La vida es sueño

La vida es sueño

¿Qué es la vida? Un frenesí.

¿Qué es la vida? Una ilusión,

 Una sombra, una ficción;

Y el mayor bien es pequeño;

 Que toda la vida es sueño,

 Y los sueños, sueños son. 

 

Pedro Calderón de la Barca

La vida es sueño

 

 

 

Hace ya algún tiempo que Ana está enamorada. De la misma persona. ¡Enhorabuena! El problema es que sus sentimientos no le son correspondidos: o por lo menos así lo piensa...

¡Qué tonta!, ¡Qué pobrecita! ¡Qué graciosa! ¡Qué romántica!, ¡Qué hermoso es eso!, ¡Qué pierda de tiempo! ¡Qué paciencia!,

¡Siempre con lo mismo!, ¿Cómo aguanta tanto tiempo pensando sólo en él? ¿Por qué no encuentra otro y listo? ¿No se sentirá triste? ¿Qué tendrá él de tan especial para que lo ame tanto? ¡Qué ilusión vana! ¡Qué gran amor! ¿Será eso amor o su incapacidad de relacionarse? Un gran amor... o un gran miedo...

¡Qué realidad tan prosaica!, ¡Qué sueño más feliz!

Ella ya habrá escuchado cada uno de estos comentarios, directamente o a sus espaldas, supuestamente para no darse cuenta, pero no le pican las mordeduras de algunos dientes venenosos ni tampoco la excitan las expresiones poéticas, ella sabe que es tímida y que, si en la presencia de su amado, la comunicación no se hubiera enfadado con ella y no le hubiera vuelto la espalda, no habría tenido la necesidad de refugiarse en la noche, esperando que la soñolencia le cerrara los ojos, para, protegida por el velo del sueño, pasar tiempo, conversar o apreciar el silencio en compañía de su príncipe azul. A veces, aprovechaban el tiempo para conocerse mejor, charlando natural y espontáneamente como viejos conocidos, viendo que de verdad tienen mucho en común (no sólo libros y autores que aprecian, películas que ven, cantantes que escuchan, el tipo de lugares que frecuentan (ferias populares, de comida, artesanía y libros, cines antiguos, jardines y miradores de Lisboa), sino también pequeños detalles: ambos coleccionaban postales, eran golosos, compartían el gusto por tés (los clásicos el verde, el negro, el de tila o el de manzanilla), como los “extravagantes” (de melisa y lima, de manzana y canela, de caramelo y vainilla) Ah, qué bien olían las horas que Ana una vez  pasó junto a su amado, mientras su paladar era acariciado por la suave combinación de sabores de melocotón y mango, con que naturalidad fluía la conversación, con qué facilidad nacían ilusiones en su alma, y con qué estrellas se habían llenado sus ojos… Viejos buenos, pero raros momentos (para siempre grabados en su corazón). Ellos dos compartían también algunos valores religiosos (cristianos, con su variante ortodoxa en Ana y algo  con mucha sinceridad pagana en su amor), el respeto por la familia y por los más viejos, el gusto por los niños, un cierto tradicionalismo, la defensa del orden de las cosas… Sin embargo, la realidad mostraba que a ellos dos les faltaba alguna cosa, algo no funcionaba para que fuesen una pareja (no estoy hablando de una pareja perfecta, están muy lejos de eso, todavía)…Pero,  y ¿qué importa eso …? Afinal, la vida… es sueño.

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