico (1913)

La propuesta de seleccionar al escultor dominicano Abelardo Rodríguez Urdaneta fue una idea sugerida por el expresidente Eladio Victoria, quien, reconociendo la excelencia y la reputación del artista, recomendó su nombre al Ministro Plenipotenciario Francisco J. Peynado.

Peynado, quien comprendía el valor simbólico de esta obra para la representación del país, respaldó la propuesta con entusiasmo. El proyecto fue aprobado por el Canciller Manuel A. Machado, quien emitió la autorización formal para que Rodríguez Urdaneta iniciara su trabajo en 1913. La elección de un artista dominicano no solo garantizaba la autenticidad y calidad de la obra, sino que también proyectaba el talento local en un escenario internacional, reafirmando la identidad cultural de la nación.

El acuerdo inicial estipulaba que Rodríguez Urdaneta realizaría un busto en yeso por la suma de quinientos pesos oro, una cantidad significativa en esa época. El contrato cubría exclusivamente el modelado en yeso, con la idea de que posteriormente sería tallado en mármol en Estados Unidos. El escultor se comprometió a esculpir un busto que capturara la esencia del “Duarte joven”, una imagen idealista que simbolizara la pasión por la libertad e independencia que había caracterizado la vida del prócer.

2. Las Dificultades Financieras y la Carta de Rodríguez Urdaneta (1913)

Desde el inicio del proyecto, Rodríguez Urdaneta mostró un compromiso incansable, consultando documentos históricos y utilizando los pocos retratos existentes para asegurar la fidelidad de su obra. Sin embargo, el proyecto pronto enfrentó obstáculos financieros. En marzo de 1913, el artista completó el modelo en yeso, pero se encontró con dificultades para cubrir los costos crecientes de los materiales. En una carta al Secretario de Relaciones Exteriores, el escultor enfatizó:

“Los costos han excedido considerablemente lo presupuestado debido a la calidad del material requerido y al tiempo invertido para lograr una obra digna del legado de Duarte”.

A pesar de los esfuerzos de Peynado para gestionar los fondos, la burocracia y la falta de liquidez del gobierno complicaron la situación. En una carta fechada el 14 de junio de 1913, Rodríguez Urdaneta expresó su frustración:

“No sólo se trata de una obra que resulta a completa satisfacción, sino que se me aseguró que sería pagada al contado… No obstante el derecho que tendría para ello, aceptaría la forma de pago siguiente: la mitad de la suma ahora, y la otra mitad dentro de un mes a contar desde esta fecha.”

Rodríguez Urdaneta también resaltó que la falta de pago estaba afectando su honor como artista, y la ausencia del busto en la galería era un motivo de vergüenza para la República Dominicana, ya que otros países habían cumplido con sus compromisos.



3. Compromisos Incumplidos

El incumplimiento del gobierno dominicano no solo deterioró la relación con un artista destacado, sino que también afectó su imagen en el ámbito internacional. A pesar de las múltiples gestiones de Peynado para asegurar los fondos, la inestabilidad política interna y las dificultades económicas agravadas por la inminente ocupación militar estadounidense en 1916 paralizaron el proyecto.

Del período inmediatamente previo a la ocupación solo he encontrado dos comunicaciones oficiales fechadas 13 de enero y 9 de marzo de 1916 donde el Secretario de Interior solicita al Presidente del Senado de la República "el proveimiento de la suma de $300 para que sea vaciada en bronce a la mayor brevedad posible la egregia efigie del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte"… "el cual deberá entregarse a la Unión Panamericana de Washington."

Durante la ocupación, que se extendió hasta 1924, la atención de los dominicanos se desvió hacia el desafío interno, dejando en suspenso proyectos culturales como el del busto de Duarte. No fue sino hasta la restauración de la soberanía nacional que el proyecto se reactivó con renovado vigor.

La Reactivación del Proyecto bajo la Dirección de José del Carmen Ariza y el Apoyo de Horacio Vásquez (1925)

Con el regreso de la soberanía dominicana en 1924 bajo el gobierno de Horacio Vásquez, el proyecto del busto de Juan Pablo Duarte, que había quedado en pausa, volvió a ocupar un lugar prioritario. El Ministro Plenipotenciario José del Carmen Ariza asumió con renovado entusiasmo la responsabilidad de culminar este homenaje tan esperado. La reactivación del proyecto no solo simbolizaba un reconocimiento al padre de la patria, sino también un renovado sentido de orgullo y autodeterminación para República Dominicana.

