Liam Echavarría Molloy

Sìsifo, el hombre que habla con su roca.

Sísifo es el más astuto de los mortales, fundador de la ciudad de Corinto, donde se fabricaban los mejores trirremes de Grecia. Cuentan como mitos algunos de sus historias que comprenden siempre el engaño y la poca moralidad de este mortal. En la noche de bodas de Anticlea y Laertes, Sísifo seduce a la joven novia, de manera tal que el vástago que pare más tarde, se llama Odiseo o Ulises, quien luego se jactará de decirlo como muletilla: " la astucia antes que la fuerza". 

Puede ser que Sísifo se metiera a fondo en las incontables aventuras amorosas del padre del Olimpo. Dicen que divulgó los amores de Zeuz con Egina, una bella doncella; parece que tampoco importaba si era bella. Una versión dice que la represión de Sísifo fue inmediata, fue fulminado al Hades donde debe subir una roca que prestamente bajará al llegar a la cima de una alta montaña. Otra versión con los mismos ingredientes es más exquisita e incluso más creíble, al menos le da más réditos al engañador profesional fundador de Corinto. Zeus puesto al descubierto por Sísifo, despacha a Tánatos, el varón de la muerte para que arrastrara al Sísifo, al profundo Hades y pagara su indiscreción. Alertado Sísifo por la presencia del oficiante de los muertos, se apresura y reduce a Tánato como su prisionero. Las consecuencias fueron desastrosas, alteraba el gran orden cósmico, nadie moría y seguramente la humanidad festejaba rotundamente esta inversión de la vida permanente, ninguna hoja caía del árbol porque no había más otoños. El propio Zeus se presenta ante Sísifo y lo amenaza y ordena que suelte a Tánatos. Antes de partir hacia el Hades, Sísifo le dice un secreto a su esposa, la pléyade Mérope: " no me hagas los ritos fúnebres que me corresponden....". Pronto sabremos por qué Sísifo apela a esta penosa ignominia. 

Llegado al infierno ante Hades, éste le pregunta sobre su disposición de ánimo tan elemental, tan espantosa. Sísifo alega a la falta insensibilidad de su esposa, alega reconocer que su matrimonio siempre fue una farsa y dicha acción lo hunde en un infierno psicológico más elemental que tocarse el duro mentón frente al dueño del infierno. Seguramente con falsas lágrimas, le sacó a Hades el permiso para volver a la tierra para averiguar y vengar las ofensas de su esposa. Una vez más en la tierra de los campos verdes y los cielos de profundo azul, Sísifo no pudo ser localizado y vivió como fugitivo un montón de años más, claro, nunca suficientes, nunca muchos. Murió de viejo y solo, Tánatos lo crucificó a su roca circular. Albert Camus hablando de la roca de Sísifo interpreta que la roca no es otra cosa que el diario trabajo sin pasión y con mala paga que enfrentamos todos los días en nuestros despachos, fábricas y casas, cuando estamos partiendo entra un ordenanza con la bandeja hasta el tope del día de mañana.

Yo acuso a los dioses de empujarnos a amar la muerte porque nos cortan el hilo con la vida pudiendo evitarlo. 

"Ah, este viejo Sísifo engañador profesional, estafó al Hades, estafó los cielos. Lo condenaron a subir una roca inestable, dramáticamente muda. Pero Sísifo los vuelve a engañar a todos dioses y testigos, cuando baja a buscar la roca al fondo de su valle, piensa en la roca, ama a su roca a la que humanizó con sus monólogos, termina aceptando que es como decir de alguna manera, amando su castigo. Sabe que no tiene redentor, lo tranquiliza, la más mínima esperanza lo llenaría de terror. Los dioses y sus porteros lo saben por otros ejemplos heroicos, hay hombres impredecibles, ahora se llama sindrome de Estocolmo"