Las Emociones del Líder
Llevar las riendas de una empresa o de un área dentro de la misma, implica retos que muchas veces pasamos desapercibidos, porque son tan obvios en nuestras vidas que se vuelven invisibles.
Y estos retos tienen que ver con las emociones y las maneras como nos comunicamos con nosotros mismos y, por consiguiente, con las personas que tenemos a nuestro cargo.
Cuando somos cabeza visible en el escenario laboral, nuestras actuaciones tienen un mayor impacto en el comportamiento de nuestro equipo de trabajo pues, cada persona de este equipo se verá reflejada en nosotros como si se miraran en un espejo.
Vivir las emociones que sentimos y colocarlas en un lugar de equilibrio con la razón, es el primer reto.
Reto que se supera un día a la vez y que inicia cuando nos conocemos a nosotros mismos, cuando tenemos el valor de mirarnos al espejo y reconocernos y aceptarnos con nuestras fortalezas y debilidades, frustraciones y alegrías.
Al hacerlo, tendremos claridad acerca de lo que sentimos y si lo que nos molesta fue provocado por asuntos de nuestro interior, no resueltos, o si solo se trata de situaciones externas que nos socaban la paciencia.
Cuando entendemos nuestra dinámica interior, desarrollamos la habilidad para darle la dimensión correcta a cada situación que vivimos y esto nos permite relacionarnos de manera asertiva con los miembros de nuestro equipo.
Dejamos de endosarle culpas y frustraciones propias a nuestros colaboradores y entendamos cuando se trata de nosotros y no ellos.
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El reto es convertirnos en asiduos observadores de nuestras emociones y gestionarlas de manera sana y asertiva. Aunque, es cierto que muchas veces no controlamos lo que sentimos, si podemos decidir cómo actuamos con eso que sentimos.
Al gestionar nuestras emociones asertivamente, abonamos un terreno importante para el reto que implica desarrollar nuestra habilidad natural para comunicarnos de manera inteligente.
El verdadero Liderazgo inicia en nuestro interior, cuando somos capaces de tener una conversación clara y asertiva con nosotros mismos.
Cuando decidimos aportar vida a nuestras vidas con las palabras que nos decimos a nosotros mismos, cuando nos miramos con compasión y nos impulsamos con los talentos que tenemos, cuando reconocemos nuestro error para corregirlo y no para flagelarnos, hemos aprendido a transformarnos con la palabra que sale de nuestra boca, hacia nosotros mismos.
Entonces, tendremos el vaso lleno para darle a nuestro equipo lo mejor de nosotros y apoyarlos a crecer, avanzar y aportar valor, en todo lo que hacen.
Esto no quiere decir que seamos perfectos y que no nos vamos a equivocar como lideres, lo que quiere decir es que tenemos siempre frente a nuestro panorama, caminos posibles para hacer las cosas mejores y que en la medida en que nos trazamos un sendero de cambio interior, nuestra vida se tornará más liviana, llevadera y dejaremos de sobrevivir a lo que no aceptamos y aprenderemos a vivir afrontando con valor y amor lo que elegimos cada día, con nuestras acciones u omisiones.