Llamándose a sí mismo

Siempre pienso que aprendí a conectarme conmigo misma a través de la pintura cuando murió uno de mis hermanos. No fue en sí su muerte lo que más me desafió, sino todo el movimiento que ocurrió en esa etapa de mi vida. Tenía 12 años.

Nadie me enseñó a hacerlo y nunca he querido perfeccionarlo, es una área pisciana pura de mi vida en donde mi virgo pide permiso para entrar y se entrega cuando ya no ve salidas.

Pinto para darme cuenta de lo que me pasa.

Pinto para ver qué hay debajo de las palabras.

Pinto para encontrar calma.

Pinto para comprender la inmensidad que me habita.

Pinto para hacer pausa y respirar.

No hay recetas para encontrarse a uno mismo, algunos viajan, otros hacen deportes, otros leen, otros estudian, otros cocinan y algunos no hacen nada.

No es obligación encontrarse a sí mismo, quizás algunos nunca se han perdido o no son tan complejos, las etiquetas y clasificaciones no son convenientes cuando hablamos de espiritualidad. Buscarse a uno mismo no es siempre vinculado a la espiritualidad, pero si está escrito en el monte apolo, yo no lo voy a cuestionar. Y por supuesto que muchos se encuentran en Dios, en el Universo y en los Dioses.

Hay una canción que dice: Me desespero de esperarte.

Desear está en nuestra esencia humana y el deseo no solo implica espera. También implica trabajo, perseverancia, tomar decisiones, correr el riesgo de equivocarse, implica miedo, dolor, frustración, ansiedad y estrés.

Eso es cierto, desear es apretar el botón de un torbellino de situaciones, emociones y pensamientos que no son amables. Pero:

Desear, también implica crecimiento.

No nos damos cuenta, pero mientras enfrentamos el miedo a equivocarnos, cuando tomamos decisiones, cuando nos sentimos frustrados, ansiosos y estresados, en simultáneo estamos abriendo la puerta a la evolución. Nos damos cuenta de que estamos hechos, descubrimos lo que queda en nuestra propia caja de pandora cuando todos los demonios han sido liberados.

La vida es ancha y corta, con forma de corazón. Me suena a Chayanne, pero es así. Uno puede hacer muchas cosas en esta vida, vivir en muchos países, dedicarse a muchas profesiones, y tener muchos amores. Y el tiempo es tan corto como un parpadeo. Pero:

No hay mejor experiencia humana que la que uno elige vivir.

Al final de cuentas, el mejor KPI de un ser espiritual no es su dulzura, ni bondad, es la coherencia con que vive la vida que elige vivir.

Quizás por eso es necesario encontrarse a sí mismo, porque permite elegir a partir de lo que somos y lo que queremos.

Encontrarse a sí mismo abre la puerta a la satisfacción de vivir la vida que "uno" elige.