Meta no es el metaverso

En los próximos años, muchos atarán el destino y las perspectivas del metaverso al éxito (o fracaso) de Facebook - ahora: Meta. Se trata de un craso error; tal vez el metaverso sea clave para el futuro de Facebook, pero lo opuesto no es cierto: aún sin Meta habrá metaverso.

Cuando una de las empresas más grandes del mundo le apuesta con tanta fuerza a una nueva visión, es correcto que atraiga atención; el rol de Meta en nuestras vidas es tan grande y profundo que a todos nos interesa su visión, ya que esta determinará sus inversiones y los servicios venideros de los cuales en gran medida seremos usuarios. Pero no perdamos de vista que Meta se está montando a una visión más articulada que existe desde antes de su rebranding. Jugarán un rol muy importante en la evolución de "la vida en digital" pero ni serán los únicos ni podrán por si solos decretar el éxito o fracaso del metaverso. Ni más faltaba.

Otra cosa es la consideración opuesta: ¿qué pasa con Meta si sus servicios y/o hardware terminan no jugando un rol clave en el escenario que eligieron para definir su identidad? Nada bueno. Las malas lenguas ven la nueva marca como una "cortina de humo" para desviar la atención de las crisis de confianza que atravesaba Facebook ("atravesaba"... ¡Por lo visto hasta yo caí en la trampa!); en la política muchos se preguntan si su rol es positivo para la democracia, mientras que el liderazgo de Zuckerberg también es cuestionado.

Elegir el metaverso como "estrella polar" es una decisión valiente: faltan mucho años antes de ver ingresos billonarios por allá y a la Bolsa le gustan los resultados trimestrales. Las cosas pueden ir bien; pero también hay un escenario a dos o tres años con Meta particionada en diferentes negocios, un nuevo CEO y un cambio de rumbo etsratégico hacia X oY.

Pase lo que pase, recordemos que Meta no es el metaverso (por más que quisiera serlo).