Latinoamérica amenazada por la sequía
Sabemos que una de las noticias más importantes del año es el “Cambio Climático Irreversible", y particularmente, la actual sequía en el Cono Sur de América, que está provocando desde interrupciones en el comercio mundial hasta la disminución de la capacidad de generación de energía en algunas de las zonas más ricas de la región.
En general, Latinoamérica tiene escasez y mala distribución de agua. Ya en 2006, el Consejo Mundial del Agua lamentaba que 77 millones de personas de la región carecen de acceso a agua potable y, a juzgar por los últimos titulares, no parece que se haya avanzado mucho.
Esto es extraño, porque en apariencia Latinoamérica está bendecida por el agua. Mientras que la región alberga sólo el 8% de la población mundial, también contiene el 30% del agua dulce del mundo, aproximadamente. Latinoamérica también recibe aproximadamente el 30% de las precipitaciones mundiales cada año. Es decir, en términos per cápita, los países de Latinoamérica deberían ser ricos en agua. Según el “Indicador Falkenmark”—una de las estadísticas más utilizadas para evaluar el estrés hídrico—sólo tres países de la región se acercan al umbral de escasez de agua: Haití, Barbados y Antigua. ¿Dónde está el problema, entonces?
La respuesta, en una palabra, es la geografía. Según Abel Mejía, uno de los principales expertos en agua del Banco Mundial y autor de un estudio de la Universidad de California sobre la escasez de agua en Latinoamérica, el problema radica en la ubicación del agua en muchos de los países de la región. Los recursos hídricos de la región se encuentran principalmente en el interior, pero las ciudades están situadas, a escala regional, principalmente cerca de la costa (un subproducto del colonialismo, ya que estaban destinadas a “exportar” materiales a las metrópolis imperiales de España y Portugal). La urbanización y el desarrollo del suelo no han hecho más que agravar el problema.
Foto: Banco Mundial
Tomemos tres ejemplos del Informe de Mejía.
En México, 77% de la población vive en la meseta central y norte, situada a más de 2,000 metros sobre el nivel medio del mar. Aquí es también donde tiene lugar 84% de la actividad económica de México. Sin embargo, 72% del agua de México se encuentra en el sur del país.
La situación es aún más pronunciada en Perú, donde 90% de la producción económica se localiza a lo largo de la costa del Pacífico, pero donde sólo se encuentra el 1% del agua del país. En otras palabras, la parte más dinámica de Perú desde el punto de vista económico es también la que sufre más estrés hídrico.
Y luego está Venezuela. Éste es un mapa de donde se concentran los yacimientos petrolíferos y las infraestructuras de Venezuela. Según los cálculos de Mejía, allí reside 90% de la población y la actividad económica de Venezuela. Sólo 10% de la disponibilidad de agua de Venezuela está en la misma región, gran parte del resto se encuentra al sur del río Orinoco, lejos de la costa venezolana y de los recursos que hacen que las potencias extranjeras saliven por el potencial perdido de Venezuela.
La situación se repite en el resto de Latinoamérica: los recursos hídricos de Brasil están en el Amazonas, donde no vive nadie; el agua de Chile y Argentina procede de los glaciares de la Patagonia y la cordillera montañosa de los Andes, muy lejos de los centros económicos y de población de Santiago y Buenos Aires. Como resultado, 16 de las 20 ciudades más grandes de Latinoamérica se enfrentan ahora al estrés hídrico, y al menos tres podrían agotar su suministro de agua por completo (São Paulo, Lima y Ciudad de México).
Foto: El Peródico
São Paulo estuvo a punto de quedarse sin agua en 2016 debido a una sequía, según un informe de la BBC de 2018, y un estudio académico sugirió que Río de Janeiro debería añadirse a la lista.
Sin embargo, es claro que la geografía no explica totalmente la situación. Hasta cierto punto, el agua en Latinoamérica es también el resultado de una mala política pública de desarrollo regional y urbano. Aproximadamente 40% de las aguas residuales de la región no se tratan, lo que significa que se vierten en los lagos, ríos y océanos de la región. Y lo más incomprensible es que la inversión estimada necesaria para mejorar la situación es relativamente pequeña.
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Según el Banco de Desarrollo de América Latina, bastaría con que se dedicara un 0.3% del PIB anual regional durante los próximos 10 años para reorientar las políticas públicas de desarrollo regional y urbano corregiendo así los rasgos más graves de esta problemática. Es decir, unos 145 mil millones de dólares, un costo pequeño si se tienen en cuenta los avances en salud pública y productividad que probablemente se producirían.
EN PERSPECTIVA, la buena noticia es que, a diferencia de otras zonas del mundo, Latinoamérica tiene el agua que necesita. La cuestión ahora es si la región puede darle un buen uso, o si la distribución desigual de sus recursos hídricos se convertirá en una nueva fuente de competencia entre naciones, como ocurre en otras zonas del mundo con problemas de agua, y donde el cambio climático está conspirando para empeorar aún más las cosas.
La región necesita superar décadas de malas políticas públicas. Y la verdad sea dicha, los países latinoamericanos deben saber que tienen su destino en sus manos, por lo cual no pueden seguir eligiendo líderes sociales incompetentes y carentes de visión, si quieren mejores resultados en la toma de decisiones estratégicaas donde su sobrevivencia está implicada.
¿Tú qué opinas estimado lector?
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