"La responsabilidad emocional en el ámbito profesional y personal". Una reflexión necesaria.

En el trajín diario, a menudo subestimamos el impacto de nuestras acciones y palabras en quienes nos rodean, tanto en el trabajo como en la vida personal. La falta de responsabilidad emocional puede generar un efecto dominó, afectando no solo nuestra credibilidad sino también la moral de nuestros equipos y relaciones familiares, amistades, etc...

En el entorno laboral, he visto cómo algunos líderes, impulsados por inseguridades o una falta de valores claros y me atrevería a decir hasta ética profesional, comparten información confidencial en contextos inapropiados, como si de rumores de bar se tratase. Estos momentos de debilidad pueden parecer inofensivos, pero los ecos de su impacto se sienten en toda la organización, sembrando desconfianza y desmotivación.

Paralelamente, en nuestra vida personal, nos enfrentamos a situaciones donde la desinformación y los chismes pueden empañar nuestra reputación, transmitiendo miedos y prejuicios infundados. Esto nos recuerda la importancia de actuar con integridad y transparencia, valores que deberían ser la brújula que guíe nuestras acciones.

La responsabilidad emocional implica reconocer el peso de nuestras palabras y acciones y asumir la responsabilidad de su impacto. No se trata solo de evitar dañar a otros, sino de fomentar un entorno donde la confianza y el respeto mutuo sean la norma. En el ámbito profesional, significa ser guardián de la información confidencial y un líder en integridad, asegurando que nuestras acciones reflejen nuestros valores más profundos. En nuestras relaciones personales, significa ser veraces y auténticos, rechazando la tentación de propagar rumores o juicios infundados.

En última instancia, la responsabilidad emocional es un acto de liderazgo personal.

Querido lector, si ha llegado hasta aquí (y dudo que muchos lo hayan hecho; en el mundo actual, cualquier acción que requiera más de un minuto es fugaz, como un "orgasmo mental"), ya sea usted colega de profesión o simple conocido, le invito a reflexionar sobre cómo quiere influir en el mundo y a desafiarse a ser la mejor versión de sí mismo. Permítame decirle que algunos jugamos con ventaja, tal vez por haber nacido donde nacimos, estudiado donde estudiamos o por haber afrontado la pérdida repentina de un padre o de un hermano de "no sangre". Comprendemos, en definitiva, que la vida es un mecanismo complejo, donde emociones y acciones se entrelazan cada día.

Al final, nuestras acciones siempre hablarán más fuerte que nuestras palabras. La verdadera grandeza, en última instancia, radica en la coherencia entre ambas.

Gracias por leer, gracias por comprender y en definitiva hacerme sentir productivo con el tiempo que compartimos ;)