A mí, ni te me acerques...
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A mí, ni te me acerques...

Parecen decir los gatos, como el de la foto, cuando, haciendo una magistral exhibición de contorsionismo felino, arquean prodigiosamente la espalda (sólo pensarlo me duelen las lumbares....) y erizan los pelos para aparentar más volumen y así amedrentar al invasor. Y les funciona. Aunque en ocasiones la amenaza no sea tal, y todo quede en un sano ejercicio de "estiramientos" a lo Pilates.

Extrapolando el fenómeno al territorio de los humanos, también aquí podemos encontrarnos individuos que emiten inconscientemente señales para que guardes las distancias, o se ponen a la defensiva por el comentario más trivial y sacan las uñas, metafóricamente hablando, si intuyen - o imaginan - algún tipo de aviesa intención hacia su persona. No arquean la espalda ni se les erizan los pelos, pero...

saltan a la primera de cambio como si les hubieras pisado un juanete. O metido un dedo en el ojo. Y no pueden disimular su enfado porque la tensión reflejada en su rostro les delata: entrecejo fruncido, mandíbulas tensas, aletas de la nariz dilatadas, labios apretados...etc.

Todo un creativo abanico de microgestos de los que nos ha dotado la naturaleza para ahuyentar hipotéticas amenazas, y que tienen sentido en situaciones en las que la amenaza es real, o plausible, pero se convierten en un tremendo obstáculo cuando se manifiestan en el día a día de la comunicación interpersonal en la empresa.

Y sucede. La actitud de recelo, de desconfianza, se convierte en una auténtica muralla para mucha gente, que no se atreve a plantear sus inquietudes delante de sus colegas o sus superiores inmediatos para no tener que pasar por el trance de tener que escuchar determinadas y desagradables respuestas automáticas en tono defensivo (¡no me vengas con esas, ahora!,... ¿por qué me quieres hacer perder el tiempo con estas tonterías?...), ni aguantar gratuitos gestos de rechazo equivalentes al erizamiento gatuno.

Bajar la guardia, es pues un requisito de obligado cumplimiento cuando uno tiene gente bajo su responsabilidad. Si eres mando y pretendes crear un clima de diálogo y confianza mutua, de comunicación sincera con tus colaboradores, muéstrate siempre dispuesto a escuchar a las personas con la atención que merecen. Aunque no te guste lo que vayas a oír.

¡Feliz lunes!

Si quieres leer algunos post anteriores, puedes dirigirte a mi blog personal: www.ignasicastells.com

Matilde Martínez Hidalgo

Traductora-Intérprete/ Profesora de alemán

7 años

Al no saber el motivo de su actitud, creo que habría que ser tolerante.

Magda Rodríguez Camuñas

Delegada Cataluña en OPENET ICS

7 años

Yo creo que parte mas de las sensaciones que te aporta la otra persona. No os ha pasado que en alguna ocasion, solo la presencia de una persona te es desagradable de por si?

✔ Carlos Andrés Pérez

Experto en Transformación Digital

7 años

En mi opinión este tipo de actitudes tienen su origen en la inseguridad o la ansiedad. Si bien cuanto más insegura es una persona mayor probabilidad de que tenga un comportamiento violento, en el caso de las personas que sufren ansiedad se trata más bien de un mecanismo de autodefensa. Las personas con ansiedad son difíciles de tratar pues a menudo tienen este tipo de comportamientos, pero no son malas personas, al contrario generalmente son magnificas personas atrapadas por sus miedos. He ayudado a muchas personas que sufrían ansiedad, y cuando comprendes su sufrimiento y aprendes a tratarlas son realmente agradecidas. Para mi, lo importante no es lo que hace la gente sino por qué lo hace.

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