1. La búsqueda de un escultor y las primeras gestiones

Desde el principio, Ariza mostró un enfoque meticuloso. Tras evaluar el estado del molde en yeso que había sido creado años antes por el artista dominicano Rodríguez Urdaneta, el ministro se embarcó en la tarea de encontrar al escultor adecuado que pudiera transformar este modelo en una majestuosa pieza en mármol. Diversos escultores fueron considerados para llevar a cabo el trabajo, incluyendo nombres reconocidos en el ámbito artístico de la época. Sin embargo, los costos elevados y los plazos prolongados que algunos proponían dificultaron la selección.

En una carta fechada el 12 de marzo de 1925, Robert A. Baillie, uno de los escultores considerados, señaló que no podría completar el trabajo antes de julio debido a compromisos previos. Además, su cotización era una cifra considerablemente alta para el presupuesto destinado al proyecto. Otro escultor recomendado, Moses W. Dykaar, fue igualmente descartado por los altos costos que implicaba su propuesta.

2. La elección de Amadeo Merli y el desafío del mármol Seravezza

Finalmente, tras varios intentos y extensas correspondencias, José del Carmen Ariza contactó al renombrado escultor italoamericano Amadeo Merli, cuya habilidad en el tallado de mármol era ampliamente reconocida en Nueva York. Merli aceptó el encargo con entusiasmo, presentando una cotización de $675 dólares para la obra, un precio que equilibraba la calidad esperada y el presupuesto disponible.

El 2 de abril de 1925, Merli confirmaba haber visto el modelo en yeso y lo describía como “una pieza de gran calidad” que merecía ser reproducida en el preciado mármol Seravezza, conocido por su durabilidad y elegancia.

Merli propuso un plazo de nueve semanas para completar la obra una vez que tuviera en su posesión el modelo original. Sin embargo, no sin ciertos desafíos. Hubo un intercambio continuo de cartas para ajustar los detalles técnicos, particularmente en relación con las dimensiones del pedestal, ya que el busto debía encajar perfectamente en la Galería de los Héroes de la Unión Panamericana. En una carta fechada el 9 de julio, Merli señaló la necesidad de ajustar la base del busto para adaptarse a las especificaciones del pedestal proporcionado por la Unión Panamericana, asegurando así la estética y la estabilidad de la pieza.

3. Los ajustes finales y la logística del envío

Tras recibir el modelo en yeso en perfecto estado el 20 de mayo de 1925, Merli inició el trabajo de esculpido con precisión y dedicación. A medida que se acercaba la fecha de entrega, se hicieron los arreglos necesarios para el transporte seguro del busto desde Nueva York a Washington, D.C. El 4 de agosto, José del Carmen Ariza, en coordinación con la American Express Company, gestionó el envío del busto, asegurando que llegara en óptimas condiciones para la ceremonia.

El 15 de agosto, tras la recepción del busto en la Unión Panamericana, Ariza envió una carta a Merli expresando su satisfacción por la calidad de la obra. El ministro destacó que tanto él como todos aquellos que habían visto el busto coincidían en que se trataba de una pieza de altísima calidad tanto en su ejecución artística como en la selección del mármol. Con esta misiva, Ariza también autorizó el pago final de $225 dólares, cerrando así el capítulo financiero del proyecto.


4. Preparativos para la ceremonia y el apoyo de Horacio Vásquez

Con el busto ya ubicado en la Galería de los Héroes, José del Carmen Ariza dedicó las semanas siguientes a organizar una ceremonia que estuviera a la altura del legado de Duarte. En una carta del 16 de octubre de 1925, Ariza informó al presidente Horacio Vásquez sobre los preparativos para la inauguración, programada para el 18 de noviembre de ese año.

En su misiva, Ariza expresaba su convicción de que este evento no solo honraría la memoria de Duarte, sino que también fortalecería los lazos de la República Dominicana con las demás naciones del continente.

El presidente Vásquez, siempre atento al proyecto, respondió el 12 de noviembre con una carta en la que felicitaba a Ariza por su dedicación. Vásquez expresó su satisfacción al saber que Duarte ocuparía un lugar junto a los próceres de las Américas, y con afecto se refirió a la ceremonia como “tu fiestecita en la Unión”, demostrando su respaldo y aprecio por el esfuerzo diplomático.

