Lo que todos deberíamos saber
A lo largo de nuestra vida, hemos gastado miles de dólares en nuestra educación, ya sea en carreras profesionales, especializaciones, maestrías y/o doctorados. Muchos logran ser verdaderos gurús en áreas específicas, altamente capacitados y con muchos años de experiencia. Podemos estar en la cúspide de nuestra carrera y, sin embargo, no hemos sido educados ni hemos logrado comprender lo que sucede a nuestro alrededor y el impacto que tenemos en el mundo.
Si viéramos el mundo como una empresa familiar y nos preguntáramos ¿Somos eficientes? ¿En qué se gastan los recursos naturales de nuestro planeta? ¿De dónde vienen los productos que compramos? ¿Cuáles son los costos ocultos de esos productos? y ¿Cómo puedo sacar adelante esta empresa llamada Tierra? Con esos primeros cuestionamientos nos daríamos cuenta de que hay una realidad detrás de bambalinas que pareciera no afectar nuestro presente y que siempre hemos subestimado pensando que es simple, cuando en realidad es increíblemente compleja. Si a esto le sumamos el interés de las industrias por hacernos creer que lo único que importa es que el producto esté en el mostrador cuando lo necesitamos, tenemos el coctel perfecto de desconocimiento e indiferencia que nos ha llevado a la fantasía de: consumo = felicidad.
Hemos escuchado que el mundo está en crisis ecológica, política y social; ciertamente nunca antes tuvimos tanto conocimiento disponible como hoy y a la vez tanta ignorancia sobre nuestro estilo de vida (visión de Aldous Huxley). El desconocimiento general de cómo funciona el planeta, de lo que sucede día a día sin darnos cuenta, al vestirnos, arreglarnos, transportarnos, comer, entre otras cosas; está haciendo que sigamos tendencias que nos están matando.
A continuación, dejaré algunas ideas he venido recopilando, que aunque parecen poca cosa, tenemos que abordarlas desde un contexto planetario donde las cifras se multiplican por miles de millones, pues finalmente somos más de 7 billones de personas, aunque solo el 20 % de nosotros consuma más del 80 % de los recursos del planeta. La mayoría de información la he obtenido de documentales de Yann Arthus-Bertrand, que con su excelente fotografía y la música de Armand Amar, logra conectarnos emocionalmente con lo que suelen ser solo cifras y estadísticas. Si este post les queda interesando, les recomiendo ver por lo menos Home, historia de un viaje, o el más comercial Home. Entonces empecemos el recorrido por lo que hoy creo que todos deberíamos saber:
Lo que podemos ignorar
Transportar un producto por miles de kilómetros en avión o barco, gastando grandes cantidades de materiales, energía, agua y combustibles fósiles, con la consecuente contaminación del entorno; no parece realmente una locura. Pero si multiplicamos esto por miles de millones de productos diariamente siendo transportados de un lugar a otro empieza a tener más sentido fabricar la mayor cantidad de productos de forma local, sin explotar la mano de obra barata de otras naciones menos afortunadas. Shanghái, con una de las mayores poblaciones, tiene 3 de los 5 puertos más grandes del mundo para servir al propósito de trasladar esos miles de millones de productos cada día.
Cuando vemos esta imagen de uno de esos puertos de Shanghái, podemos recordar la magnitud que tiene un solo contenedor (que aquí parecen simples legos), cada uno cargando cientos y miles de productos que en muchos casos no deberían tener necesidad de transportarse. Pensemos en la cantidad de personas que trabajan ahí, en la maquinaria utilizada y toda la logística para que el producto se mueva 1 vez! Obviando todos los demás traslados. Ni siquiera lo notamos, pero esto pasa con nuestra comida, ropa, flores, artículos de oficina, de hogar, etc. A veces cae bien pensar y buscar de donde viene lo que compramos para saber si realmente no hay un producto local que supla nuestra necesidad.
