Liderazgo Infantil y Patriotero
La situación actual de liderazgo encarnada por los “líderes” mundiales recuerda a los problemas que se observan en la etapa básica de educación primaria durante la infancia: peleas inmaduras e infantiles en donde la bravuconería, la malcriadez y las peleas violentas e inútiles estaban a la orden del día.
En este kindergarten que tenemos como escenario, por un lado, Putin declara una guerra que él mismo se ha construido y cuya única causa tiene que ver con nostalgias del pasado. Pese a sus alegaciones (para las cuales no tiene evidencias) de que hay un genocidio en el Dombás, lo cierto es que una revisión a sus ensayos de historiador aficionado, le quitan por completo la careta: se cree dueño de Ucrania y la quiere para él. Punto. Es aquel niño fuerte y tonto de la guardería que va atropellando a todo el mundo y al que nadie le pone un parado porque “se puede poner muy violento y acabar todo muy mal”.
Del otro lado tenemos al presidente de Ucrania, Zelenski, que pese a todo el bombo y heroísmo que se le quiera atribuir como defensor de los valores democráticos europeos y la dignidad humana, lo cierto es que ha decido pelear una guerra suicida que, no nos engañemos, tiene tarde o temprano perdida. En el medio, miles de sus ciudadanos morirán en vano bajo un patrioterismo injustificable. La vida es más importante que defender banderas o ideologías. Embarcarse en una guerra perdida es un acto de total irresponsabilidad para con su población y el mundo. Continuar el juego bélico, hacer llamados para que la gente deje de estudiar y se levante en armas o hacer peticiones a la Unión Europea que encienda mas la guerra, son actos que hay que rechazar. Es aquel niño amedrentado de la guardería, que, pese a saber que va a perder la pelea con el grandulón, arrastra a todos los amigos con él y genera un enfrentamiento en el que todos salen perjudicados.
En el medio, está la Unión Europea y Estados Unidos que intentan detener la pelea, pero sin meterse, no vaya a ser que le caiga un golpe del bravucón y se hagan daño a si mismo. Por momentos se ven tentados a intervenir y lo hacen, pero por lo general añadiendo más leña al fuego. Y por último está China, India y el Medio Oriente que juegan a una indiferencia estratégica que poco aporta a la situación.
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Lo peor de todo es que, probablemente, si hiciésemos una encuesta a todas las personas que son representadas por estos líderes, la mayoría estaría en contra de lo que está pasando y de las decisiones que están tomando. Así, todos ellos se encuentran sumidos en su “pelea de infancia” mientras el resto del mundo paga las consecuencias.
La única diferencia, quizás, es que, contrario al juego de los niños, la pelea de los “líderes” mundiales afectan al mundo, hacen daño a escala y muere gente. Mucha gente.
No estoy queriendo decir que simplemente habría que dejar que Putin se saliese con la suya. Pero creo que hubiesen podido ocurrir escenarios distintos, lejos del enfrentamiento bélico y que llevasen a los mismos resultados. No hay que llegar al extremo de ver sangre para despertar y actuar. La guerra, en sí misma, es la mayor evidencia del fracaso de todos los "líderes" mundiales.