Las pensiones están "garantizadas"
(artículo originalmente publicado en El Periodico de Catalunya, el 14/10/2017)
Mientras la atención gira en torno a la crisis territorial en España, hace unos pocos días miles de jubilados reivindicaban pensiones dignas. El debate es una cuestión que tiene fácil solución. Como en la mayoría de las políticas económicas y las decisiones presupuestarias del Gobierno, se trata de una cuestión de prioridades.
Fijemos los argumentos de la manera más concreta posible. Haciendo números redondos, las pensiones nos cuestan cada año unos 140.000 millones de euros, para cubrir aproximadamente a 10 millones de personas, y es de largo el gasto más importante del Estado. No hay problema; los presupuestos generales del Estado prevén unos ingresos para el 2017 de más de 290.000 millones de euros, es decir, más del doble. Aunque es cierto que hemos acordado dotarnos también de un sistema público de salud, de educación, de infraestructuras, y tenemos que pagar los sueldos de millones de empleados públicos, lo cual supone un esfuerzo cada vez mayor.
Queremos prestaciones "dignas", y tendremos las que estemos preparados para pagar o las que obtengamos de lo que estamos dispuestos a renunciar
'Babyboomers' pensionistas
Y es cierto también que, afortunadamente, la esperanza de vida sigue subiendo, y que está llegando a la edad de jubilación toda una generación de 'babyboomers' que puede añadir en los próximos 15 años otros 10 millones de personas a la nómina de los pensionistas, lo cual implica que en menos de una década se podría producir una situación en que el Gobierno se viese obligado a gastar prácticamente todos su ingresos en pagar la nómina de las pensiones. ¿Y qué haríamos entonces con todo el resto de los gastos que ahora estamos realizando? ¿Qué pasa con la salud y los medicamentos, que constituye la otra gran fuente de gasto para el sistema público?
No es descabellado pensar que lleguemos a esa encrucijada antes de lo que pensamos, y entonces nuestra sociedad tendrá que hacer un importante ejercicio de madurez. Deberá ser consciente de lo que cuesta pagar los servicios que queremos, y deberá decidir como quiere pagarlos, si es que quiere pagarlos. Si queremos que las pensiones sean un instrumento puro de política de rentas (y por tanto, solo las percibirían aquellos que no puedan permitirse mantenerse por ellos mismos) o si estamos dispuestos a pagar más impuestos para cubrirlas de manera universal. O renuciar a alguno de los gastos en los que actualmente invertimos parte del presupuesto. Sin contar que ya debemos el equivalente a nuestro PIB (alrededor de un billón de euros), lo cual nos genera unos gastos en intereses de más de 30.000 millones de euros cada año.
Incumplir lo prometido
En el momento en que algunos hablan de establecer una renta básica universal, nos damos cuenta de que quizá no podamos pagarles a los jubilados aquello que les habíamos prometido, y por lo que han cotizado durante toda su vida.
En el fondo se trata de lo mismo: mantener un Estado del bienestar completo que garantice ciertos niveles de igualdad en una sociedad desarrollada y envejecida requiere un esfuerzo muy grande, que deberemos aprender a alimentar y sostener. Hay dinero, y habrá dinero, pero no para todo. Queremos pensiones "dignas" para todos, y tendremos exactamente aquellas que estemos preparados para pagar, o aquellas que obtengamos de lo que estamos dispuestos a renunciar.