Estamos en una crisis de producción y consumo que se refleja en algo tan cotidiano como la carne: El 60% de los cereales cultivados, se usan para alimentar a los animales de granja que luego nos comemos. En las granjas industriales se necesitan hasta 15.000 litros de agua y 2 litros de petróleo para producir 1 solo kilo de carne (fuente). Aproximadamente 410 millones de animales mueren cada día para alimentarnos (fuente) siendo en su gran mayoría animales de mar y aves, con sus respectivos gastos adicionales de energía, agua y alimentos. Estos simples hechos nos deberían replantear por lo menos, disminuir nuestro consumo de carne. ¿En realidad tiene sentido ese filete de 300 gr o más? ¿Lo tiene al menos el de 100gr? ¿Tiene sentido comer carne hasta 3 o 5 veces al día? ¿Qué hay de los huevos y los lácteos?
Experiencia personal: Con estas preguntas me di cuenta que por simple rutina o por facilidad, mi consumo de carne y lácteos era excesivo en las diferentes comidas: al desayuno, almuerzo, cena, e incluso entre comidas; así que empecé a disminuirlo paulatinamente, prioricé el consumo de pescado e incluso algunos días no como ninguna carne, si bien no pienso dejarla. Finalmente desde el principio de nuestros tiempos, los humanos no tuvimos siempre carne para comer todos los días, hoy lo hacemos por facilidad.
No solo en la comida se evidencia nuestra crisis de producción y consumo: USA es el mayor exportador de algodón, allá 1 agricultor gana en 1 día lo que 1 agricultor africano gana en 1 año entero. El algodón africano requiere 2.000 veces más esfuerzo que el de USA, sin embargo, cuando los precios del mercado de algodón bajan, son los agricultores africanos los que sufren hambre y empobrecen un país entero como Burkina Faso cuyo principal producto de exportación es el algodón. Son estos países quienes reciben después ropa de segunda mano donada por las potencias, ropa que paradójicamente está elaborada con el mismo algodón que producen y los empobrece. ¿Les recuerda lo que sucede en Colombia con el petróleo?
Vemos programas Discovery tipo “¿Cómo lo hacen?” y creemos que el mundo está altamente automatizado y que todo es eficiente, pero la realidad es que la humanidad en buena parte sigue cultivando, tejiendo y cazando con técnicas básicas ancestrales. Basta con recordar que el 98% de los agricultores de todo el mundo trabajan aún con sus propias manos y que el 96% de la pesca es artesanal, aunque solo represente el 30% de toda la producción. El esfuerzo de producir cualquier insumo lo hemos sub valorado y lo hemos reducido a su valor monetario mínimo, porque nuestra realidad se ha vuelto la realidad del mercado que nos han vendido, olvidado todos los demás costos implícitos asociados.
Por supuesto, tenemos también las grandes industrias que han venido aplicando procesos altamente tecnificados pero que normalmente tienen también un alto impacto social y ambiental. Ha sido tal el poder que hemos adquirido para extraer recursos, que con el desvío del agua para irrigar cultivos (entre ellos: cereales para nuestros animales de granja y algodón para exportar) hemos llegado a secar un mar, como se ve en esta foto del Mar de Aral que parece hecha en Photoshop.
Nuestra atención y preocupación está desviada por las fuentes tradicionales de información. Por ejemplo, estamos convencidos de que uno de los problemas principales del efecto invernadero son los millones de carros a gasolina que utilizamos ¿verdad? Pues la agricultura y las granjas industriales generan más del 50% de todos los gases de invernadero, mientras que todos los medios de transporte juntos generan el 13% (fuente). No digo que no esté bien promover el uso de transporte público y sin emisiones, pero estamos perdiendo el foco de lo que realmente pasa en el planeta.
Parafraseando a José Mujica en este mensaje para Human (fuente), “nuestra crisis no es ecológica, es política; porque hemos llegado a una etapa de la civilización donde necesitamos acuerdos planetarios, pero miramos para otro y no aplicamos medidas que son elementales… por eso el hombre puede ser el único animal capaz de destruirse a sí mismo”. Solo para dar un ejemplo, con la suma del dinero usado para la guerra de Irak, USA hubiera podido financiar paneles solares para toda su población. En general, se estima que los gastos militares mundiales son 12 veces más altos que la ayuda para el desarrollo de las naciones (fuente).
