Los desafíos del hotel independiente ante las grandes cadenas
La pandemia ha alterado no pocos sectores y uno de los más afectados ha sido el #turismo. Su carácter global, la movilidad implícita que conlleva y el contacto personal han sido factores -no los únicos- que han jugado en contra del tradicional concepto que teníamos de esta actividad tan demanda en el mundo. La extensión de las vacunas y la eliminación paulatina de las restricciones ha derivado en la actualidad en un expectante proceso de #reconversión y de adaptación a las nuevas #tendencias que los propios viajeros demandan. Podríamos decir que el nuevo escenario abierto es de una magnitud tan importante o más que el propio impacto causado por la crisis sanitaria. Lo que revela la dimensión a la que se enfrentan los diferentes subsectores de una industria vital en la economía de muchos países.
La mayoría de los estudios que analizan el rendimiento del turismo desde 2019 hasta nuestros días coinciden en situar en torno al 86% el nivel de #recuperación registrado con respecto a las cifras conocidas hace tres años. Un porcentaje en el que, sin duda, mucho tiene que ver también el escenario de guerra provocado por Rusia, todo un torpedo en la línea de flotación de la progresiva recuperación del turismo internacional y causante del desbocado incremento de #costes originado por el conflicto armado.
Uno de esos análisis, que lleva la firma de investigadores de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC), puede leerse en abierto en la revista Journal of Tourism Futures. El estudio aborda la influencia de la percepción personal del riesgo sanitario de viajar inmediatamente después de la crisis sanitaria, además de identificar distintos perfiles de turistas y sus respectivas motivaciones. A modo de conclusión, el informe diagnostica tres #perfiles. El primero de ellos hace referencia al #turista #preocupado, que manifiesta el deseo de cambiar su modo de vivir tras la pandemia y, por lo tanto, su forma de viajar. El segundo perfil se identifica con el turista #pragmático, un tipo de persona que es sensible al riesgo asociado al turismo, que no realiza cambios profundos en su modo de viajar y que adopta las precauciones necesarias de forma temporal mientras el contagio sea acusado. El tercero y último dibuja un turista #escéptico, aquel que no quiere cambiar ni el comportamiento ni sus hábitos de viaje, sin mostrar aversión al riesgo ni rechazo al desplazamiento a lugares de turismo de masas.
Los resultados del estudio ponen de relieve que “no existe un temor generalizado a seguir viajando en el futuro, ni tampoco a hacerlo de manera radicalmente diferente”, en palabras de Francesc González, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC y miembro del grupo NOUTUR (Nuevas Perspectivas en Turismo y Ocio).
Cierto es también que los turistas han cambiado su forma de viajar. Los grandes grupos que hace años contrataban viajes con el famoso ‘todo incluido’ quedan hoy en día más lejos y, en cambio, son ahora los grupos reducidos que buscan #experiencias #personalizadas los auténticos protagonistas. El nuevo viajero es un cliente altamente digitalizado, exigente con las condiciones higiénicas y sanitarias y muy concienciado con la sostenibilidad y su impacto en los destinos que visita.
A todo ello hay que añadir los retos de supervivencia que supone ser ‘independiente’ en el atomizado sector hotelero convencional urbano, pero también en el medio rural (hostales y casas rurales). Hosteltur se hace eco precisamente este mes del desafío que supone ir por libre en el mercado. El medio digital especializado afirma que la supervivencia de estos establecimientos pasa por seguir potenciando la capacidad para diferenciar su producto como la mejor fórmula sin recurrir a la gran marca. La penetración de las #grandes #cadenas #hoteleras en el mercado #español, aunque poco a poco va #ganando #cuota, continúa siendo muy baja en comparación con otros países de nuestro entorno. De hecho, representan el #35% de los hoteles que hay en nuestro país.
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La consultora Horwath HTL Spain elevaba el pasado año a 7.290 el número de hoteles en España, de los que 2.518 formaban parte de una cadena nacional o internacional. Es decir, de cada 10 hoteles hay 6,5 que son hoteles independientes. Sin duda, los #alojamientos #rurales cuentan con una gran ventaja: permiten al viajero estar en contacto más estrecho con la naturaleza. Este tipo de propiedades se ubica generalmente o bien en el corazón de pequeños municipios o bien a las afueras de núcleos de población sin un gran peso demográfico. La búsqueda de estos espacios se ha convertido en un aspecto prioritario para el nuevo perfil de viajero surgido a raíz de la pandemia.
A pesar de ese efecto diferenciador positivo, Laura Hernando, Managing Director de Hoteles de Colliers International, llama la atención sobre los dos grandes frentes que deberán superar estos alojamientos individuales y, casi siempre, de reducido tamaño. El primero es la distribución y venta del producto, dado que cada vez es más costosa y, obviamente, el pequeño establecimiento pequeño tiene menos #capacidad de #negociación frente a los grandes distribuidores, como son por ejemplo las #Agencias de #Viaje #Online (las OTA) y, especialmente, la poderosa plataforma digital #Booking.com. El otro frente es el relativo a los costes, ya que, al carecer de economía de escala que sí tienen las grandes cadenas, los hoteles independientes adolecen de esa capacidad de conseguir buenos precios en sus compras. “Si no consigues ser eficiente en tus costes y tienes que pagar una comisión alta por tus ventas, eso hace que cada vez seas menos competitivo”, resume Hernando.
Todo lo anterior no deja, en todo caso, de indicar claramente una esperanzadora cuestión y que no es otra que la enorme #capacidad de subsistencia y de #adaptación que caracteriza al sector. Esa muestra inequívoca de #resiliencia terminará por hacer más fuerte a todos los intervinientes en la cadena y eso, por sí mismo, ya es un fogonazo de luz al final del túnel.