Los coaches somos aburridos para el mercado

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Los coaches somos aburridos para el mercado

Cuando los coaches egresamos de nuestras formaciones sentimos que nos queremos comer el mundo, que somos, de alguna manera, especiales. Sin embargo, para el mercado, solo somos un alguien más, incluso, muchas veces invisibles.

Aprendemos acerca de creencias limitantes, juicios, ontología, puntos de quiebre, emociones, cuerpo y muchas herramientas más y esto es fantástico, sin duda. 

Ahora, a los ojos de las personas que no se encuentran en nuestro contexto, el lenguaje que utilizamos se encuentra alejado y no logra identificación. Incluso, aún en este momento, el coaching es desconocido para la gran mayoría de las personas. 

Pero muchas veces omitimos esto y nos embarcamos en un camino en el que creemos que lo que aprendimos es suficiente para ir a conectar con un público que se encuentra con la necesidad de ser transformado, es más, creemos que ellos quieren ser transformados por nuestro acompañamiento y de la manera en que nosotros lo decimos. 

Esto hace parte un poco del ego académico que acontece en la mayoría de los estudiantes que recién egresan de la carrera de psicología por ejemplo. 

Esta emoción que sentimos al egresar va disminuyendo con el tiempo al darnos cuenta que este maravilloso lenguaje que aprendimos le importa poco a las personas, por lo menos en un principio. Y se nos olvida una gran máxima del aprendizaje: Un gran maestro es aquel capaz de enseñarle a un niño.

Esto quiere decir que ponemos nuestro ser coach por encima de nuestro ser humano y se nos olvida que conectamos con otros a través de nuestra historia, nuestra vulnerabilidad, nuestras heridas, nuestro propio lenguaje (que no es el lenguaje del coaching).

La maestría en la comunicación con el público radica precisamente allí, en volver a conectar con nuestro ser humano para poder transmitir un mensaje que muchas personas quieran escuchar para también transformar sus vidas. 

Escucharnos a nosotros entonces se vuelve tan importante como escuchar el lenguaje de nuestro público. Por tanto la pregunta de ¿A quién le estás hablando? es fundamental, entender la forma en la que nos vamos a comunicar con estas personas sin dejar a un lado nuestra esencia, porque tan importante como el ¿A quién?, es él ¿Quién habla?.

Y ese quién, eres tú, como coach, pero primero como ser humano. Es allí donde encontramos la posibilidad de conectar realmente con las personas para que nuestro mensaje pueda llegar a ser escuchado. 

¿Cuál es entonces tu esencia, aquella que merece ser escuchada y quiénes quieren escucharla?

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