Los 'airpods'

Es paradójico que el lugar en el que más deseas que alguien se cepille los dientes con mayor asiduidad, el metro, también sea el espacio en el que más personas portan en sus orejas esa especie de cabezales de cepillo eléctrico que son los ‘airpods’. Son como un alga asiática que está acabando con los auriculares de toda la vida, una plaga que hace que todos parezca que padezcamos alguna tara mayor de la que seguramente tengamos. Con esa especie de pendiente blanco al revés y hablando al vacío, es lógico que dé la impresión de que nos falta un cable.

Quienes llevan ‘airpods’, además de parecer Ben Stiller en la escena más icónica de “Algo pasa con Mary”, viven con más tensión. Sin la necesidad de liberar los misteriosos cables que se enrollan solos, todo el proceso es demasiado limpio y a la vez deshumanizado, como el Korova Milk Bar de “La naranja mecánica”. También sin los cables, el peligro crece y, por tanto, la sensación inhumana de que las pulsaciones aumentan cuando, tantas veces, están a punto de caerse. Como la de ese hombre de rodillas en el anden del metro, con su dignidad por los suelos, buscando un ‘airpod’ que se le había escapado.

Parecen tan frágiles, metidos en ese tamagochi que es su caja, una incubadora aséptica, que su portador acaba convertido en un esclavo, guardándolos delicadamente y obviando los que en realidad son: bastoncitos electrónicos para recolectar cerumen, quizá la secreción más asquerosa de un cuerpo humano. El dueño acaba desarrollando una relación paterno-filial con el ‘airpod’, a quien protege de orejas ajenas. Hay una ley no escrita: como los cepillos de dientes, los ‘airpods’ tampoco se prestan.

Esta obsesión de los que, como yo, llevan estos demoníacos auriculares, acaba convirtiendo a cada dueño en un inadaptado social o, sin paliativos, en un maleducado. Los ‘airpods’ son tan perversos que cuando los introduces por los orificios de esa rémora que es la oreja lanzan un sonido que te introduce en otra dimensión. Siempre se criticó a los futbolistas que bajaban del autobús con aparatosos auriculares para aislarse de la gente. Ahora todos somos esos futbolistas bajando del autocar. En la caja del supermercado, en un ascensor con compañeros de trabajo, en un encuentro fortuito por la calle. Ya nadie se quita los auriculares en estos contextos. Es tan difícil guardarlos en un lugar seguro que es preferible ser descortés a perderlos.

Aterra pensar cuál fue la lectura de la sociedad que hicieron quienes idearon los ‘airpods’. Ojalá percibiesen la simple necesidad de estar algo más cómodos sin cables, a pesar de que la renuncia a la toma a tierra supusiera mayor tensión. La versión más plausible asusta demasiado: que para estar más aislados de los demás seamos capaces hasta de colgarnos unos artilugios que parecen el cabezal de un cepillo de dientes eléctrico.

Sergio Díaz-Cagigal

Global Key Account Manager en Pernod Ricard

5 años

Me encanta estas obsesiones compartidas. Eres un crack!! Antes de que alguien tuviera a bien aplicarse un descuento five fingers sobre mi tamagochi, no dormía tranquilo si no le preguntaba a Siri: “hey Siri, localiza mis airpods por favor” y Sí! emite un ruidito que me diga que los llevo puestos. Ahora te digo, que en cuanto pueda me vuelvo a comprar el espárrago para las orejas!

Maria Molino

Paid Media Manager at Accenture EMEA

5 años

Jajajaja... y luego están los AirPods fake de Xiaomi (19.99 amazon) que los hicieron para seres humanos con orejas de asno ! Bravo Kerman! Sigo con el cable enrrollado!

Pedro Parellada Olarte

CEO en DruID 🚀 | Solución CIAM + CDP para empresas B2C | Integra todos tus canales, conoce a tu cliente y segmenta sin límites

5 años

Solo caja del invisaligne de Miguel Ángel Domínguez Mielgo está más guarra que la cajita de los Airpods!! Y hace click también. 😂😂

Fuensanta Perez Sanchez

Dirección de Cuentas y Servicio al Cliente en EssenceMediaCom

5 años

Jajaja! Me ha parecido buenísimo! Total lo de la escena de Ben Stiller 🤣

Álvaro Romeo Vitoria

Coordinador de contenidos en español en Coaches' Voice

5 años

Muy divertido. Y te ha faltado un anexo sobre los palurdos, como yo, que llevan sólo uno porque han perdido el otro. Es como decirle a la gente lo que gano, reconocer públicamente y sin remilgos que mi economía no me lo permite. :))

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