LHA, el desarrollo de los más "peques"

LHA, el desarrollo de los más "peques"

El lenguaje, el habla y la audición son cruciales en el desarrollo de los niños. La mayoría de los niños oyen y escuchan desde el nacimiento, aprenden a hablar imitando los sonidos que tienen alrededor, las voces de sus seres queridos. Por tanto, para conseguir una correcta articulación de los fonemas es fundamental una audición correcta.

Podemos decir, por un lado, el habla es la capacidad de emitir los sonidos, mientras que el lenguaje se refiere a la habilidad de comprender y utilizar estos sonidos, y la audición es necesaria para el desarrollo adecuado tanto del habla como del lenguaje, en definitiva, para la comunicación y el aprendizaje de los niños. El lenguaje supone un instrumento básico para relacionarse, un acto de comunicación que permite intercambiar ideas y emociones, y se halla estrechamente ligado a la inteligencia y al pensamiento, pues para llegar al lenguaje tenemos que ser capaces de imaginar y recordar, tener el símbolo de las cosas sin que éstas estén delante. Si un niño no cuenta con esta posibilidad para comunicarse con los demás, puede quedar limitado en muchos aspectos de su día a día.

En definitiva la sordera supone un retraso en el lenguaje oral, lo cual repercute en múltiples esferas del crecimiento normal del niño. Un acceso tardío o incompleto al lenguaje oral influye y retrasa el desarrollo del pensamiento lógico y racional, retrasa el desarrollo de la memoria, dificultando el aprendizaje de la lectura e influyendo sobre el rendimiento académico del niño.

¿Cuáles son los principales efectos de la pérdida de audición en el desarrollo del lenguaje?

El vocabulario: los niños que tienen pérdida de audición desarrollan con más lentitud el vocabulario. Aprenden con mayor facilidad palabras concretas como "gato", "cinco" y "rojo" que palabras abstractas como "antes" o "después". También tienen dificultad con las palabras funcionales como "un", "que", "de" y el".

La estructura de las oraciones: entienden y construyen oraciones más cortas y sencillas que los niños con audición normal. Tienen a menudo dificultad en entender y escribir oraciones compuestas, como las que contienen oraciones subordinadas relativas ("mi amigo, el que vino el otro día al cumpleaños, ha faltado hoy") u oraciones en voz pasiva ("los exámenes fueron colocados por los estudiantes de prácticas").

La articulación de los sonidos: los niños con perdida de audición suelen tener dificultad para entender o diferenciar algunos sonidos, como "s-t", "b-p-m", "g-k" y, por lo tanto, los confunden o no los incluyen al hablar, lo que dificulta la inteligibilidad del habla. Es posible que no escuchen su propia voz al hablar, por lo que hablan demasiado alto o demasiado bajito.

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