Lo que contamina más que el tubo de escape de tu coche

Reciclar, usar bombillas led, ir en bicicleta en lugar de en coche, ahorrar agua… ¿son realmente medidas que ayudan a superar la mayor crisis climática de todos los tiempos? Aunque todos estemos de acuerdo en reconocer la naturaleza sin duda positiva de estas prácticas diarias, es conveniente hacer algunas consideraciones.

La población humana supera actualmente los siete mil millones de individuos. A nivel global cada año setenta mil millones de animales terrestres son asesinados para obtener comida. Setenta mil millones.

Vemos humanos en todos lados, pero ¿dónde están todos estos miles de millones de animales? En los criaderos intensivos, escondidos, de modo que nosotros nunca nos hagamos preguntas del tipo ¿podrían ser las atrocidades infligidas a los animales y al medio ambiente las causas reales (o al menos las de mayor impacto) del cambio climático?

Y sí, la respuesta es afirmativa: según un informe de la FAO, la cría de ganado produce más gases efecto invernadero que todas las emisiones debidas al sector del transporte. Esto significa que la industria de producción de carne y productos lácteos produce más gases efecto invernadero que todos nuestros coches, camiones, trenes, barcos y aviones. Concretamente el 13 % de las emisiones son debidas al sector del transporte contra el 18 % causadas por los criaderos.

En esta misma línea, en 2009 dos consultores ambientales del World Bank Group, sirviéndose del parámetro global para la medida de emisiones elaborado por el World Resources Institute y el World Business Council on Sustainable Development, descubrieron que, si tenemos en cuenta la gran disminución de las reservas de carbono debida a la deforestación de la selva para la creación de pastos, las defecaciones y la respiración de estos animales, el ganado es responsable del 51 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero.

Llamamos gases de efecto invernadero a aquellos gases capaces de atrapar el calor en la atmósfera y provocar un aumento de la temperatura. La creencia más extendida es que el principal exponente de estos gases es el dióxido de carbono (CO2) (que sí, es responsable del 77 % de las emisiones de gases con efecto invernadero), pero ¿sabías que los criaderos intensivos generan la mitad del total de las emisiones de monóxido de nitrógeno (NO), un gas con un potencial de calentamiento casi trescientas veces superior al del CO2? ¿Sabías que el ganado produce cada día casi seiscientos mil millones de litros de metano (CH4), un gas con capacidad para atrapar ochenta y seis veces más calor que el CO2? ¿Y qué pasa con las emisiones de óxido nitroso (N2O), un gas con capacidad para atrapar casi trescientas veces más calor que el CO2 y que permanece en el atmósfera durante ciento cincuenta años? Dos terceras partes del N2O presente en la atmósfera proceden del estiércol.

Por todo esto te invito a preguntarte: ¿qué tipo de cambios percibiríamos si, en lugar de centrar nuestros esfuerzos en la reducción de las emisiones de dióxido de carbono, nos centrásemos en gases más devastadores? ¿Qué pasaría si nos diésemos cuenta de que con la explotación animal de la industria cárnica no solo estamos maltratando a millones de animales sino que estamos poniendo en jaque la habitabilidad de nuestro planeta?

Ya ni siquiera hace falta ser altruistas para cambiar este modelo, basta con abrir los ojos y ver que nos cargamos nuestra casa; y la de nuestros hijos.