Libertad de prensa, derecho ciudadano
Resultaría irónico, si no fuera por el drama que supone la pérdida de seres humanos, que hoy, "Día Mundial de la Libertad de Prensa", aún tengamos que lamentar que dos periodistas españoles, David Beriain y Roberto Fraile, hayan sido asesinados hace unos días en el estado africano Burkina Faso.
Y digo irónico porque fue en Namibia, país del continente africano, hace justo 30 años, donde se celebró la 26ª reunión de la Conferencia General de la UNESCO, fruto de la cual se proclamó, el 3 de mayo de 1991, la Declaración de Windhoek sobre "el pluralismo y la independencia de los medios de comunicación".
Punto 6 de la Declaración de Windhoek: "En el África actual, pese a los acontecimientos positivos que se han registrado en algunos países, periodistas y editores son víctimas de represión en muchos países -son objeto de asesinatos, arrestos, detenciones y censura-, y se restringen sus actividades por diversas presiones económicas y políticas, (...)".
Los periodistas africanos hicieron entonces un llamamiento internacional en la defensa de la profesión, la defensa del derecho a informar libremente sin recibir por ello represalias, algunas de las cuales significaban la pérdida de sus propias vidas. La Organización de Naciones Unidas (ONU) tuvo en cuenta esta reclamación y, dos años más tarde, en 1993, declaró el 3 de mayo como el Día Mundial de la Libertad de Prensa.
El lema que este organismo ha elegido para 2021 es "La información como un bien común", haciendo énfasis en tres aspectos concretos:
- Medidas para garantizar la viabilidad económica de los medios de comunicación;
- Mecanismos para garantizar la transparencia de las empresas de Internet, y
- Mejora de las capacidades de alfabetización mediática e informacional que permitan a la gente reconocer y valorar, así como defender y exigir, al periodismo como parte fundamental de la información como un bien común.
A nadie se le escapa que, 30 años después, tanto en países del continente africano como de otros continentes la libertad de prensa se encuentra mermada e, incluso, perseguida y aniquilada, especialmente en aquellos sometidos a regímenes dictatoriales.
¿Nuevas? amenazas a la libertad de prensa
Pero las democracias, hasta las más maduras, no se libran hoy de la tentación de querer coartar el derecho a la información mediante presiones a periodistas concretos o a las empresas para las que trabajan. Dos son, en mi opinión, los riesgos que pueden cercenar en nuestros días ese derecho: la autocensura y la inmediatez, aclarando que siempre hablo de la libertad de prensa como derecho del ciudadano, no solo del profesional de la información.
Las presiones que reciben algunos periodistas -cualquiera que haya seguido mínimamente la campaña electoral de cara a los comicios de mañana en Madrid sabrá de lo que hablo- puede llevar a que algunos de ellos, por las campañas de acoso que reciben especialmente en redes sociales, decidan "modular" (autocensurar) sus informaciones u opiniones para evitar ese señalamiento, ese hostigamiento del que son objeto por parte de algunos partidos políticos. Esas presiones, no nos engañemos, también pueden venir de otro tipo de organizaciones, aunque quizás sean menos visibles.
La inmediatez de las redes sociales supone también, en mi opinión, una amenaza: la falta de tiempo para poder contrastar las informaciones con el fin de llegar antes que la competencia trabaja en perjuicio del buen periodismo, lo que, a su vez, va en contra del derecho de la audiencia a estar bien informada. Sin duda la crisis generada por esta pandemia ha afectado aún más a las empresas periodísticas, que se han visto en la necesidad de cobrar los contenidos on line para su supervivencia; y contenidos/informaciones exclusivos contribuyen a generar más ingresos, por lo que el rigor podría verse lesionado.
Como inciso, las redes sociales no son medios informativos, ya que no se someten a código deontológico periodístico alguno, y se han convertido en un altavoz de rumores y noticias falsas (Falsa bandera, noticas falsas y periodismo amarillo) que empobrecen la calidad informativa.
Voltaire (1694-1778): "No estoy de acuerdo con lo que dice, pero defenderé con mi vida su derecho a expresarlo"
La libertad de prensa, la libertad de información, es un derecho de los ciudadanos, y la profesión periodística ejerce un servicio público que no debería verse minado por presiones de ningún tipo, ni ajenas, ni propias. Solo así las sociedades democráticas serán más plurales, más abiertas y más libres.