"La Tiranía de los Extravertidos"
En lo que va corrido del siglo XXI existe una oda a las personas con personalidad expansiva que pretende ligarse como una habilidad casi exclusiva de liderazgo; Y con ello subyace la idea que cierto tipo de personas, mas bien introvertidas no servirían o no poseen la competencia máxima para llegar a liderar una organización, un equipo y si lo miramos más ampliamente aún, un país.
El mundo destaca a aquellas personalidades que demuestran un manejo comunicacional, un desempeño expresivo notable y las comunidades lingüísticas se rinden ante aquel o aquella que suele encantar serpientes con su discurso. A nivel profesional, a nivel social, político, comunitario, religioso, académico, el mundo se rinde a los extravertidos.
Desde Empédocles, (Griego, siglo V a.C.) Hipócrates (Griego, 460 a 370 a. C.) y Galeno, se ha ido forjando un modelo o teorías sobre cómo clasificar las enfermedades y a ciertas tipologías de personas, es así como emergen los flemáticos, los sanguíneos, coléricos, melancólicos, pero el antecedente remoto directo que nos acerca a los conceptos de introversión y extraversión fue el que nos heredó el nacido en Asia, pero es en Roma donde alcanzó la cúspide, Galeno. (129 al 201 d.C.)
El antecedente inmediato en esta materia nos lo aporta Carlos Gustavo Jung (1865-1961) con sus “Tipos de Personalidad” y es, entonces, que desde la mitad del siglo XX hablar de introversión y extraversión pasó a ser parte del lenguaje mundial, pese a que la RAE solamente desde el año 1992 incorporó el concepto como una palabra oficial. EXTRAversión. Posteriormente ha aceptado INTROversión aunque sugiere hablar del concepto original y correctamente escrito y pronunciado, EXTRAVERSIÓN.
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Los introvertidos se centran en su mundo interior a diferencia de los extravertidos que ponen su foco en las relaciones sociales y buscan estímulos externos para nutrirse de los mismos; Y es así como actualmente, según mi percepción, existe una sobrevaloración que posee carácter de tiranía, a la expansión comunicacional, al de fácil hablar, a quien demuestra que puede persuadir a otros. Y no es interés de quien suscribe criticar “esta tipología”, si no que la crítica apunta al entorno que solamente valida “esta forma de ser” y considera que es LA necesaria para el éxito. Peligrosa idea la expuesta porque desde el prejuicio quedan “fuera de la órbita del liderazgo” millones de personas, profesionales o no, que por características de personalidad son introvertidas, pausadas o no son de discursos con magnificencia retórica, adornado con analogías creativas…
Capacitaciones, programas de intervención, elecciones políticas, y un kilométrico listado de actividades y situaciones están bajo la tiranía de la extraversión. Tienes que bailar en la fiesta del matrimonio, debes hablar en el velorio y en el cumpleaños, te invitan a presentarte ante decenas de personas que no conoces, el rating sube cuando en pantalla hay un exceso verborreico escandaloso, y no es sólo eso. Debes hacerlo bien, debes expresarte con ritmo, sonreír, tienes que transmitir alegría, buenas vibras, una energía luminosa porque el entorno, el reconocimiento social espera por ti, porque el sistema premia, para muchas cosas, la facilidad comunicacional como la competencia de oro del liderazgo, del éxito. El continente es valorado por sobre el contenido. Así, “sin querer queriendo” los que somos extravertidos hemos sometidos a los introvertidos a vivir al alero de un sistema completo que aplaude a los de personalidad expansiva, abierta y carismática.
Todo aquel que no adhiera, por vocación o adaptación, está destinado a vivir bajo la tiranía de la extraversión.
¡Hasta el próximo Lunes!