El 5 de septiembre, Leo Rowe, Director General de la Unión Panamericana, agradeció al Secretario de la Legación dominicana, Federico C. Álvarez, la remisión de un cheque de $9.96 dólares para cubrir los costos de transporte final del busto. Este fue uno de los últimos pasos en la serie de arreglos administrativos que aseguraron que el evento se llevara a cabo sin contratiempos.

La Entrega y Presentación del Busto en la Unión Panamericana (1925)

El 18 de noviembre de 1925, la imponente sede de la Unión Panamericana en Washington, D.C., se convirtió en el escenario de un evento profundamente simbólico para las Américas: la develación del busto de Juan Pablo Duarte en la renombrada Galería de los Héroes. Esta ceremonia marcó el culminar de un arduo esfuerzo que abarcó más de quince años de gestiones diplomáticas, superando obstáculos financieros y sorteando desafíos políticos. Las figuras clave detrás de este logro, como Emilio C. Joubert, Francisco J. Peynado, el escultor Abelardo Rodríguez Urdaneta y el embajador José del Carmen Ariza, dedicaron su talento y persistencia para llevar a cabo este homenaje largamente esperado.

El resultado final, magistralmente diseñado por Abelardo y tallado en mármol blanco por el talentoso Merli, es una obra de arte que trasciende lo meramente escultórico para convertirse en un símbolo de la identidad y dignidad nacional. El busto captura con precisión el semblante sereno y decidido de Duarte, resaltando los detalles que caracterizan su carácter: los ojos profundos y reflexivos, la línea firme del bigote y el rostro marcado por la determinación de un líder visionario. La elegancia del tallado en la chaqueta y el lazo del prócer aporta una dimensión adicional de realismo, evocando la dignidad de su figura como fundador de República Dominicana.

Erguido sobre un pedestal de mármol rojo con vetas blancas, decorado con letras doradas que proclaman su origen dominicano, el busto se alza como un testamento del compromiso del pueblo dominicano con los ideales de libertad y autodeterminación. La presencia de este monumento en la Galería de los Héroes no solo rinde tributo a Duarte como el forjador de la independencia dominicana, sino que reafirma su legado como un símbolo de lucha y esperanza para todos los pueblos del continente que anhelan justicia y libertad.

Busto de Juan Pablo Duarte en 2023. Foto del Autor.

Este acto de develación no fue simplemente un evento protocolar, sino una declaración poderosa de República Dominicana al mundo: una nación que, a pesar de sus desafíos, ha mantenido intacta su voluntad de honrar a quienes, como Duarte, consagraron su vida a la independencia y la soberanía.

1. Un Momento de Unidad Continental

La ceremonia contó con la presencia de destacados diplomáticos latinoamericanos, miembros del gabinete de los Estados Unidos y figuras prominentes de la sociedad. José del Carmen Ariza, Ministro Plenipotenciario de la República Dominicana, fue el encargado de entregar oficialmente el busto. En su discurso, Ariza capturó la esencia del legado de Duarte:

“A nombre de la República Dominicana tengo el honor de presentar el busto de Juan Pablo Duarte, modelado por un artista dominicano y destinado a figurar en la Galería de los Héroes de este continente como genuina representación del pueblo cuya libertad e independencia consagró toda su vida. Duarte aspiró a la creación de una República Dominicana libre e independiente de toda dominación extranjera”.

El acto no solo fue un homenaje a Duarte, sino también un tributo a los valores que él defendió, valores que siguen siendo relevantes para todas las naciones del continente. La inclusión de Duarte en la Galería de los Héroes, junto a otros 17 próceres como Simón Bolívar y José de San Martín, simbolizó la adhesión de República Dominicana a los principios de autodeterminación y unidad continental.

2. La Emotiva Respuesta de Frank B. Kellogg

El Secretario de Estado de los Estados Unidos, Frank B. Kellogg, en su discurso de aceptación en nombre de la Unión Panamericana, destacó el simbolismo del busto de Duarte como un recordatorio de los ideales que guiaron la lucha por la independencia en toda América Latina. Kellogg expresó:

“Diversas como fueron las condiciones bajo las cuales las Repúblicas del Continente Americano alcanzaron su independencia, los insignes caudillos de dicho movimiento tienen entre sí mucha semejanza. Su devoción a la causa de la libertad fue una fuente inagotable de inspiración para sus compatriotas, fuente que hoy día sirve de estímulo a las generaciones actuales”.

