Los dos grandes problemas del técnico que emprende
Para empezar, dos definiciones:
Técnico: perfil profesional especializado en una función que ejecuta con un alto grado de precisión.
Emprendedor: perfil profesional que crea nuevas soluciones de negocio.
Nadie responde a un único perfil. De hecho, seguro que has desempeñado roles técnicos y emprendedores a lo largo de tu vida. Pero, ya sea por personalidad o por costumbre, hay roles en los que nos sentimos más cómodos.
El problema es que la comodidad y la motivación no suelen coincidir. Y miles de técnicos en el mundo sueñan cada día con emprender un negocio. Muchos de ellos son conscientes de que deben cambiar su mentalidad. La mayoría han oído hablar de la mentalidad emprendedora. Aún así, de entre los técnicos valientes que finalmente se deciden a emprender, una gran mayoría sigue experimentando cierto desajuste profundo. Interiormente sienten una voz que les dice: “Algo estoy haciendo mal”. Su semáforo está en rojo. ¿Por qué?.
El semáforo emocional del técnico
El semáforo emocional del técnico tiene dos luces: verde=bien, rojo=mal. Sobre esa emoción básica se instala un paradigma de eficiencia. El paradigma de eficiencia dice lo siguiente:
“Si en un proceso producimos más recursos de los que consumimos, el proceso está bien. En caso contrario, el proceso está mal”.
La emoción básica y el paradigma de eficiencia crean una gran seguridad. El técnico puede dominar procesos en los cuales casi siempre hace las cosas bien. Su semáforo suele estar en verde. Quizás su empresa no funcione, pero, en su pequeña isla, el técnico se siente eficiente.
Al técnico, la luz verde le motiva, pero pronto llega a la conclusión de que no todo el mundo la ve y si la ve, no la considera tan importante como él. En cambio, la luz roja acaba siendo la más importante porque suele tener consecuencias negativas. Por lo tanto, la mayor parte de su trabajo consiste en evitar que se encienda.
El semáforo emocional del emprendedor
El semáforo emocional del emprendedor tiene tres luces: verde=funciona, amarillo=podría funcionar, rojo=no funciona. Una persona que asume el rol de emprendedor debe sentir esos tres estados.
Sobre esa base emocional se instala un paradigma racional de eficacia. Este paradigma dice: “Si funciona, está bien”. Emprender implica validar las hipótesis, comprobar si las cosas realmente funcionan.
Los emprendedores no viven solos en el mundo. Quizás si Elon Musk llega a Marte, nadie le preguntará por la tasa interna de retorno de la inversión, pero si tu emprendes, alguien lo hará. Aún así, un emprendedor puro quiere que las cosas funcionen, a veces a cualquier precio. Por supuesto, aplica el paradigma de eficiencia, pero de forma secundaria. La prioridad es la eficacia.
Para un emprendedor, el semáforo en verde es aburrido dos segundos después de encenderse. Si algo funciona ¿por qué no automatizarlo? ¿por qué no delegarlo en alguien técnico?.
El semáforo en rojo es igualmente secundario. Si algo no funciona ¿por qué prestarle atención?.
En cambio la luz amarilla es muy importante. El emprendedor busca constantemente cosas que podrían funcionar. La luz amarilla le proporciona la materia prima de su trabajo. Su pregunta básica es: ¿cómo podría hacer funcionar esto?
Un problema fácil y otro difícil para el nuevo emprendedor
Un técnico que emprende ya no es un técnico, es un emprendedor. Ha cambiado su sombrero, pero ¿ha cambiado su mentalidad?
El cambio de mentalidad plantea dos retos. Uno es más sencillo que el otro. Empecemos por el sencillo.
Para convertirse en emprendedor, el técnico debe sustituir su paradigma de eficiencia por un paradigma de eficacia. No es un cambio complicado debido a que enseguida el nuevo emprendedor se rinde a la evidencia de que el esfuerzo que debe dedicar a su nueva actividad supera al esfuerzo dedicado a su antigua tarea de técnico. Y el esfuerzo no se mide sólo en horas o dinero, también en emociones y energía.
Vayamos con el problema complicado: el semáforo emocional. ¿Cómo pasar de una emoción básica “bien/mal” a otra “funciona/quizás/no funciona”? Muchos emprendedores, antiguos técnicos, entienden el semáforo de tres colores, pero en su fuero interno siguen pensando que si algo no es verde, en el fondo está mal.
Un ejemplo: un cliente reclama acaloradamente por un servicio mal prestado. Luz amarilla. Es buena señal que al cliente le importe nuestro servicio hasta el punto de invertir emociones en protestar, pero, evidentemente, algo que podría funcionar, no funciona. Por el contrario, a los ojos de un emprendedor con mentalidad técnica, la luz amarilla es una luz roja, no porque reflexione sobre ello, sino porque lo siente así.
Y tú ¿qué piensas? ¿es fácil pasar de una mentalidad técnica a una mentalidad emprendedora? ¿te sientes al emprender como un técnico intentando apagar luces rojas o como una aventurera siguendo luces amarillas en la oscuridad?
3 pilars: Common Sense - Commitment - Good people. Sales Manager | Retail and Foodservice | E-Comm | Pepsico, ex-GBFoods & ex-Nielsen
8 añosMuy buena reflexion. 👏👍👍