Cuando empezamos a pensar en todo esto, podemos sentir que no podemos hacer mucho, más si nos hemos venido educando para ser expertos en otras áreas que parecieran no tener ninguna relación con los temas políticos. Pero si la política no funciona en los altos mandos, tenemos que hacerla funcionar desde lo local, hacer valer la red en la que nos conectamos y aprender del planeta para proponer soluciones serias, o al menos para ser más responsables con nuestra forma de vivir. No podemos seguir divididos por etnia, nacionalidad o religión; finalmente todas ellas son circunstanciales y nuestras células nos hacen simplemente humanos como lo demuestra de forma muy interesante este video de 5 minutos: viaje al pasado por tu ADN. Venimos de todas partes, de todas las culturas; y ni siquiera somos tan diferentes de los animales como podemos creer.
La realidad es que siempre hay relaciones entre lo que somos, lo que sabemos y la forma en que vivimos, desde cualquier área de conocimiento que se me pueda ocurrir es posible preguntarse ¿Qué puedo hacer desde lo que sé y de la forma en que vivo, para hacer del mundo algo mejor? En mi caso, la pregunta la hice desde mi área de experticia: ingeniera de sistemas; y cada día estoy más motivado por ejercer mi profesión.
Conectando los eventos – Lo que podemos hacer
Sin importar si se es ingeniero, médico, administrador, abogado, arquitecto, artista, etc; sabemos que gran cantidad de eventos que ocurren cada segundo en el mundo como: nacimientos, enfermedades, transacciones financieras, uso de recursos, impacto social, planes de gobierno etc; están quedando registrados en miles de servidores, a la espera de que sean analizados (separar en datos) y estudiados (integrar en información). A través de los datos y la información, podemos entender mejor cómo funciona el mundo identificando patrones de comportamiento, generar mecanismos de visualización para explicarlos más fácilmente a la población general y generar conciencia colectiva, apoyándonos además en el arte, la espiritualidad y la cultura.
La tecnología se hizo para servir a la humanidad pero la estamos priorizando para servir al mercado. Hoy en día los algoritmos más desarrollados de minería de datos, inteligencia artificial y Big Data se utilizan principalmente para generar ganancias en la bolsa de valores y otras actividades comerciales, ¿por qué no los usamos para medir nuestro planeta como un todo y tomar decisiones que mejoren nuestra calidad de vida?… Las malas decisiones de las sociedades humanas (empresas, partidos políticos, etc) ya no afectan solo a una comunidad, un reino, o un país; sino que nos pueden llevar a fracasar como especie.
De una manera profunda, Krishnamurti nos plasmó esta experiencia en estas palabras: “El mundo no es algo separado de ti y de mí; el mundo, la sociedad, es la relación que establecemos o buscamos establecer entre nosotros. Así que tú y yo somos el problema, y no el mundo, porque el mundo es la proyección de nosotros mismos, y para entender el mundo debemos entendernos a nosotros mismos. Ese mundo no está separado de nosotros; nosotros somos el mundo y nuestros problemas son los problemas del mundo.” Esta sabiduría que alcanzó Krishnamurti, la podemos facilitar a través de la información y no será necesario ser un gurú para sentir esta conexión casi espiritual.
Por esto la información es importante ahora como nunca antes, al hacer tangible que el mundo no está desconectado, desde los organismos unicelulares hasta los conglomerados empresariales; podemos enfrentar los retos planetarios y crear un futuro sostenible. ¡Es momento de cambiar! Las grandes revoluciones se generan con al menos el 10% de la población que se involucre (fuente) y si logramos involucrarnos con al menos ese 10% que entienda más fácilmente nuestro complejo entorno y decida indagar por su cuenta para retar el status quo, podemos generar cambios trascendentales.
Anímense!! Desde donde sea que estén, desde la labor que desempeñen y la forma de vida que tengan, sea cual sea. Si algunas de las cosas que mencionamos acá los hace sentir un poco más conectados con su entorno, imaginen poder conectar más fácilmente esos eventos que parecen no existir en nuestro día a día, mientras compramos, usamos y botamos; porque cuando conectamos los eventos sabemos que, al final, siempre tenemos un impacto relevante en el mundo y por eso mismo, SIEMPRE PODEMOS HACER ALGO.
Nota final: Para ver un fragmento de 5 minutos del documental Home donde se mencionan algunos de los aspectos aquí abordados sobre la carne, el algodón y las sequías, este es el link. Sobre esto pueden decidir si después lo ven completo, en realidad lo recomiendo! Les dejo mi imagen favorita de todo el documental de cuando están secando las telas en la India: