Las empresas y el gran bonete
Las empresas y el gran bonete

Las empresas y el gran bonete

Para quienes no lo recuerdan o no lo conocen, el juego del gran bonete es un clásico de la infancia de mucha gente: se trata de una ronda en la que los participantes deben responder una serie de preguntas absurdamente simples, pero con un pequeño truco. Cuando te toca, hay que responder rápido y con la frase correcta: “¿Yo, señor? No, señor…”. Tiene una dinámica que pone a prueba la agilidad mental y la capacidad de eludir responsabilidades en un ambiente de diversión. Pero, al final, todo se reduce a eso: zafar, pasar la pelota, evadir el turno y asegurarse de que el bonete termine en la cabeza de otro.

Este viejo divertimento infantil ha trascendido a los años y, curiosamente, parece haberse instalado en la cultura de muchas organizaciones modernas. En el día a día corporativo, esa dinámica inmadura de esquivar responsabilidades se transforma en una suerte de tragicomedia organizacional: todos quieren y reclaman la foto en el podio con la medalla de los logros, pero cuando llega el momento de asumir los fracasos, la respuesta sigue siendo la misma: “¿Yo, señor? No, señor…”. Y así, el sombrero de los malos resultados queda flotando sin dueño, mientras la culpa se dispersa en una nube de excusas y evasiones.

En esa circunstancia, el peso de las decisiones equivocadas y los proyectos que no arrancan o nunca finalizan, queda flotando como un sombrero que nadie quiere ponerse ni del que ninguno quiere hacerse cargo. Porque asumir la responsabilidad no es lo mismo que colgarse un galardón, ya que aquello implica esfuerzo, autocrítica, compromiso y, sobre todo, una valentía que lamentablemente escasea. Pero no, mejor es repartir culpas y jugar a pasarle el bonete a otro, mientras el problema sigue plantado ahí en medio de las oficinas, recordándonos que en esta tragicomedia corporativa, nadie es realmente inocente del todo.

Las victorias tienen 100 padres mientras que la derrota es huérfana, reza un viejo dicho que le atribuyen a Napoleón. Y así cuando el viento sople a favor, todos querrán ser parte del éxito; se repartirán pulgares arriba y palmaditas en la espalda ante el triunfo. Pero cuando las cosas comiencen a torcerse, el entusiasmo desaparecerá rápido. Y ahí estarán, los mismos que hasta ese momento habían acompañado alzando la mano para el aplauso, desmarcándose con frases evasivas: “Eso no era mi área”, “Si yo tuviera poder de decisión no lo hubiera hecho”, “Nunca estuve de acuerdo”, o el tradicional : “Yo solo seguía órdenes”. Nadie quiere ponerse el sombrero de la responsabilidad porque es un accesorio que pesa demasiado, como si el desastre hubiera llegado por arte de magia y no por propias decisiones. Y así, generalmente la derrota quedará huérfana, sin dueño, sin responsables, mientras las verdaderos causales seguirán en el aire, esperando a que alguien tenga el coraje de enfrentarlos.

Todos se llevarán un poco de culpa a su casa, aunque nunca la admitan, y los resultados fallidos los terminarán pagando el trabajo y el prestigio de todos, además de la reputación de la empresa que los contiene. La solución, sin embargo, es tan evidente como ignorada: se necesita más decisión y menos procrastinación. Que cada uno se apropie de su rol a cualquier efecto y deje de pasar la pelota, porque solo así se puede construir en conjunto algo que valga la pena

La cultura de "hacerse el distraído" se ha perpetuado en muchas compañías, y las consecuencias son siempre las mismas : una organización que no avanza, que se cree su propio relato, que se enreda en sus excusas y que, en el fondo, ha perdido el norte. Porque al final del día, el desempeño colectivo es de todos, tanto en las buenas como en las malas, y hasta que en las empresas no se dejen de pasar el bonete de unos a otros para justificar malos resultados, seguirán los aplausos huecos a lo superficial y lo periférico, pero mientras tanto lo esencial seguirá sin resolverse y las responsabilidades por ello continuarán sin padres ni propietarios.

Artículo originalmente publicado en TRANSFORMATIO

Gerardo Cappella

Ingeniero Industrial - Analista de datos - Gestion de Inventarios

3 meses

Muy bueno Alejandro. Será hora de comenzar a cambiar la cultura organizacional, y tal vez reconocer a aquellos que reconocen sus errerores. No digo premiarlos, pero tal vez mencionarlos como ejemplo a seguir. Al final del día el error es parte del ser humano. Saludos.

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Más artículos de Alejandro Asenjo

  • Cambio: del dicho al hecho

    Cambio: del dicho al hecho

    Hablar de transformación está de moda y espero sinceramente que deje de estarlo, porque no es solo algo pasajero para…

  • Liderazgo de crisis

    Liderazgo de crisis

    "Los náufragos no tienen buenos modales" nos expresaba en su clase magistral de liderazgo aquel viejo profesor de…

    3 comentarios
  • Radio pasillo

    Radio pasillo

    El radio pasillo es esa vieja alternativa de comunicación que, aunque no figure en los manuales de gestión, siempre…

  • Creatividad: ¿Genética o hábito?

    Creatividad: ¿Genética o hábito?

    La creatividad parece un don misterioso, algo reservado para unos pocos elegidos. Pero, ¿es realmente así? ¿O todos…

    1 comentario
  • Actores de reparto

    Actores de reparto

    En el teatro empresarial moderno, estamos acostumbrados a fijarnos en las estrellas. Esos actores que, como…

    3 comentarios
  • Conexiones creativas

    Conexiones creativas

    La creatividad en la empresa no es solo lanzar una buena campaña de marketing o inventarse un eslogan ingenioso. No es…

    7 comentarios
  • El NO del líder

    El NO del líder

    En el ámbito del liderazgo empresarial, el arte de decir "NO" es una habilidad crucial que, paradójicamente, a menudo…

    10 comentarios
  • La incomodidad del talento

    La incomodidad del talento

    En el ámbito de las organizaciones, los individuos que se destacan se enfrentan a un fenómeno que va más allá de la…

    4 comentarios
  • Tribalismo corporativo

    Tribalismo corporativo

    En ese amplio campo de batalla con que podría simbolizarse la vida organizacional, las tribus modernas no visten…

  • Volver a los fundamentos

    Volver a los fundamentos

    Las organizaciones se enfrentan a una tormenta perfecta de riesgos complejos e interconectados: económicos…

    4 comentarios

Otros usuarios han visto

Ver temas