LAS EMOCIONES DEL PROCESO DE DIVORCIO
MERITXELL CAMATS
ABOGADA DE FAMILIA, COACH EMOCIONAL Y ESCRITORA
Cuando una persona se separa, sea la parte que deja o la dejada, siempre sufre. Hay diversas maneras de demostrarlo, puedes llorar a rienda suela o contener el llanto hasta que te salgan úlceras, puedes empezar a ligar y pasarte las noches de bohemia para olvidar el drama de lo sucedido, que decía Carl Young. Hay personas que se vuelcan en su trabajo, los llamados Workoholics; pues sí hay seres humanos que en vez de ir a un profesional, se dedican a trabajar 12 horas al día, incluidos fines de semana para hacer oídos sordos a la voz en grito que le dice que está solo. Aunque es sólo una voz, la verdad es que suele pesar mucho. En esa voz la persona escucha todas y cada una de las voces de su entorno: su madre le mira con pena, el padre lo ve un fracaso, los amigos le arropan como si fuera un niño desvalido y la sociedad te dice que esto de estar soltero no mola.
En esas, la persona con idea de separarse o arrastrada por la voluntad de su pareja desencantada, acude a ti. Tú ya tienes tus problemas, llevas contigo incluso los mismos a los que tiene que hacer frente tu potencial cliente. Y piensas, ¿por qué tengo yo que escuchar estos "dramones" con lo que tengo encima?
A lo mejor eres del tipo de persona que cuando un amigo te cuenta un desengaño te limitas a decir "qué pena" o "seguro que en tres meses tienes a alguien". A lo mejor ves llorar a un familiar y ni te acercas, no sabes si serás cariñoso o condescendiente. Y no digamos un cliente, no sabes si eres educado o estás cruzando el umbral del profesional de las mil togas.
Y ahora se te planta aquí un ser humano ajeno a tu manada con una serie de innumerables desdichas a cual más calamitosa a nivel familiar y sentimental y te quedas en blanco, bloqueo propio de no saber cómo afrontar las emociones.
Hace poco escuché a una mujer que comentaba que estaba pasando un cáncer y una ruptura de pareja a la vez y, que sin duda, la ruptura era lo peor. Exponía que ya había pasado por un primer cáncer y que estaba segura de que lo superaría. Sólo debía pasar por unas pautas y por un proceso de quimio, pero eso ya lo conocía. Sin embargo y, a pesar de ser su segunda ruptura, no tenía recursos emocionales para afrontar este duelo. Imagínate de haber tenido hijos, comunes o no, la pérdida de la ilusión y proyecto construidos pesan más que la pérdida de la salud.
Esto son conversaciones muy íntimas que debieran tenerse en la primera reunión con el cliente cuando llega con una demanda de separación en la mano o de la mano de la nueva novia para que le redactes la misma. Se ha de tener en cuenta que el cliente es una persona de carne y hueso, con un mundo hondo en emociones, desbordados de pesar y desubicados de su contexto vital, a veces incluso sin haberlo comentado aún con nadie por la verguenza social que aún lastramos, desgraciadamente.
Es por eso que, si crees que no puedes sostener la pena y conflicto de tu cliente, sí puedes, al menos con alguien que te ayude y te oriente en este trance interesante pero complejo de llevar un proceso de divorcio. Si crees que te puedo acompañar, puedes contar conmigo y escribirme, la unión hace la fuerza.