Lo que no aprendimos en la U...
Esta semana tuve dos interesantes conversaciones: la primera con un ingeniero y la segunda con un estudiante de magister de educación de la UAH, con ambos terminamos hablando de la formación docente. ¿Cuánto se prepara a los futuros profesores para la resolución de problemas?, ¿cuánto se les forma para la reflexión y el análisis del contexto?, ¿cuánto se les hace conscientes del valor de la experiencia y el trabajo con otros? Tengo la impresión que muy poco. Esto no es un asunto de personalidad, de inteligencia o de más o menos profesionalismo, sencillamente tiene que ver con un tema de formación inicial. Un abogado, por ejemplo, cuando sale una nueva ley, dice: “tengo que estudiarla”; o un doctor -me imagino- ante algo desconocido, se aboca a la tarea de investigar y contrastar con otros. Nosotros los profesores no fuimos formados así. Somos “expertos para detectar problemas” (esta frase es de mi alumno de magister), pero poco dados a idear soluciones de cosas más complejas o desconocidas. ¡Si hasta se tuvieron que hacer capacitaciones para aplicar el decreto 67! O se buscan asesorías para elaborar un PME… Hay que pensar solamente en los Proyectos Educativos de cada colegio, donde la inversión de tiempo en Manuales de Convivencia o protocolos para a, b y c, lleva muchísimo tiempo, sin embargo, termina siendo letra muerta, porque no todos los leen y eso queda en evidencia cuando no se sabe cómo actuar frente a una determinada situación; o pensemos en los Consejos de Profesores ¿por qué año tras año siguen presente en esa instancia los mismos niños? ¿por qué priman las descripciones de las problemáticas de esos estudiantes, cuando el foco debiera estar en las acciones para revertir las dificultades? Valdría la pena revisar las mallas curriculares de las carreras de educación de pregrado. Preparar a los futuros profesores para las reflexiones y soluciones del tiempo de hoy es clave si queremos salir de este espiral de pesadumbre que va inundando a las comunidades educativas.
No quiero reducir la reflexión sobre el actual estado de la educación, a la falta de una formación docente insuficiente, porque para ser justa está la otra dimensión que tiene que ver con las altas demandas que tiene hoy un colegio, y en especial los profesores y profesoras, ni que hablar del descenso de los aprendizajes, producto de la pandemia, o de las dificultades socioemocionales que cada vez son más abundantes en las salas de clases, o la formación de hábitos y valores que siempre había sido labor primera de las familias y que hoy llega como una demanda más a los colegios, o el contexto mayor de nuestra sociedad: las RRSS, la violencia, las adicciones, la cultura de la desconfianza… etc., etc. Estoy muy consciente de eso, el punto es que para quienes creemos en la Educación, más allá de aspiraciones legítimas que podamos tener desde la ley, o desde las propias instituciones educacionales, no podemos quedarnos en problemas y problemas….Eso mata el espíritu, la vocación, el deseo de hacer cosas y va mellando la propia vida personal del profesor y profesora.
Animo, especialmente a los equipos directivos, a generar entre sus profesores una cultura de la reflexión, de la búsqueda de soluciones en colaboración, a bajar la pelota al suelo y mirar con detención, espíritu crítico y por sobre todo propositivo, lo que va ocurriendo en el día a día. Los invito a apoyar a sus educadores y acompañarlos genuinamente en la reflexión de sus prácticas, haciéndolos parte del análisis y no reduciendo su quehacer al seguimiento de las directrices de las jefaturas. Los invito a alentar su tarea, felicitar sus logros e ideas, aplicar un pequeño disimulo ante las equivocaciones de quienes están comenzando, para no minar la confianza en sí mismos, y reforzarlos, posteriormente, en lo que sea necesario.
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Y a los profesores y profesoras…que confíen en sus capacidades y su experiencia, que se alimenten de espacios más gratuitos (una buena película, un buen libro, una obra de teatro, una buena conversación) y extrapolen muchas de esas experiencias a su propia realidad…hay que levantar la cabeza, mirar más allá siempre hace bien. No hay que bajar los brazos, la Educación es mucho más que demandas y problemas, ¿cómo no va a ser hermoso convertirse en alguien significativo para un niño, una niña o un/una joven? La educación es una profesión, no un apostolado, sin embargo supone muchas otras habilidades que no siempre se enuncian en el Programa de la carrera, pero que al poco andar se hacen evidentes: el interés por aprender y saber (no solo lo relativo a su materia, sino sobre actualidad, cultura en general), la capacidad para comunicar, el conocimiento de sí mismo, la pausa diaria para revisar lo que se ha hecho, el equilibrio emocional, la humildad para reconocer las equivocaciones, la habilidad para encontrar soluciones, más que para detectar problemas, la capacidad para mediar conflictos, el cultivo de la alegría…desafíos permanentes para todos los que elegimos ser profesores.
Jefe de Unidad técnico pedagógica en Colegio María Escobillana Guzmán de Graneros
1 añoEs muy necesario trabajar en cambios. Nuestra educación debe obedecer a una lógica, propia de este tiempo y del que viene. Preparar a los trabajadores para ello es difícil, si no existe un lineamiento común, que puede cambiar sus rutas, pero que siempre llega a un mismo objetivo.
Directora en Red Educacional Ignaciana | Desarrollo de innovación
1 añoMi propuesta es clara: repensar la malla curricular de pregrado en educación. Hay que crear no solo nuevas asignaturas que preparen al docente para un nuevo tiempo, sino también una metodología y experiencias que promuevan el pensamiento creativo y la resolución de problemas. Eso para las nuevas generaciones, incluso haría más atractiva la carrera porque se trataría de una formación más amplia, con el desarrollo de competencias más desafiantes y transversales. Para los que ya pasamos por la universidad, creo que por lo menos hay que abordar dos caminos: uno más personal, al final del texto hago referencia a eso; y otro más institucional: identificar a profesores con habilidades “blandas” (que término más equívoco, pero ustedes me entienden) y habilitarlos como mentores o acompañantes de aquellos que necesiten más refuerzo. Y bueno….fortalecer a los equipos directivos para hacerlos conscientes de esta problemática y que, por sobre el lamento o el diagnóstico, guíen, medien, involucren….
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1 añoMuy compartida la reflexión... Ahora correspondería plantear la opinión y la propuesta. Ahí está lo sensible porque implica remover una "cultura" anquilosada.
Docente Asesor
1 añoLa Vocación de un/una Docente ha de sustentarse en un conocimiento relevante de la Humanidad y de sus necesidades: emocionales, materiales, espirituales y sociales....de sus expectativas y aportes. Un/una Docente nunca debe Olvidar que una Persona es única e irrepetible, por lo tanto, sus respuestas serán acorde a la etapa sico-emocional y social que esté viviendo. Un/una Docente debe enriquecer su Entrega, respetando su propia evolución emocional...social...ideológica y espiritual. Por eso, APLAUDO la invitación a Caminar con otros/as, respetando lo que nos aportan. Es la "Visión de Abanico", para OBSERVAR TODO y hacer más Justo el trabajo en aula. NO SOMOS "ISLAS"...somos PARTE DE UN GRAN CONTINENTE. Siempre se puede Fortalecer el Camino.