Al aceptar el busto, Kellogg agradeció al pueblo y al gobierno de la República Dominicana por su generoso obsequio, resaltando que este tributo no solo honraba a Duarte, sino que también fortalecía los lazos de fraternidad entre las naciones del hemisferio.

3. El Legado de Duarte: Más Allá de República Dominicana

La instalación del busto de Duarte en la Galería de los Héroes no solo fue el reconocimiento a un líder nacional, sino un recordatorio de los ideales que trascienden fronteras. Duarte, con su inquebrantable fe en los valores de “Dios, Patria y Libertad”, se convirtió en un faro que continúa iluminando el camino para todos aquellos que luchan por la libertad y la justicia en el continente americano.

Con la incorporación del busto de Duarte en esta galería, República Dominicana consolidó su lugar en el panteón de héroes que defendieron los ideales de independencia y soberanía en las Américas. Durante su discurso, Ariza también recordó los esfuerzos iniciales de José Núñez de Cáceres y el trágico desenlace que llevó a la ocupación haitiana. Sin embargo, resaltó que fue Duarte quien, con su inquebrantable fe en el destino de su patria, lideró un movimiento revolucionario que sentó las bases para la creación de una nación libre. Con emotividad, Ariza expresó:

“Duarte, en cambio, por su obra, por sus ideales, por su vida, es para el pueblo dominicano un símbolo, es la encarnación del ideal nacional; sintetiza el amor a la patria, el desprendimiento y sacrificio por su independencia, el respeto a la ley y a las instituciones, y por encima de todo la fe inquebrantable en los destinos del país como Estado autónomo”.

Reflexiones Finales: Un Homenaje que Trasciende Generaciones

La instalación del busto de Juan Pablo Duarte en la Unión Panamericana, una obra concebida por el renombrado escultor dominicano Abelardo Rodríguez Urdaneta y ejecutada en mármol por el artesano Amadeo Merli, fue el resultado de un arduo proceso que tomó exactamente 16 años, 3 meses y 2 días, o lo que es igual, 5,938 días. Esta odisea diplomática y artística, con un costo que hoy equivaldría a 35,000 dólares, refleja un compromiso monumental por parte de República Dominicana en honrar a su fundador.

La culminación de este proyecto no fue solo la concreción de una pieza de arte en la Galería de los Héroes, sino la materialización de la voluntad de un pueblo que, a pesar de las vicisitudes políticas, la inestabilidad económica y la ocupación militar extranjera, nunca perdió de vista la importancia de celebrar su identidad y legado.

Un Viaje de Perseverancia y Compromiso Nacional

Esta epopeya de casi dos décadas resalta el valor del esfuerzo persistente en nombre de la soberanía nacional. Para República Dominicana, la instalación del busto de Duarte en un foro internacional de la relevancia de la Unión Panamericana fue mucho más que un simple acto ceremonial; fue un símbolo poderoso de que la nación, a pesar de sus tribulaciones, permanecía firme en sus principios y valores.

El hecho de que este proyecto haya tardado más de 15 años en completarse y que haya atravesado periodos de inestabilidad política, dificultades financieras y una ocupación militar, solo añade mayor significado al logro. Cada obstáculo superado reflejó la tenacidad de los diplomáticos, artistas y líderes políticos que, a lo largo de los años, trabajaron para mantener viva la memoria de Duarte en el ámbito interamericano.

1. El Simbolismo de la Galería de los Héroes

La Galería de los Héroes de la Unión Panamericana, donde el busto de Duarte finalmente encontró su lugar, no es simplemente un espacio físico. Es un santuario que honra a los próceres que defendieron los ideales de independencia, soberanía y libertad en las Américas. El busto de Duarte no solo representa la historia de República Dominicana, sino también los valores compartidos por todas las naciones del continente que anhelan un futuro de libertad y justicia.

Cada visitante que se detiene frente al busto de Duarte en la Galería de los Héroes no solo observa una obra de arte, sino que se enfrenta a un símbolo de resistencia, sacrificio y amor inquebrantable por la patria. Es un testimonio del espíritu que llevó a Duarte y a sus compañeros a soñar con una república libre e independiente, un sueño que sigue inspirando a generaciones de dominicanos y latinoamericanos.

