MAMÁ NOËL

Estamos en la cocina de una casa. Mientras el padre hace la cena, su hija está dibujando en la mesa. De golpe, la niña pregunta:

__ Y… ¿es chica?

_ ¿Quién cariño? Responde el padre

_ Papá Noël.

_ No.

_ ¿Y el Olentzero?

_ Tampoco.

_ Y ¿y Los Reyes Magos… son chica?

_ Pues… no.

_ Y ¿por qué? _Pregunta ella.

El padre se queda con cara de que le han pillado a contrapié.

_ Pues… no sé Miamor. _Disimula diciendo que no sabe, pero sí sabe.

Cartela

Porque calidad de nuestra sociedad en el futuro, depende de la calidad de las preguntas que nos hacemos hoy. Pregúntate ¿Qué puedes hacer tú?

Volvemos a la estancia.

_ Hagamos una cosa, un poco diferente… _dice el padre, mientras se acerca y se sienta al lado de su hija con un boli y un folio.

Éste se pone a escribir (sin que lo veamos) diciendo en voz alta…

_ Querida Mamá Noël ...

 . . .

Esta historia contada en forma de spot es una historia real. Ese padre soy yo y esa niña, es mi hija Emma. Que con 3 años, hace que reflexione cada día, como nunca en mis 10 años siendo creativo publicitario.

Esta experiencia personal, más allá de la idea, es una llamada a cuestionarnos los patrones heredados. La sociedad avanza y debemos abrir los ojos a ciertas realidades que nunca nos hemos cuestionado. Que las damos como hechos inmutables. Existen cosas que quizá no podemos cambiar de golpe, pero como individuos comprometidos con un futuro mejor, uno por uno, debemos ser conscientes de que es el momento empezar a trabajar, de equilibrar la balanza, y de hacer un esfuerzo por crear paridad en la representación de la figura femenina en nuestra sociedad, en la cultura, en nuestras costumbres y en la percepción de los roles de género.

No se trata de que ahora debamos inventarnos a Mamá Noël o a Las Reinas magas. Eso es una equivocación. Lo que sí sería un acierto, sabiendo todo lo que arrastramos de otras épocas, es que la nuestra se recordara como la que equilibró la balanza, dando más visibilidad a las mujeres como referentes positivos para otras futuras mujeres y para otros futuros hombres. No solo en ámbitos profesionales sino en aspectos más cercanos, más cotidianos, más caseros y, en el fondo, más trascendentales, porque son los que afectan a la forma de entender el mundo de nuestros hijos.

Quién sabe si, quizá, el mejor regalo que le puedes hacer este año tu hijo o hija, no lo va a encontrar debajo del árbol o junto a la chimenea, sino dentro de tu cabeza, en forma de renovada perspectiva.