LO AJENO
La mayoría de las personas hemos tenido en algún momento en nuestras manos “bienes” que no nos pertenecen. A veces porque una persona lo dejo olvidado en nuestras manos; aquí aplican las amigas y amigos que dejan cargadores, carteras, encendedores, etc. Otros porque fueron asignados a nuestro cuidado, entiéndase: propiedades a custodiar, caja menuda, autos, artículos de oficinas, entre otros bienes. Y en otras ocasiones, porque lo tomamos por libertinaje; como el caso de los hijos que toman el auto de los padres, usar la ropa de la hermana o hermano, las hijas que usan el maquillaje de la madre, la esposa que se lleva la tarjeta de crédito del marido… ¡ya se podrán imaginar!
Resulta que las personas que poseen “LO AJENO” les resulta (en su mayoría) menos importante. Parten de la premisa que NO ES MIO.
Autos estatales pasan a diestra y siniestra sobre los “huecos” de la ciudad sin tener cuidado de este. Mientras que ese mismo personaje al salir de su entorno laboral toma su auto y conduce con tanto cuidado que hasta los sensores de alerta del auto los activa de manera que pueda evitar dañar su propiedad.
Otros más descarados utilizan los objetos personales o de vestir y cuando el dueño del objeto pregunta por su propiedad, indican NO lo sé, yo lo dejé allí. Después de horas de búsqueda descubres que esta roto, sucio, dañado, sin combustible, etc. etc. y etc.
Al parecer se han olvidado o no les han enseñado que es de suma importancia para nuestro proceso de aprendizaje que aprendamos a manejar las herramientas de vida. Esta herramienta de vida es:
La facultad de conseguir y atesorar bienes.
Pues es la disposición espiritual y no de “compromiso”, la de cuidar los intereses ajenos la que nos permite entrenarnos en cuidar NUESTROS PROPIOS INTERESES.
Cuando practicamos en común acuerdo esta premisa, entonces, nuestros semejantes también, en reciprocidad, cuidarán de nuestro bienestar.
“Sólo quién sabe cuidar lo ajeno puede poseer lo propio.”
George Gurdjieff
Empecemos a cuidar lo ajeno. Dejemos de un lado esa excusa de creer que al no ser nuestro tiene menos importancia o no nos corresponde. Si no somos capaz de aceptar nuestra responsabilidad ante los bienes que se nos dejan no vamos a poder poseer los nuestros.
Recordemos ese adagio que dice: “No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti…”
Por eso te recomiendo:
1. Devuelve en buen estado o mejor de lo que recibiste aquello que te han prestado o esta en tu poder.
2. Pide permiso. No tomes lo que no es tuyo. Y si lo vas a hacer, ten la delicadeza de informar a la otra parte que lo tienes o donde lo dejaste.
3. Si te prestan un auto, ponle combustible (no solo el que usaste) o lávalo. Si te prestan un articulo, devuélvelo limpio.
4. El hecho que no lo pagues tu, no significa que puedas malgastar. Apaga la luz siempre que la veas encendida.