2. Un Legado que Perdura

Hoy, 99 años después, el busto de Juan Pablo Duarte continúa siendo un recordatorio de los ideales que guiaron la vida de este prócer. Es un símbolo duradero de “Dios, Patria y Libertad”, principios que, a pesar del paso del tiempo, siguen resonando en los corazones de quienes creen en la justicia y la dignidad humana.

Como expresó el Ministro José del Carmen Ariza en su discurso, la colocación del busto fue “un deber de justicia para el ilustre personaje dominicano y una oportunidad muy grata para tributar un homenaje de simpatía a la República Dominicana”.

En un mundo en constante transformación, el legado de Juan Pablo Duarte sigue siendo relevante, pues nos recuerda que la grandeza de una nación no se mide por sus victorias militares, sino por su compromiso con los ideales de libertad, autodeterminación y cooperación internacional.

El busto de Duarte, hoy en día, es mucho más que una pieza de mármol; es un llamado constante a la acción para todos aquellos que defienden la libertad y los derechos de los pueblos.

3. Mirando hacia el Futuro

A medida que las naciones de las Américas continúan enfrentando retos en su camino hacia la paz y la cooperación, la historia del busto de Duarte permanece como un faro de inspiración. Es un tributo al espíritu inquebrantable de aquellos que lucharon por la libertad y un recordatorio de que, con perseverancia y unidad, es posible construir un futuro más justo y solidario para todos los pueblos del continente.

Así, la República Dominicana no solo logró instalar un busto en la Galería de los Héroes; logró inmortalizar, en el corazón de la diplomacia interamericana, el espíritu de un pueblo que nunca ha dejado de soñar con la libertad.



Anexo

Boletín de Noticias para la Prensa

Enviado por la Unión Panamericana

Washington, D.C., E.U. de A.

Presentación del busto de Duarte a la Unión Panamericana

El miércoles, 18 de noviembre será presentado y colocado en la Galería de los Héroes de la Unión Panamericana, en Washington, el busto en mármol de Juan Pablo Duarte, héroe nacional de la República Dominicana. Esta presentación se hará con todas las ceremonias correspondientes a tan significativo homenaje; el discurso de entrega del busto será pronunciado por Su Excelencia don José del Carmen Ariza, Ministro de la República Dominicana en los Estados Unidos, en tanto que un discurso de aceptación en nombre de la Unión Panamericana será pronunciado por el Presidente de su Consejo Directivo, el Honorable Frank B. Kellogg, Secretario de Estado de los Estados Unidos.

A presenciar la ceremonia han sido invitados todos los miembros del cuerpo diplomático latinoamericano acreditados en Washington, los miembros del gabinete ejecutivo y otros altos funcionarios de gobierno, así como también un selecto grupo de la sociedad de la capital.

Con la presentación de este busto, Duarte entrará a ocupar su debido puesto entre los otros 17 héroes de las Repúblicas Americanas cuyos bustos han sido presentados a la Unión Panamericana por sus respectivas naciones. Es eminentemente apropiado que el busto de Duarte sea colocado junto con los de los demás héroes de la independencia americana, puesto que fue en gran parte debido a sus esfuerzos que la República Dominicana llegó a ser nación independiente.

Junto con un grupo de otros patriotas, Duarte formó la combativa organización bajo el nombre de “La Trinitaria”, cuyo propósito era el de establecer una república independiente. Duarte fue nombrado General en Jefe del Ejército de la República, adoptando como su lema las palabras “Dios, Patria y Libertad”. Fue bajo este estandarte que los patriotas lucharon y obtuvieron finalmente la libertad.

Los discursos de presentación y aceptación que se pronunciarán en la ceremonia, en referencia, son los siguientes:

Discurso de S.E. el Ministro de la República Dominicana:

“Señor Secretario de Estado, Señoras y Señores:

A nombre de la República Dominicana tengo el honor de presentar el busto de Juan Pablo Duarte, modelado por un artista dominicano y destinado a figurar en la Galería de los Héroes de este continente como genuina representación del pueblo a cuya libertad e independencia consagró toda su vida.

Nadie mejor que Duarte, en efecto, estaba llamado a representar la República Dominicana en este edificio dedicado a la Unión de las Repúblicas de América bajo unos mismos ideales de emancipación y de fraternidad.

