Lo corto que nos quedamos

El mundo de la tecnología del desarrollo de software cambia a cada momento, nuevos frameworks, nuevas funcionalidades de algún lenguaje, actualizaciones, plataformas de desarrollo, editores de código, librerías de diseño de interfaces, metodologías de trabajo, plataformas de control de versiones, gestores de bases de datos, servidores de producción. Todo este cambio pasa de una forma tan vertiginosa que se nos hace imposible abarcarlo todo.

 Desde el punto de vista de la educación universitaria, que es el entorno en el que me desenvuelvo, se le da muy poca importancia a los nuevos avances y se centran siempre en lo fundamental de la carrera. Teorías, pensamiento computacional, algoritmos, estructuras de datos. Temas que en realizada son relevantes para conocer de manera un poco más sólida todo lo que está detrás de las tecnologías, en un nivel más bajo. Pero son tantos años invertidos en ese aprendizaje que nuestros jóvenes, al salir al mundo real, al mercado verdadero, se toca con un mundo tan amplio, tan diverso, tan basto, que no saben que camino elegir, ni siquiera por donde empezar, y es allí que sueltan la frase casi tántrica de siempre: “En la universidad, no nos enseñaron nada”.

Es en ese momento que empiezan un camino de verdadero aprendizaje, muchas veces lo aprenden al garrote. Pero al final terminan aprendiendo el oficio de la programación, diseño, gestión, que los docentes universitarios nos quedamos cortos en enseñar.

Siempre me ha fascinado el mundo del desarrollo y trato de estar siempre actualizado con las nuevas tecnologías para mostrarles a mis estudiantes que no solo existe el mundo Microsoft u Oracle, sino que existe una fauna completa de herramientas de desarrollo, que le harán más dulce y placentero el oficio de programar. Espero tener pronto un grupo de desarrollo que brinde soluciones de software y reclutar a estudiantes que les apasione esto, tanto como a mí, y darles vía libre para que desarrollen todo el potencial, que se que tienen.