Las comunidades de aprendizaje como catalizadores en esquemas de diplomacia científica
Las comunidades de aprendizaje como modelo educativo empezaron a sonar desde el ámbito norteamericano entre los años 80 y 90. La base de este movimiento es el aprendizaje entre pares y el desarrollo de proyectos de manera conjunta. En las comunidades de aprendizaje no solo juegan un rol los estudiantes y los docentes, existen comunidades de aprendizaje que han articulado en sus modelos a voluntarios de la comunidad, sector productivo, sociedad en general etc. Lo importante y valioso del modelo es que la base del aprendizaje está en la interacción y en el denominado “aprendizaje dialógico”, fundamentado en el diálogo entre pares horizontal y solidario. Las comunidades se han utilizado no sólo como modelo educativo para transformar los modelos de enseñanza y en consecuencia el aprendizaje de los estudiantes, sino que también existen comunidades de aprendizaje docente, donde docentes tienen la oportunidad de dialogar con pares frente a situaciones asociadas al mejoramiento de la práctica docente o como método para reconfigurar escuelas o universidades por ejemplo. Esto ha conllevado al uso del concepto de “comunidades profesionales de aprendizaje”, el cual ha sido extrapolado a diversas áreas del conocimiento. Cabe resaltar en este sentido que la educación mutua y el diálogo es la base de toda relación, tanto personal como profesional. En todo caso las comunidades de aprendizaje deben tener claro dos principios para no perderse en un diálogo sin sentido: establecer objetivos clave de aprendizaje, de evaluación y garantizar que los espacios de dialogo sean lo suficientemente amplios para apoyar procesos de innovación e investigación.
Pero: ¿Qué tienen que ver las comunidades de aprendizaje con la diplomacia científica?
Como hemos visto en blogs anteriores, la diplomacia científica busca por medio de la articulación de actores, avanzar en objetivos de interés nacional, trasnacional o global. Al contar con diversos actores dentro de los países que apoyan desde sus frentes con estrategias de diplomacia científica, se hace necesario pensar en espacios que puedan servir de interlocución entre actores para construir aprendizaje e intercambiar conocimiento sobre acciones de diplomacia científica. Incluso las comunidades de aprendizaje pueden tener el objetivo no solo de formación e intercambio de conocimiento mutuo, sino también de co-construcción de iniciativas y aportaciones a esquemas nacionales de diplomacia científica. Las comunidades de aprendizaje pueden funcionar a nivel sectorial, intersectorial, así como departamental, nacional y por qué no, internacional. En el caso ideal, en las comunidades de aprendizaje para la diplomacia científica participarán miembros del sector gobierno, academia e investigación, empresas y organizaciones de la sociedad civil.
Sin embargo, ¿por qué es importante plantearse la opción de las comunidades de aprendizaje como catalizador de la diplomacia científica en América Latina? En los países latinoamericanos es necesario buscar espacios que fomenten el intercambio de conocimientos y aprendizaje que sirvan como puente entre los sectores generadores de actividades de ciencia, tecnología e innovación y actores de gobierno con el fin de poder alcanzar objetivos en común y sobre todo fomentar el trabajo colaborativo de cara a objetivos de relevancia nacional, trasnacional o internacional. Igualmente estos espacios pueden jugar un rol para mejorar los procesos de accountability o rendición de cuentas de las acciones de diplomacia científica, dado que muchas de estas estrategias fallan en mostrar a la comunidad los avances que se han ejecutado para alcanzar los objetivos.
En todo caso, las comunidades de aprendizaje han transformado las escuelas, universidades y diversos sectores en donde han sido implementadas. Son una herramienta importante basada en relaciones horizontales y solidarias que han construido y desarrollado proyectos y transformaciones alrededor del mundo, así como han fomentado el aprendizaje y educación mutua entre los actores involucrados. ¿Por qué no transferir modelos exitosos de la educación y crear comunidades de aprendizaje para el desarrollo de la diplomacia científica en América Latina?
Contacto:
Luisa Echeverría
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