La Plaza de la Alfalfa
Situada en el centro histórico de la ciudad de Sevilla, la Plaza de la Alfalfa es una de las más transitadas de la ciudad y también la más antigua de todas. Año 206 a. C.. El ejército romano comandado por Escipión ‘el africano’, derrota a los cartagineses y se apodera del sur de la Península Ibérica. Entre las nuevas ciudades conquistadas por Roma está Ispal, que poco a poco irá sufriendo un proceso de romanización que le cambiará el nombre y le afectará en su trazado y modo de vida.
El diseño de todas las ciudades romanas seguía el mismo esquema: una vía principal que la cruzaba de norte a sur: el Cardo Máximo; y otra que la cruzaba de este a oeste: el Decumano Mayor. En el lugar donde estas vías se encontraban se situaba el foro de la ciudad, donde se levantaban termas, edificios oficiales, templos o se instalaba el mercado. Fue en la Plaza de la Alfalfa y su entorno, donde se emplazó el foro de la Híspalis romana. Allí fue donde Julio César, después de vencer en la Batalla de Munda a los partidarios de Pompeyo, mostró a la ciudad la cabeza de Cneo Pompeyo, hijo del sublevado.
Durante la época de la Isbiliya musulmana, el espacio que ocupó el foro se convirtió en un espacio de comercio al por mayor. Tras la Reconquista, el lugar fue utilizado como depósito de alimento de animales, en especial de alfalfa, de ahí su nombre actual. Durante siglos fue un lugar de compra y venta de alimentos, aunque los productos cambiaban: animales de caza, verduras, carnes… En 1852 se instala un mercado de compra venta de animales, algo que duraría, cada vez más empequeñecido, hasta su extinción en 2005.
Como curiosidad destacar también que en la Plaza de la Alfalfa nació un famoso torero del siglo XIX: ‘el espartero’. Su apodo proviene de la profesión de su padre, que tenía una espartería en esta plaza.