Los nervios del nuevo curso
Hay dos días de los 365 del año en los que a mis hijos les cuesta mucho dormir. Uno es la noche de Reyes (por motivos evidentes) y otra la víspera de la vuelta al cole. Por su pequeñas (bueno y ya no tan pequeñas) cabecitas sobrevuelan muchos sentimientos y sensaciones: tristeza, miedo, nerviosismo, angustia...
Esta noche, como es habitual, nos hemos acostado "para hablar de nuestras cosas" y se escapaba alguna que otra lágrima recordando un verano de campamentos, bicis, playa, pueblo o turisteo... "¡No quiero volver al cole!" decía el pequeño, "pero quiero ver a los amigos", apuntillaba.
Recordé en ese momento cuando hace muchos años era yo la que estaba en su situación y como dando vueltas en la cama pensaba cómo habrían pasado el verano mis compañeros, qué profesores tendríamos o cómo sería el nuevo curso.
Septiembre es el mes más importante del año para mí desde que tenía 5 años. Es el mes en el que se fijan las rutinas, guardamos el buenrollismo veraniego e iniciamos un curso con nuevos propósitos o proyectos. Desde los 5 años hasta hoy.
Esta semana ya hemos vuelto casi todos a la rutina, incluidos los atascos y las carreras, con la mente aún en los días largos y los atardeceres dorados. Aún con la energía fresca de mar o la piscina abrimos un nuevo curso con menos nervios que cuando éramos pequeños, pero, al menos yo, sigo manteniendo un poco de de aquel "no quiero ir al cole" y un mucho las ganas de proyectos.
Nota: mientras escribo esto se vuelven a levantar los dos niños porque no pueden dormir... Dejamos la escritura por hoy que toca sacar la "madre coach" cuentacuentos.
Buen curso a tod@s