LA TV BASURA
La televisión, en muchas de sus manifestaciones, se ha convertido en un exponente cotidiano de lo más vulgar de la realidad.
Ya no interesan los agentes sociales que más positivamente construyen una sociedad; a decir verdad, se silencia su presencia y su aportación benéfica para la misma sociedad en su conjunto.
La audiencia genera beneficios económicos como reclamo para publicitar una marca o una empresa, y este "safari", cada vez más férreo, se hace evidente en cada programa televisivo y en cada fotograma.
Las televisiones, en general, ya no buscan aquello que mejor contribuya a generar una sociedad más justa, más sana, más humana y más cimentada en valores. Eso no es rentable y además, eso parece que sea de interés.
Puede ser que en el foro interno de cada ciudadano y cada ciudadana, todos nos sintamos atraídos por ese mundo burdo y oscuro, salvaje y anárquico, sucio y bajo, que con mucha intensidad potencian las televisiones, y cuya audiencia se dispara ante programas de una calidad más que discutible y un chismorrero atronador.
Se nos ponen como personajes que merecen una dedicación especial aquellos cuyo mayor mérito ha sido acostarse con un famoso, separarse con polémica de su pareja, criticar a diestro y siniestro a todo viviente, desnudarse en una revista, contar frívolamente sus instimidades sentimentales,...personajes que rayan lo abominable y lo marginal.
Y cada vez más, se buscan fórmulas más agresivas, más polémicas, más descaradas, más insultantes para encontrar en esa franja horaria mayor número de televidentes.
Y de estos programas basura salen personajes que se permiten criticar todo y opinar de todo, quienes sean son tratados como auténticas autoridades del bien y del mal, de lo divino y humano.
Y mientras tanto, la mima sociedad se escandaliza de tanto descaro y tan poca vergüenza que se está imponiendo a diestro y siniestro, sin apenas inmutarse por la crispación a la que estamos llegando.