"Las secuelas de la pandemia en la salud mental de los adolescentes"
Extracto del articulo de Cristina Bisbal Delgado. Madrid, 2021, que me pareció muy atinado para este nuevo año lectivo que estamos comenzando.
¿Qué les está pasando hoy a muchos de nuestros niños y adolescentes en el 2021?
Hemos observado una serie de sintomatología que hoy acusan los adolescentes al incorporarse a la presencialidad son: la irritabilidad y dolores de cabeza, pudiéndose transformar en ansiedad, trastornos del sueño y depresión. La O.M.S. habla de que lo que sienten es una "fatiga pandémica". Observamos en ellos apatía, desánimo, preocupaciones persistentes, baja motivación. El Dr. en Neurología Hernando Pérez, especialista en sueño dice" estamos viendo un importante aumento de cefaleas tensionales, mareos, insomnio", así como mal humor, nostalgia, tristeza y pensamientos negativos, a los cuales nosotros como padres debemos estar atentos, sin perder de vista que todas estas características son propias de la adolescencia. Lo que sucede desde mi perspectiva es que debido a la casi inactividad durante el año 2020, podemos ver exacerbado la falta de energía, para iniciar actividades que anteriormente realizaban sin problemas, como observar si aparece un mayor numero de preocupaciones o miedo excesivo ante la muerte y/o la enfermedad. La Dra. Natalia Ortega denomina a este fenómeno como "cronotipo búho" por la falta de higiene del sueño, ya que hace unos meses atrás, no tenían obligaciones de ir a clases a diario. Refiriéndose con este término a que los adolescentes se acostaban y se levantaban tarde, produciendo el síndrome de fases lo que provoca ir con sueño a colegios e institutos, aumentando los síntomas explicados anteriormente. La realidad es que ellos no han podido vivir esta etapa de forma natural ya que apenas pudieron socializar, requerimiento fundamental para el desarrollo de la personalidad y el autoconcepto, mas las nuevas modalidades de aprendizaje y académicas, como la relación con sus pares, la capacidad de resolución de conflictos, no tuvieron oportunidad de romper con las reglas parentales y así desarrollar su autoestima resumiéndose en una menor sensación de libertad debido a una convivencia estrecha y un mayor control por parte de los adultos. Se han visto obligados a socializar a través de diferentes dispositivos, potenciando mas horas frente a las tecnologías, en detrimento del sueño, comenta Pérez. Según Ortega implicó un mayor aislamiento, inactividad, falta de motivación sobre otros aspectos de la vida. No olvidemos además que todas las familias fuimos testigos de cambios importantes en la rutina, lo que les provoca mayor incertidumbre, sentimientos de indefensión, pérdidas que generan frustración y desánimo. La Dra. Ortega habla de la importancia de hacer el mayor esfuerzo posible por lograr un canal de comunicación y de escucha como forma de devolverles la confianza.