La potencia en cada uno de nosotros

Reflexión de Victoria Perez Valiño

Las semillas me parecen un hermoso punto de partida para la reflexión de este mes de cosechas. Conectar con las metáforas a las que aluden y con la realidad que esconden es inspirador para nuestro desarrollo como seres humanos.

Si hay un lugar donde hay magia, yo creo, es en el interior de una semilla. Ahí está todo lo posible. La potencialidad, concentrada en esa pequeña porción de materia que, en condiciones adecuadas, prosperará y cumplirá su misión. Ese futuro que está codificado, escondido para los ojos humanos, que no están entrenados en la biología de la naturaleza o perdieron la conexión con esa sabiduría porque van demasiado rápido arrastrados por el quehacer cotidiano de sobrevivir.

La semilla, como representación de la naturaleza, nos enseña de paciencia, de resiliencia, de crecimiento, de inteligencia y de comunidad. Al menos a mi, ahora, que conecto; ahora que aprendo de bosques, de suelos y de agua. Ahora que veo la labor de los recolectores, de los que guían, de los que cuidan, protegen e intentan conservar tan valiosos recursos.

En el trabajo voluntario de recolección, brota la conexión, se despierta la mirada a través de la educación y quedamos atentos al devenir de esas semillas que serán, bajo el cuidado de esas manos y corazones sabios, pequeños plantines.

Todos esos árboles milenarios, majestuosos, que se mantienen erguidos en la montaña, fueron semillas y también lo han sido los que se han quemado, principalmente por el apuro de aquellos que han perdido esa conexión.

En la contratapa del libro “Lo que creo”, Mica Miller, cantautora de Bariloche y voluntaria de la Asociación, dice, “Somos semillas dispersas en esta tierra de infinitas revoluciones”. Me quedo pensando sobre la frase y me inspira sentirme semilla.