Mayores de 65 años en grupos terapéuticos

Mayores de 65 años en grupos terapéuticos

Como resultado de los cambios acontecidos a raíz, del aumento de la esperanza de vida, de la dilatación de la capacidad de aprendizaje a lo largo de toda la vida, de la certeza que los psicofármacos, no son una solución eficaz, sino van acompañados, de un tratamiento terapéutico ha sido posible, el surgimiento de nuevas e interesantes iniciativas.

Un buen ejemplo, son los grupos terapéuticos para mayores de 65 años.

La propuesta se desarrolla en el marco de la psicoterapia grupal desde una orientación analítica. Se trata de una experiencia clínica, dentro del ámbito de la salud pública, la cual facilita cambios en la cualidad de vida, de las personas mayores e invita a movilizar el deseo de vincularse y formar grupos de iguales más allá del grupo terapéutico.

El grupo terapéutico permite el encuentro entre iguales por lo que refiere al momento vital y también a ciertas características que hacen entrever que los miembros del grupo comparten experiencias, sentimientos y pensamientos sobre los sucesos de la etapa vital en la que se encuentran.

El grupo habla, expresa, comparte, moviliza y conecta. Permite tomar contacto con pensamientos que no se suelen compartir o expresar dentro del circulo familiar o dentro del circulo de amigos. La idea es crear un espacio donde propiciar que el grupo, a partir de una posición activa, pueda pensarse, generando ideas que se van a materializar en la relación, en tiempo presente. La vía principal es la transferencia positiva con los demás miembros del grupo, el/la terapeuta y el/la observador/a.

La metodología parte de los principios básicos del psicoanálisis: La libre asociación de ideas, el insight y la interpretación, con la finalidad de estimular la significación de la propia experiencia a partir de lo que esta pasando dentro del grupo, en tiempo presente.

El grupo vincula, sostiene, elabora y sobretodo estimula el pensamiento. Facilita una reflexión más profunda, actuando como amplificador del mundo interior. Permite la manifestación de sentimientos, angustias y miedos que al ser sostenidos por el grupo pueden ser pensados ligando afectos y palabras, como una manera de ir tejiendo la propia experiencia vital.

La etapa de la vejez, entre otras muchas cosas, también ofrece la posibilidad de reflexionar sobre el hilo vital, reparar los descosidos, elaborar los duelos, todo lo que se va dejando atrás y porque no, continuar tejiendo nuevas experiencias vitales. Las cuales permitan un sentimiento positivo, a partir del cual significar e integrar, los sucesos vitales que se han hilado a lo largo de los años. Pensar en lo que se lleva uno de las experiencias vividas, de las relaciones personales y también, permitirse pensar qué se llevaran los demás, como legado emocional. La huella única e insustituible que dejamos inscrita, en el mundo interior de las personas a quienes amamos.

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