La tiranía de la perfección
Generalmente suelen hacer falta muchos errores para cambiar las cosas.
Y aquí viene el verdadero problema ... porque es muy habitual que, nuestra tolerancia a la frustración que supone equivocarse sea más bien "escasa".
Los motivos de esta baja tolerancia al error son multifactoriales y tienen que ver con nuestras experiencias y por tanto con nuestra particular y única historia de aprendizaje.
Imagínate por ejemplo que hubieras tenido un profesor que te penalizaba con comentarios negativos cada vez que te equivocabas, cada vez que hacías mal los ejercicios o suspendías un examen .... hoy, como adulto puede ocurrir que esa voz que te "machacaba" desde fuera se haya convertido en esa voz que, esta vez desde tu interior, te censura, te ataca y te desprecia cada vez que las cosas no te salen tan bien como se supone que deberían.
Es un pequeño ejemplo para entender cómo se aprenden determinados patrones disfuncionales que interiorizamos y guardamos en lugares tan profundos de nuestra mente que no sabemos ni que estan .... pero existen ... vaya si existen.
Y claro ... quien dice profesor dice familiares o personas significativas de nuestro entorno.
Aprender a tolerar la frustración es un aprendizaje básico tan fundamental y transversal como poco valorado por las familias y la comunidad educativa.
Por eso, si eres una persona que te exiges al 1000% en tu día a día, si tratas siempre de rendir a tu máximo nivel para no cometer ningún fallo aunque te agotes y te desgastes por el camino, quizás te venga bien recordar que fallar no es sinónimo de fracasar pues generalmente quien más se equivoca es quien más opciones tiene de llevarse el premio a casa.