El Licenciado José Núñez de Cáceres, declarando el 30 de noviembre de 1821 la independencia y soberanía de la parte española de la isla y uniéndose a la gran Confederación Colombiana, es sin duda el dominicano que inició la primera rebelión contra la Madre Patria, abrazando con entusiasmo esos ideales de emancipación, cuyos resultados estaban ya asegurados con la creación de tantas Repúblicas y la unión de Venezuela, Colombia y Ecuador.

Pero, desgraciadamente, ese movimiento de independencia no tuvo éxito definitivo, pues si bien puso fin a la dominación española, dio origen y pretexto a la invasión del territorio por la vecina República de Haití.

El pueblo dominicano ha rendido también justo homenaje a aquellos varones ilustres que con sus virtudes y ejemplo contribuyeron de una manera eficaz, aunque más o menos secundaria, en el decurso de más de veinte años, al establecimiento y conservación de la independencia nacional.

Empero, es incuestionable que entre los hombres que tuvieron la oportunidad de dirigir la defensa del territorio en nuestras contiendas libertadoras, sobresale la figura militar del General Pedro Santana, hombre de armas que supo defender la integridad nacional en nuestros conflictos fronterizos; pero que, falto de fe en los ideales de la propia determinación, desviado por la pasión o el error, deslustra los laureles ganados en el campo de batalla realizando en 1861, sin la voluntad del pueblo, la efímera reincorporación a la antigua metrópoli.

Duarte, en cambio, por su obra, por sus ideales, por su vida, es para el pueblo dominicano un símbolo, es la encarnación del ideal nacional; sintetiza el amor a la patria, el desprendimiento y sacrificio por su independencia, el respeto a la ley y a las instituciones, y por encima de todo la fe inquebrantable en los destinos del país como Estado autónomo.

Fracasado el movimiento de Núñez de Cáceres e impuesta la dominación exótica por el hecho de la fuerza, el pueblo dominicano perdió toda esperanza de reconquistar su soberanía. La inferioridad numérica y la escasez de recursos parecían condenar toda tentativa fundada en el propio esfuerzo, y no podía contarse con el concurso de las nuevas Repúblicas de América del Sur, demasiado ocupadas en el problema de su organización interna y en obtener el reconocimiento de su personalidad internacional; ni había que pedir la cooperación de las vecinas islas hermanas de Cuba y Puerto Rico, que España conservaba como resto precioso de su viejo poderío colonial.

En medio de ese pesimismo reinante y bajo las circunstancias más adversas, concibió Duarte su proyecto revolucionario, constituyendo el día 16 de julio de 1838 una sociedad secreta, a la cual se dio el nombre de “La Trinitaria” porque la integraron nueve miembros, o sea tres grupos de tres miembros cada uno.

La magnitud de la empresa no arredró a estos nueve conjurados, quienes, llenos de fe en la virtualidad de su causa y sin solicitar ni esperar la asistencia ajena, prometiéronse bajo juramento sagrado “cooperar con sus personas, vidas y bienes” a “implantar una República libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana”.

La significación que debía atribuirse a este juramento en el concepto de los trinitarios era muy amplia y trascendental. Sus esfuerzos se dirigían a obtener este doble objetivo: expulsar al invasor del territorio y establecer el gobierno propio bajo una forma esencialmente democrática. Para comprender la parte importante que se había asignado en el programa de los trinitarios al ideal republicano, basta advertir que esta forma de gobierno se hizo consignar en el nombre mismo de la futura nacionalidad.

Esta elevada concepción de los ideales revolucionarios es la nota característica del movimiento iniciado por Juan Pablo Duarte. La simple proclamación de independencia era el primer paso, un acontecimiento del momento; más su obra debía ser imperecedera: se dirigía a las generaciones del porvenir. Por eso no se limitó Duarte a difundir la idea separatista por todos los medios a su alcance, desde la reunión secreta y la hoja clandestina hasta la velada trama teatral, sino que se empeñó además en preparar a la juventud, mediante una enseñanza cívica apropiada, para el ejercicio regular y ordenado del gobierno propio.

Al referirme a esta obra educacional de alta trascendencia, séame permitido rendir homenaje a la memoria del ilustre sacerdote y hermano Presbítero Gaspar Hernández, colaborador eficacísimo y compañero de Duarte, que, como éste, fue perseguido por el poder opresor y pagó con el infortunio y el destierro un entusiasmo por la causa dominicana.

