Las elecciones no son cada seis años

Ahora que ha pasado la efervescencia electoral y que ya tenemos, por primera vez en la historia un presidente de izquierda, me gustaría hacer unas anotaciones al respecto.

Dichas anotaciones tienen que ver con el título del presente artículo.

Las elecciones no son cada seis años.

Si bien es cierto que cada seis años elegimos al presidente, permítame decirle mi querido/a lector/a que las elecciones las hacemos todos los días. Sí, todos los días.

Muy seguro estoy que Usted hoy eligió que desayunar, o como vestirse, de la misma manera que eligió por quien votar.

Cómo puede ver, muchas de nuestras elecciones pueden ser triviales, mientras que otras son trascendentales, lo que me lleva, como es mi costumbre, a formularme algunas preguntas.

¿Cómo elegimos?

¿Qué elegimos?

¿Por qué elegimos?

Y estas preguntas no son nada triviales, la respuesta a las mismas contiene un significado trascendental para nosotros.

Desayunarse un par de huevos estrellados o unos hotcakes puede ser irrelevante en el último de los casos, a menos que nuestra salud dependa de ello.

Pero las siguientes elecciones, créame no son, en lo absoluto, nada triviales.

Elijo ser honesto o deshonesto

Elijo ser corrupto o no serlo

Elijo poner lo mejor de mí en todo lo que hago o solo lo necesario para irla pasando.

Elijo, ser protagonista de mi propia existencia o víctima de todo lo que me suceda.

Elijo levantarme cada vez que me tropiezo o quedarme caído lamentándome de mi desgracia.

Tal vez pudiera hacer un libro de “elecciones”, pero ese no es mi propósito, por el momento.

Así que dejaré la lista, por ahora.

Supongo que a estas alturas del presente documento, ya se percató Usted de que, efectivamente, las elecciones no son cada seis años, sino que, como ya lo mencioné, las hacemos todos los días.

Los más importante, y trascendente, del asunto es que de dichas elecciones, y no solo de la de cada seis años, depende nuestro bienestar y nuestro futuro.

Ahora que ya ha pasado la efervescencia electoral, insisto, de cada seis años, le dejo una última pregunta.

¿Qué elije Usted todos los días para hacer de éste país, de su hogar, de su comunidad, de su empresa: un lugar del que todos nos sintamos orgullosos?