Larga espera


Toda una vida esperarla llegar,

esperarla tocar a la puerta,

asomar su luctuosa figura

de vestal de siglos en la viudez,

de siglos de ser esperada,

de siglos de nunca y nunca llegar.


Toda una vida estirar los brazos

al sendero por donde llegará,

y retirarlos, oh, retroceder,

llamarla a gritos desde el umbral,

y cerrar la puerta, cerrarle

la voz, el acento, la repercusión.


Esperarla aparecer, de pronto,

frente a mí, con sus pies llagados,

sus vestidos raídos de vagar,

llena de su dolorosa orfandad,

y huir, huir, huir, negarla,

renegar de su arboladura filial.


Una vida de suspenso y zozobra,

una vida de sentirla llegar,

de llorar a gritos en su presencia,

de abrazar su luctuosa humanidad,

y dejarla, oh Dios, alejándome

hacia mi convulsa interioridad.


Ulises Varsovia

De: Diadema (2003)

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