Lecciones del mundo de la educación
En este artículo encontrarás algunas de mis experiencias dentro del mundo de la educación, escrito con el propósito de animar a más personas a sumarse contribuyendo activamente al sector.
Nota importante: Nunca fui docente, aunque espero serlo algún día.
Trabajé por más de 4 años en el área de Bienestar de una universidad y desde la primera semana que conviví con estudiantes, percibí que mis palabras eran escuchadas con el interés de una persona que busca hallar respuestas. Y mis acciones eran observadas con el interés de un niño que observa por primera vez un comportamiento en otra.
2. Escuchar a los estudiantes implica validar sus ideas.
El poder de la escucha activa lo viví de primera mano. No solo porque el vínculo de confianza que construyas con los estudiantes será enormemente reproducido hacia otros, sino porque pueden llegar a ser escasos los espacios donde encuentren validación sobre sus ideas o iniciativas.
3. La diferencia entre cuestionar la idea de alguien versus invitar a alguien a cuestionar su idea.
Ningún día es igual y mantener la mente abierta frente a los retos cotidianos te ubica en un entorno de constante aprendizaje. No podrás obviar los momentos en los que te reconoces claramente cuestionado las ideas de un estudiante, en lugar de ayudarle a pensar desde otra perspectiva. Lo notarás de manera muy evidente en su forma de hablar, mirar y escuchar.
4. Habrá preguntas que nunca te hiciste y te tocará decidir entre responderlas o no.
Dentro de mis labores, solía dictar talleres instructivos de liderazgo, gestión de proyectos, entre otros temas, para estudiantes que iban camino a obtener el título de una carrera profesional. En estos espacios nacían preguntas que podrían ser calificadas como esas introspectivas que tienes miedo de responder, incluso estando a solas. Y recuerdo claramente algunas que me marcaron: “Y, ¿qué se siente trabajar 8 horas a diario?”, “¿Por qué existe el trabajo?”, “¿Cómo puedo sentirme bien si me va mal en la universidad?”.
5. Más que enseñar, te vuelves a educar y cuestionas lo que creías como cierto.
Cada mes brindaba asesoría en temas de gestión a alrededor de 35 organizaciones estudiantiles, grupos de alumnos con muchas ideas, creatividad e iniciativa. Esto implicaba volver a estructurar todos mis conceptos convencionales sobre lo que aprendí en 6 años de una carrera de Gestión Empresarial y adecuarlos. Si bien las generaciones cambian, sus necesidades aún más. La educación tradicional ya no funciona para todos y debemos reaprender para pretender enseñar.
6. Te proyectarás en lo que te cuentan o escuchas de las experiencias de los estudiantes.
Construimos un programa bastante interesante para brindar apoyo a las organizaciones estudiantiles y muchas veces sonaban frases como “no recibimos apoyo de la universidad”, “no nos escuchan”, “presentamos este feedback y no se hace nada”. Recuerdo claramente que cosas similares me pasaban a mí cuando estaba en la universidad y era un reto evitar no tomar una postura unilateral, sin embargo, mi posición debía ser diferente. Esta vez ya no era alumna, ahora debía entender el trasfondo de lo ocurrido para brindar apoyo de manera objetiva.
7. Tus palabras siempre tienen una responsabilidad emocional sobre la vida de los estudiantes.
Pese a que no brindaba consejería psicológica, pude vivir algunos hechos retantes con casos diversos de estudiantes que pasaban por crisis emocionales que los sobrepasaban. Muchas veces, se acercaban a mí buscando con quién conversar al respecto y, en su mayoría, implicaba simplemente escucharlos, evitando emitir un consejo innecesario que pudiera minimizar sus emociones.
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8. Recordarás cada experiencia por el significado que te traen esos recuerdos.
También hacíamos eventos de convivencia universitaria. Esta parte era bastante divertida pero agotadora en su máxima expresión. Era muy fácil notar cómo su comportamiento cambiaba frente a retos de competencia en los que ponían su mayor empeño por sobresalir. Recuerdo muchas anécdotas, desde que un grupo de representantes de una carrera no aceptaba la derrota y lloraba para expresar su frustración, hasta que sus intenciones de ser los mejores te inspiraban.
9. Si un día tu energía cambia, se notará y recibirás palabras genuinas de aliento.
La oficina donde trabajaba era un espacio muy concurrido por los estudiantes. Bueno, era el área de bienestar, por ende el espacio era libre y podían ingresar simplemente a saludarte, conversar o buscar ayuda. Sin embargo, si notaban algún cambio en el ánimo o humor de las personas que estábamos en la oficina, mostraban muchísima empatía e incluso se invertían los roles y nos preguntaban a nosotros, como equipo de bienestar, si todo iba bien.
10. No se trata de enseñar, sino de cuestionarte qué estás aprendiendo.
Y si te preguntas cómo hacerlo, no tengo una respuesta programada pero sí una técnica, llamada observación constante, esa que te permite readaptar tu conocimiento y creencias para ayudar a los demás a emprender su camino al aprendizaje.
Cuando renuncié a mi trabajo en este sector, que de hecho fue mi primera renuncia laboral, me quedé con la frase de una alumna. Me dijo en una de las últimas asesorías
“Yul, pero si te vas, quiere decir que no estarás para cuando nos graduemos”.
En ese momento pude entender que había contribuido de alguna manera pequeña pero significativa en su entorno, a tal punto que tuviera en consideración mi presencia para un evento importante que sucedería en más de un año.
Sin duda, difícil la despedida, formé un grupo de amigos más que compañeros de trabajo, la mayoría psicólogos, que me enseñaron a empezar a construir mi perfil y habilidades profesionales. Les estoy enormemente agradecida y lo increíble es que siempre seguimos en contacto. Hasta este párrafo final, estoy convencida de que mi ciclo aún no terminó y la intención de seguir aportando al mundo de la educación creció aún más después de todas estas experiencias vividas.
:)
Aperturé este espacio por primera vez y ¡qué bien se siente! Dejaré aquí los espacios donde podemos seguir en contacto: