¿Me notaste hoy? El ambiente te habla.
Por: Sigrid Martínez Picado
Te levantas por la mañana y haces lo de costumbre, una inspiración profunda seguida por una exhalación que deja saber al mundo que ya estás despierto y estás listo para otro día. Te levantas de tu cama y abres las cortinas, a lo lejos la cordillera te saluda, empujas la ventana y el viento fresco de la mañana acompañado con miríadas de tonos de las aves que brincan entre los árboles de la vecindad te dicen buenos días.
Tu mañana continua como de costumbre un pequeño refrigerio y ya con los zapatos de correr puestos y ropa cómoda te fuiste al parque a darle unas vueltas a la pista mientras tratas de acomodar tus pensamientos y relajarte antes de empezar un nuevo día de trabajo. El periódico te recibe en la puerta y la ducha te llama. Después de un rico desayuno con un poco de fruta, gallo pinto y café, agarras tu botella de agua, buscas tus llaves e inspiras profundamente, viene lo menos positivo de tu día el dirigirte al trabajo y lidiar con las presas interminables.
Reuniones aquí y allá, responder algunos mensajes, enviar otros, sentado frente al computador diseñando nuevos proyectos y haces una pausa para comer un casado en la soda de doña María. El día se fue volado y de nuevo rumbo a casa; de camino, te entró un mensaje que dice “te envié algo interesante, revisa tu correo”.
Después de ponerte cómodo revisas tu bandeja de entrada y encuentras un correo cuyo asunto dice “Me notaste hoy”, con curiosidad lo abres y empiezas a leer.
“Me notaste hoy”
No sé si te habrás dado cuenta, pero desde que te despiertas hasta en este preciso momento te he acompañado en cada una de tus actividades. Sé que aunque no me reconoces en todas las cosas que haces te hago bien, porque soy el aire que respiras, el agua que bebes, los alimentos que consumes, las aves que escuchas, los árboles y las montañas que ves soy el Ambiente.
Los servicios necesarios para tu vida son los que yo te doy, sin ellos no puedes vivir, desde el momento en que naces estarás ligado a lo que yo proveo, necesito que te salgas del trance de la banalidad del momento y que te des cuenta de que tus acciones son importantes para mí, esto es un llamado urgente de acción, para que primero que todo, notes que, si no hay balance, tu calidad de vida será afectada también.
Existe en este momento más que nunca en la historia la necesidad de que vos cambies de paradigma, que dejes de verme a mí como algo no relacionado a tu buen vivir, si la calidad de lo que yo proveo se denigra, igual pasará con todo en tu vida empezando con el aire que respiras; algunas grandes ciudades en India y China son testigos fieles de esto y las noticias del mundo comparten esta mala nueva.
En ocasiones notas que la cosa no va bien, cuando escuchas el bullicio interminable y el humo de los carros te sofoca, cuando ves grandes cantidades de residuos tirados, siendo utilizados como insumo de protección en muchos casos por los que viven en las calles, cuando ves que se desperdicia agua en las tuberías rotas, y las luces se mantienen prendidas, aunque no sean necesarias. Pero a pesar de todo esto, inhalas fuerte y piensas no es mi problema y no lo puedo resolver.
Pagas por el agua y la luz, además de la gasolina que usas, pero, ¿usas lo que realmente necesitas?; comprendo que comes muchos productos de la tierra, pero, ¿están estos envenenando la tierra y a los que de ella se alimentan?; veo que todo lo que usas está envuelto en un sin número de materiales, ¿es esto realmente necesario? No es posible que sigas negando que necesitas de los recursos que brindo, absolutamente todo lo que ves, todo lo que ha sido construido por el hombre se relaciona conmigo, en alguna parte de su proceso de elaboración, se han requerido insumos naturales para su elaboración, no importa si son metales, carbón, plásticos, papel o sus derivados, ropa, materiales de construcción, todo proviene de mí.
Necesito que escuches lo que te digo y que empieces, ya mismo a ponerme atención, así como lo harías con todas las otras cosas que haces o dejas de hacer que merecen toda tu concentración. Esto tiene un imperativo vital y bastante particular, si no lo haces, tu bienestar será afectado. Las actividades más triviales de tu día a día pueden ser las primeras afectadas.
Cuestiónate la forma en que utilizas los recursos, el agua, la luz y el gas, éstas son muy sencillas de monitorear; siéntate y plantea los pros y los contras de disminuir su utilización, consume productos orgánicos, son mejores para tu salud y no envenenan los suelos, escoge productos con empaques amigables y aprende a seleccionar y manejar tus residuos.
Ya te diste cuenta de algo cierto, Eureka!, muchos de estos cambios te beneficiarán económicamente porque disminuirán tus costos, tal vez eso sea importante para ti, o tal vez lo sea el futuro de los niños que vienen de camino, cuya herencia son los recursos que proveo. Piensa en lo fabuloso que se siente caminar por el parque, respirar, ver a las mariposas revolotear entre las flores o escuchar a los pájaros cantar, acuérdate que rico se siente estar cerca del río solo para oírlo correr sobre las rocas, todo eso tiene otro tipo de valor y su precio también debe de ser considerado en el momento en que decides como seguirás desarrollándote a ti y a lo que te rodea.
No se necesita que cambies de forma radical tu estilo de vida, lo que se necesita es que tengas conciencia, sobre las actividades y compras que realizas, y la forma en que todas estas cosas te afectan, y afectarán en tiempos cercanos a la población de este planeta. Vale la pena hacer cambios, cada pequeña acción cuenta. Te pregunto: ¿Cuál es el precio que le das a tu bienestar?, ¿vale la pena invertir atención, conocimiento, tiempo y ganas en prolongar por cientos o miles de años los placeres que te doy por la comodidad y conveniencia de todos en el presente y en un cercano futuro?; te invito a que me notes pero también a que actúes y que compartas de forma personal mi mensaje con otros que todavía no aprecien mis bondades, el cambio lo haces vos y espero que recuerdes mi pregunta ¿Me notaste hoy? y que reverberaré en tus oídos al final de cada jornada y que cuando respondas lo hagas con un contundente Sí.