México en conflicto
Hace un par de décadas, o quizá un poco más, recuerdo como el mundo se aproximaba a una era de certezas y consensos, por primera vez, a escala global.
La caída de la Unión Soviética anunciaba el triunfo de la democracia y el capitalismo de libre mercado. México en 1994 firmaba el Tratado de Libre Comercio de América del Norte; en 2000 lograba la alternancia pacífica entre partidos políticos distintos en la Presidencia de la República; y los avances en la telemática hacían cada vez más accesible la conversación, no sólo entre los países sino también entre el pueblo y sus líderes.
Todo parecía estar construido dentro de un marco referencial consensuado sin retorno: democracia; capitalismo; derechos humanos y Estado de Derecho. Lo que no teníamos lo comenzamos a construir, pero no había duda en la ruta. La Revolución (Transformación) era una barbarie del pasado; el Reformismo era el camino elegido, hacia un destino de clase mundial.
Sin embargo, este momento histórico que el politólogo estadounidense Francis Fukuyama definió en 1992 como “el fin de la historia”, demasiado pronto comenzó a mostrar sus carencias, sus vacíos, sus ausencias; sus insuficiencias. No cumplió su propósito ideológico fundamental: explicar la realidad de una manera asumible y tranquilizadora.
Por el contrario, ahora cuando corre el año 2022 en México, el conflicto político se ha exacerbado y a polarizado ideológicamente a la sociedad, confrontando a amigos y familia. El Estado de Derecho imperante nos ha quedado a deber la justicia pronta y expedita y el entorno propicio para alcanzar la felicidad ofrecido en el Acta de Independencia del Imperio Mexicano; ya ni hablar del Estado de Bienestar y los derechos sociales que nos costó un millón de muertos en la primera revolución social del siglo XX, la Revolución Mexicana.
Actualmente para muchas personas la democracia y el capitalismo se encuentran deslegitimados. Y la gente hambrienta; desempleada; y acosada por la inseguridad de todo tipo, ve con nostalgia el nacionalismo revolucionario; el populismo; y los liderazgos mesiánicos. Todos marcados de un fuerte autoritarismo, ilegales en su quinta esencia.
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La nueva era que se avecina, no comparte el antiguo marco referencial, y se inserta en una geopolítica cada vez más claramente bipolar en lucha franca por el dominio global En el marco de esta geopolítica, cabe preguntarse si México se encuentra del lado correcto de la historia.
La nueva era será global, pero su naturaleza y profundidad será cultural. La gente actualmente parece estar en busca de respeto y aprecio. El egoísmo económico y político de las democracias capitalistas de ayer, ahora ya no es suficiente.
Hoy, el pueblo de México siente un profundo rencor y una sed de venganza, que supera por mucho su condición socioeconómica y representatividad política. El sistema imperante en dos décadas de democracia le ha entregado una creciente desigualdad que la agravia y lacera.
En perspectiva, los humillados mexicanos de 2022, no sólo son pobres, también son burgueses educados, sin oportunidades, pero con presencia mediática, con una cuota de poder político y una capacidad de movilización nada despreciable. Sólo desde el rencor y el resentimiento se puede explicar el encono y conflicto que nos asfixia e invade en todos nuestros espacios.
No olvidemos que las “revoluciones”, las verduras transformaciones, siempre han sido encabezadas por la burguesía. Así lo demuestran la Revolución Francesa y la propia Revolución Mexicana, ambas terriblemente sangrientas. Quien diga lo contrario miente, y no habrá sido esta su primera mentira, eso lo puedes jurar.
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Bilingual Creative Director | Brand Designer
2 años¡Estupenda reflexión, Roberto! Gracias por compartir. Saludos.