Las APP's como medio de combate a la piratería

Las APP's como medio de combate a la piratería

Todos estamos expuestos a que nuestras obras o trabajos puedan ser copiados, clonados o abiertamente pirateados, desde obras de arte, piezas musicales, películas enteras que incluso algunos grupos criminales se jactan de firmar digitalmente, pasando por juguetes, ropa, licores, combustibles (huachicol) y ahora hasta el agua.

Toda mi vida hasta hace 9 meses si tenía sed lo único que tenía que hacer era abrir la llave del grifo de la cocina y llenar un vaso hasta saciarme. Es más, aún recuerdo el enorme placer en mi infancia que era después de jugar pegarse literalmente al chorro de la manguera para refrescarme. ¿En qué momento se volvió indispensable comprar agua embotellada? Lo cierto es que hay lugares en este planeta que no cuentan con la infraestructura suficiente para dotar de agua potable a su población e incluso tan sólo en México pecamos de contar con la mala fama de “la venganza de Moctezuma” que amenaza a todo turista extranjero que tiene la dicha de visitar nuestro país con esa advertencia de evitar el tomar agua de la llave.

En todo el mundo, no sólo en México, creció la necesidad de saberse sano al consumir agua embotellada y ello trajo aparejada de acuerdo al estrato social al que se pertenezca de consumir una u otra marca de agua, desde las de manantiales suizos hasta las provenientes del deshielo de glaciares. Para el resto del mundo existen las que simplemente se abre la llave y se les da un tratamiento de “limpieza” ya sea de ozono, osmosis, luz ultravioleta, filtros de carbono activado, etcétera.

La diferencia entre las marcas mundialmente conocidas y las últimas descritas tiene un gran aliciente de mercado: el precio. Las segundas son francamente mucho más baratas, en muchos casos hasta en un 60%. Pero, ¿cómo crear confianza a productos sin marca que no garantizan un proceso eficaz de filtrado o limpieza? Muy sencillo, rellenando los garrafones de las marcas conocidas. Ello crea en el consumidor la falsa apreciación de que al menos se pueda retornar el envase original al proveedor original cuando se tenga el dinero o el tiempo de ir a surtirlo.

Tales envases se supone son lavados, aunque no esterilizados y llenados con agua limpia. Se cierran, eso si, con tapas propias (hay docenas en el mercado) y luego las tapas mismas son selladas con una cubierta de plástico aplicada con calor que garantizaría la originalidad del producto. Je je “originalidad del producto”. Las marcas comercialmente mundiales utilizan el mismo sistema, con la diferencia de que las tapas una vez abiertas no pueden volver a ser utilizadas en un producto nuevo, pues cuentan con una tira plástica que se rompe al ser abierta. De ahí que cuando se abre un garrafón por parte de un proveedor, estos literalmente rompen toda la tapa y sello, para que aun llegando a la basura estos no puedan volver a ser utilizados. Aun lo anterior, hay empleados propios o de terceros que buscan burlar estos controles, reutilizando estas tapas o incluso rellenando sus envases directamente del grifo.

Una marca internacional de bebidas espirituosas recientemente lanzó al mercado una aplicación que permite escanear el código de sus etiquetas de sellado y proporcionan información al consumidor que va desde la cosecha hasta la mejor forma de degustarla, pero la información no termina ahí, también proporciona registro de si esa botella ya ha sido abierta con anterioridad o incluso otorga puntos por la destrucción de la misma para evitar su reutilización. Actualmente varios bares y lugares de consumo masivo de este tipo de bebidas escanea toda botella que utilizan al día y las destruyen en un contenedor apropiado para ello.

¿No sería fabuloso contar con una app gratuita que nos permitiera saber indubitablemente que un recipiente (desde el garrafón de 20 lts hasta las botellitas de 150 ml) es original y que no ha sido utilizado con anterioridad? ¿Incluso poder denunciar ante la compañía “X” que hay en el mercado recipientes apócrifos de su marca? Esto último para las correspondientes acciones legales.

Lo mismo puede aplicarse a piezas automotrices, costales de materiales, de granos, de fertilizantes o agroquímicos y en el mejor de los casos incluso de materiales peligrosos, explosivos o contaminantes que permitieran enviar tal información a un centro de control de enfermedades, protección civil, fuerzas del orden o incluso a las fuerzas armadas (como en México quienes son las que regulan su venta y distribución). ¿Mucho trabajo para el consumidor final? Que sea el distribuidor quien envíe dicha información con tan sólo escanear un código de barras, código QR o incluso de RFID, dependiendo de la importancia del producto.

Sin duda el mundo de las aplicaciones aún no ha llegado a su límite, sólo se necesita imaginación y seguramente encontraremos una solución informática para un problema en el mundo físico.



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