Es digno de notar que entre las insignes ejecutorias que han valido a Duarte el título de Fundador de la República no figura un solo hecho de armas. Esto resulta del concurso de ciertas circunstancias, que lejos de disminuir el mérito de su obra, sirven para enaltecer las virtudes del ciudadano y del patriota que lo supo sacrificar todo en aras del interés nacional.

El iniciador del movimiento separatista, que había arrostado todos los peligros para propagar sus ideas y aportado a la causa todas las energías de su espíritu y todos sus bienes de fortuna, haciendo que sus hermanos ofrendaran, junto con él, lo que ä costa del amor y trabajo de su finado padre habían heredado; el que así lo había ofrecido todo por el ideal trinitario, no tuvo la gloria de participar en la proclamación de la independencia, que se verificó durante su ausencia del país, el 27 de Febrero de 1844. Duarte, sin embargo, conservó la dirección moral de aquel movimiento, y al regresar del destierro en marzo de 1844, el pueblo lo recibió con aclamaciones llamándolo Padre de la Patria.

Más tarde, circunstancias de otra índole mantuvieron a Duarte separado de la dirección de la defensa nacional. La necesidad de apelar a las armas para garantizar la integridad del territorio había creado una clase militar y como consecuencia surgieron las facciones en lucha con la guerra civil. Duarte no pudo prevenir ni contrarrestar esta lucha de las ambiciones personales, y rehusando el voto de sus numerosos amigos, prefirió abandonar sus legítimas aspiraciones al poder, condenándose al voluntario exilio hasta el año 1863, en que, habiendo llegado a su conocimiento la anexión a España perpetrada por un partido político, regresó al país, ya anciano, para ofrecer sus últimas energías a la causa de la libertad de su pueblo.

La República Dominicana, por consiguiente, no honra en Duarte la gloria militar. Su apoteosis es el homenaje merecido al egregio patriota cuyas virtudes sirven de ejemplo e inspiración a sus conciudadanos, a la par que es la más elevada consagración del ideal trinitario, que Duarte supo interpretar y personificar con su fe inquebrantable y con su perenne afirmación de los derechos inalienables del pueblo a su más absoluta autonomía.”

Discurso del Señor Secretario de Estado de los Estados Unidos Frank B. Kellogg:

“Señor Ministro:

Señores Miembros del Consejo Directivo de la Unión Panamericana,

Señoras y señores:

Es para mí un verdadero privilegio aceptar este hermoso busto en nombre de la Unión Panamericana. El insigne grupo de héroes nacionales al que hoy se une Juan Pablo Duarte crea hoy a ocupar el puesto que le está reservado en esta continental Galería de los Héroes, como una constante inspiración y ejemplo para todos nosotros y para las generaciones futuras. No puede haber un símbolo más elocuente de los sacrificios y hazañas sin igual que los héroes de nuestras naciones realizaron en la causa de la libertad y la justicia que ellos constantemente sostuvieron ante sus conciudadanos.

Diversas como fueron las condiciones bajo las cuales las Repúblicas del Continente Americano alcanzaron su independencia, los insignes caudillos de dicho movimiento tienen entre sí mucha semejanza. Su devoción a la causa de la libertad fue una fuente inagotable de inspiración para sus compatriotas, fuente que hoy día sirve de estímulo a las generaciones actuales.

De todos los héroes de la independencia americana, ninguno mostró mayor devoción a la causa de la libertad que el insigne caudillo dominicano en cuyo honor nos hallamos aquí reunidos. A tan excelsa gloria, nada puede agregarse. Su entrada en esta Galería Americana de la Fama es un digno reconocimiento de los grandes servicios que prestó a su país y a la causa de la libertad en el Continente Americano.

Al aceptar el busto de Duarte en nombre de la Unión Panamericana, deseo a la vez dar en nombre del Consejo Directivo de esta Unión, las más expresivas gracias al pueblo y al gobierno de la República Dominicana por su generoso obsequio.”


Amado Alejandro Báez, MD, MPH, PhD

Academic physician+public health scientist working on the intersection of health-government-security-diplomacy Alum: UNPHURD/Mayo Clinic Harvard-BWH UniBarcelona I write about Public Health @ListinDiario/ Opinions=my own

2 meses

Love this

Piero Alvigini

Chief Cybersecurity Officer (CCO)

2 meses

¡Magnífico! Gracias por compartirlo Embajador. 

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