Los retos de la fe
No pretendo que ésta sea una reflexión religiosa, pero sí esperanzadora y si se quiere, espiritual.
¿Has sentido que, en tiempos de dificultad, "de vacas flacas", la fe es el único o quizás el último recurso que te queda?
Probablemente no sea tu realidad de hoy y espero que en parte no lo sea, pero cuando has perdido tu fuente de ingreso, bien sea tu trabajo, o tu negocio quebró, tienes fuertes dificultades económicas, se acumulan las deudas, los compromisos. Cuando pierdes la salud, por una fuerte enfermedad, cuando tienes situaciones familiares difíciles de solucionar, cuando tienes dificultades en la relación con tu pareja, cuando tienes inconvenientes con tu profesión, cuando tienes situaciones complejas con tus hijos en cualquier etapa de su vida, cuando tienes situaciones de violencia de cualquier clase que afecte gravemente tu salud física, mental o emocional, cuando te llega la depresión o las crisis existenciales, cuando todo te quita el sueño y pretende arrojarte a un abismo oscuro y sin fin. Toda una vida llena de retos. No acabas de salir de uno difícil cuando ya te encuentras en otro más complicado. Tal vez no te ganaste la lotería genética, tal vez no tomaste ni ejecutaste las decisiones más apropiadas y exitosas y terminaste inmerso en una vida llena de retos que no te dan respiro ni descanso. En situaciones como éstas, cuando lo has intentado todo para salir del atolladero, nada parece dar resultado y crees que no te queda más nada por hacer o por lo menos, no se te ocurre esa fórmula salvadora, ¿Qué sentido hace tener fe? ¿No es acaso entonces cuando más debemos tener fe? Aunque suene paradójico, es cuando más debemos tratar de entenderla y fortalecerla, al fin y al cabo y en muchos casos, puede ser como la única tabla de salvación o salvavidas, por lo menos mientras llega la ayuda de esa mano amiga o llega esa idea maravillosa que te saque a flote. Queda el reto permanente de convertir la necesidad en fuente inspiradora de motivación hacia la acción para cambiar la situación y hacer acopio de toda tu capacidad de resiliencia.
¿O estás viviendo, en tiempos de abundancia, "de vacas gordas" y piensas que la fe no es lo tuyo?
Probablemente sea tu realidad de hoy y en parte espero que sí lo sea, cuando lo tienes todo, el mejor ingreso, el mejor sueldo, la mejor profesión, el reconocimiento, la belleza a flor de piel, dinero a manos llenas, desarrollo personal inmejorable, la pareja del siglo, unos hijos maravillosos, hermosa familia, status social y familiar excelentes, amistades por todos lados, prosperidad a la carta, salud física, mental y emocional envidiables, sin asomo de dificultades, relación maravillosa con todo el mundo, respiras paz a todo momento, amor en plenitud, vives con la sonrisa de oreja a oreja, contrario a lo anterior, nada te quita el sueño, todo es felicidad. Entonces ¿Qué sentido hace tener fe? posiblemente estés tan sumido en la felicidad que ni te acuerde que eso exista, tal vez porque has tenido una vida llena de bendiciones o te ha ido excelente en la lotería genética o porque eres una persona juiciosa y has sabido tomar y ejecutar decisiones acertadas y exitosas. De acuerdo, pero al fin y al cabo bendiciones, creo yo, pero no permitas que tu zona de confort bloquee tu capacidad de empatía.
Dos escenarios distintos con dos realidades en la fe: En tiempos de crisis, la duda destruye la fe; en tiempos de abundancia, el egoísmo.
Es claro que cada quien es responsable de las consecuencias o resultados de sus decisiones y acciones: Decisiones y resultados exitosos, felicidad; decisiones y resultados no exitosos, retos.
No obstante, todo lo anterior, viene la sinergia de la fe en el amor:
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Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde y nadie sabe lo que gana hasta cuando sirve. ¿Cómo así? Bueno, habrás escuchado que la vida da muchas vueltas. A veces es terca y se vuelve como un carrusel, donde unas veces estamos arriba y desafortunadamente, otras veces, abajo. O como una escalera, cuando algunas veces vamos de subida y otras vamos de bajada, por mucho que no queramos. Nadie está exento de una situación desfavorable e intempestiva.
Esa es la fuente de la sinergia de la fe en el amor. Estando en una situación desventajosa o de reto, no dar el brazo a torcer, no perder la esperanza, no permitir que la duda destruya tu fe, revísate, muévete a la acción de cambio, inténtalo una y otra vez, manda esa carta, aplica a esa postulación, consulta eso que te preocupa, insiste, persiste y no desistas. Ya verás esa luz al final de ese túnel oscuro y largo como la noche triste. Ya llegará esa notificación, entrará esa llamada salvadora en ese amanecer lleno de esperanza. También de las nubes oscuras cae agua limpia y cristalina.
Pero también desde la sinergia de la fe en el amor, si te encuentras en tiempos de bendiciones o prosperidad en todos los sentidos, está la acción de servir al que necesita ese apoyo. Al fin y al cabo, las acciones son como el boomerang, se devuelven a su emisor. Una persona prospera y exitosa que no brinda su ayuda es como un jardín de flores sintéticas, pueden ser bonitas, pero sin vida. No hay recompensa más gratificante que ver sonreír, reír y hasta llorar de alegría a una persona necesitada cuando le tiendes la mano y le haces bien sin esperar nada a cambio. Cuando estás en prosperidad, la fe también existe, solo que tiene otro matiz, se llama agradecimiento, se llama servicio, se llama servir en agradecimiento. El que no nace para servir, no sirve para vivir, dice el sabio refrán. Haz lo tuyo, muévete a la acción, llama a esa persona necesitada, bríndale su apoyo, tócale su puerta, contrátala si te es posible, recomiéndala si está a tu alcance, no lo dejes para mañana. Mañana puede ser nunca. No permitas que el egoísmo destruya tu fe por falta de acción al servicio. No mires para otro lado ni pases de agache ante la necesidad del otro. Nadie dijo que la vida es fácil, pero en el servicio es bella.
Todo por la sinergia de la fe en el amor.
Conclusión:
Recordemos que hay momentos inesperados en los cuales la vida puede volverse como un carrusel. Tal vez todos quisiéramos estar siempre arriba, pero algunas veces también podríamos estar abajo, aunque no queramos, inclusive por razones fortuitas o ajenas a nuestra voluntad.
No permitas que en tu vida se detenga el circulo maravilloso de la sinergia de la fe en el amor del servicio a los demás. ¡Hoy por mí, mañana puede ser por ti!
Autor: Freddy Jesús Mazo Ramírez.