Mató a su abuelita por escaparse un fin de semana a la playa.
A pesar que el título pueda parecer un encabezado de un periódico chicha, esta historia además de anecdótica fue muy, muy real.
Ocurrió hace tiempo, cuando era Supervisora y trabajábamos atendiendo público de lunes a sábado a medio día.
Un miércoles de verano, nuestra Anfitriona (una practicante de 18 o 19 añitos, una niña), recibió una llamada inesperada en horas de la tarde donde le decían que su abuelita estaba muy enferma y había sido hospitalizada. Como comprenderán, inmediatamente se retiro del trabajo rumbo al hospital.
El jueves nos llamaron para indicar que la abuelita, lamentablemente, había fallecido. Nos pusimos las pilas para hacer una colecta y mandarle un arreglo en nombre de la Tienda. En paralelo, la secretaria de ese entonces llamó a su casa para que nos facilitaran la dirección donde se llevaría a cabo el velorio para el respectivo envío floral y la visita de rigor.
Al rato, la secretaria se me acerca y me dice, -Tengo algo serio que contarte-. -¿Qué pasó? – Pregunto. Y, ahí, me suelta todo el rollo.
Con todo el horror reflejado en su rostro me empieza a contar que llamó a la casa de la Anfitriona y le contestó su mamá. Al preguntarle por la dirección del velatorio, la mamá desconcertada pregunta -¿Qué velorio?-. -El de la abuelita, por supuesto- Contesta la secre.
Varios segundos después la mamá reacciona y contesta -Mi mamá está muy bien y no se de qué velorio me habla-.
En ese momento, la secretaria mosca le dice que seguramente se ha confundido y le pregunta donde podría encontrar a su hija. Y la señora muy inocente le dice -En la playa con su enamorado y amigos-. ¡PLOP!
Al escuchar a la secre me quedé fría e incrédula de cómo esta niña había sido capaz de inventar una historia así, cómo podía a sangre fría haber matado “hipotéticamente” a la pobre abuelita para poderse ir a la playa desde el jueves y regresar el lunes y creer que nadie se enteraría y todo pasaría suave. Obviamente, se lo comuniqué inmediatamente a mi jefe, el que también quedó indignadísimo con la noticia. Y ya se imaginarán que la niña no tuvo mucho futuro en la empresa.
No puedo evitar mencionar que he contado esta historia muchas veces por lo increíble y anecdótica; aunque no me acuerdo del nombre de la protagonista (menos mal).
Si trasladara esta historia a un caso de Gobierno de Personas (excluyendo una posible patología de la niña en mención, lo siento, pero ¿Quién se atreve a matar a su abuelita, aunque sea de mentira?), lo primero que tendría que preguntarme es ¿Cuál es el problema? Y quizás muchos pensarán, como yo en ese entonces, que el problema era la niña, sus valores, etc. Y puede que en parte tengan razón. Pero ese no es el único problema, o no el más importante.
Entonces me preguntaría ¿Por qué la niña armó toda esa trama (incluidas las amigas que llamaron a la oficina para anunciar la hospitalización y posterior muerte de la abuelita)? Obviamente, porque quería pasar un fin de semana extenso en la playa con el enamorado y los amigos.
Pero, además de lo obvio, creo que tendría que considerar otras variables: El horario de la Tienda era de 6 días a la semana y era imposible disfrutar de un fin de semana completo ese verano; o, porque no me tenía la suficiente confianza para pedirme permiso; o, simplemente porque estaba segura que le diría que no. Y, lo peor, ¿Cuántos chicos más también querían ir a la playa un fin de semana completo y ni siquiera se atrevían a pedirlo?
De otro lado, ¿Qué hubiera pasado si me pedía permiso para ir a la playa por 4 días?. Siendo sincera, le hubiera dicho que no.
Entonces, aquí había un problema serio de comunicación, de liderazgo.
Con el tiempo aprendí que las cosas no son blancas o negras, que uno debe aprender a escuchar, a manejar los matices y que podría haber muchas soluciones para evitar que una historia como esta vuelva a repetirse. Y aquí, mi profe de GP de la maestría, luego del análisis respectivo me pediría mi Plan de Acción (concreto y sin mucho palabreo). Para comenzar, reuniones periódicas (no cada tres meses, por favor, no. Eso no sirve. Mínimo cada 2 semanas o cada 4), para sentarse con el grupo y escuchar sus requerimientos, sus ideas, sus necesidades. De hecho, ahí hubiera salido el tema de la playa y otros más.
Aquí, la idea es mantener los canales de comunicación de ida y vuelta abiertos, que el personal pueda expresar sus inquietudes de manera directa y franca, auspiciar las reuniones periódicas con todo el personal, saber y reconocer los anhelos y necesidades de las personas que trabajan con nosotros y; según ello, aplicar un Plan de Acción de lo que está en nuestra cancha y se puede resolver.
Para concluir, según Linkedin las últimas tendencias que primarán en el 2020 piden mayor personalización en los trabajos para lograr un mayor “engagement” de parte de los colaboradores y también de las empresas.
Se habla que habrá cada vez más compañías que adopten una Cultura que haga sentir al personal reconocido, entendido y que empezaremos a ver estrategias del área de Recursos Humanos orientados a la “flexibilidad inteligente”.
Y para ello, es importante lograr “conectarnos” con nuestro trabajo, nuestros colaboradores y nuestros Clientes.