Lo que Aprendimos hace 20 Años y Cómo Sigue Siendo Relevante
Hace 20 años, un grupo de amigos y yo nos reunimos en una especie de despedida. Algunos cambiábamos de rumbo profesional, y esa ocasión se transformó en algo más profundo: un análisis colectivo de los retos que habíamos enfrentado en proyectos tecnológicos. Decidimos plasmar esas lecciones en una serie de artículos. En aquel entonces, no usábamos la palabra “innovación” con la frecuencia con la que se emplea hoy, pero eso era precisamente lo que hacíamos: desafiar lo establecido y encontrar nuevas formas de resolver problemas.
Nuestros proyectos fueron diversos, con resultados igualmente variados: desde grandes logros hasta aprendizajes difíciles. Lo valioso de aquellos artículos no solo fue compartir éxitos, sino también reflexionar sobre los retos comunes e individuales que enfrentamos en el desarrollo tecnológico. Hoy, dos décadas después, algunos de esos aprendizajes siguen siendo relevantes, especialmente en el desarrollo de proyectos de innovación en áreas tecnológicas.
En aquella época, no necesitábamos convencer a ejecutivos ni directores sobre la importancia de innovar. Las empresas con las que trabajábamos o desarrollábamos proyectos ya entendían la necesidad de invertir en tecnología y desarrollo. Esto nos permitió concentrarnos en el diseño y la ejecución de proyectos altamente innovadores.
Las empresas que han crecido con la innovación como parte de su ADN tienen características comunes: Aceptación del riesgo: No ven el fracaso como una amenaza, sino como una oportunidad para aprender y mejorar. Metodologías definidas: Cuentan con procesos ágiles y adaptables que les permiten experimentar, pivotar y evolucionar rápidamente. Cultura proactiva: Fomentan un entorno donde la creatividad y la colaboración son el motor del cambio.
Hoy en día, existe muchas y gran variedad de empresas que demuestran cómo la innovación puede convertirse en el eje central de una organización. Algunas de estas empresas han desarrollado productos disruptivos, mientras que otras industrias se han transformado al abrazar la incertidumbre y enfocarse en crear valor a largo plazo.
Sin embargo, la mayoría de las empresas no nacieron siendo innovadoras. Su éxito proviene fundamentalmente de la optimización y la eficiencia. Estas organizaciones han prosperado perfeccionando lo que hacen una y otra vez, logrando excelencia operativa y reducción de costos.
Esto no es un defecto, sino el resultado natural de su historia. Pero, cuando estas empresas intentan innovar, enfrentan desafíos significativos: La cultura corporativa tiende a evitar la incertidumbre, lo que limita su capacidad de explorar nuevas ideas. La presión por obtener beneficios a corto plazo puede desviar la atención de inversiones a largo plazo necesarias para la innovación. Los enfoques tradicionales de gestión de proyectos no se ajustan a la naturaleza incierta y experimental de la innovación.
Algunas grandes empresas tratan de iniciar sus departamentos de innovación copiando los laboratorios de investigación de grandes organizaciones. Para ello invierten muchos recursos, pero en ocasiones olvidan que la inversión en desarrollo científico no siempre se traduce espontáneamente en innovación.
La buena noticia es que estas limitaciones pueden superarse. Las empresas que reconocen la importancia de la innovación pueden iniciar un proceso de transformación que, aunque desafiante, puede ser enormemente gratificante. Ejemplos como la integración de metodologías ágiles y la colaboración con startups son algunas estrategias simples y efectivas para avanzar en este camino.
Lecciones de Ayer para Innovar Hoy
Recordar experiencias de hace 20 años puede invitar a reflexionar sobre lo mucho que hemos avanzado, pero también sobre cómo las lecciones fundamentales de la innovación siguen siendo vigentes: La innovación requiere curiosidad, disposición para asumir riesgos y aprendizaje constante.
El éxito no está garantizado, pero los fracasos son una fuente invaluable de conocimiento. Las empresas deben construir culturas que valoren la creatividad y la colaboración para mantenerse relevantes en un entorno competitivo.