Metro València ¿-gate?
Allá por 2017, después de terminar la carrera de criminología, trabajaba en una cafetería por la zona de Patraix (Valencia). Había un hombre muy amable que venía casi todos los días a desayunar. Tenía una leve cojera, y no escuchaba muy bien, así que de vez en cuando hablaba un poco alto. Un día, después de preguntarle qué tal estaba el café, me dijo que no me podía decir porque perdió el sentido del olfato y el gusto después de un accidente que tuvo hacía años. Con un poco de vergüenza, el máximo respeto y la curiosidad que me caracteriza, le dije “¿de coche?” Y él me contestó: “no, de metro”.
3 de julio de 2006, yo tenía 11 años. Es curioso, porque recuerdo el atentado en el metro de Atocha de 2004, pero ni siquiera sabía que en Valencia; en la línea 1 de metro; en la parada de Jesus (la misma que yo usaba para ir a trabajar), hubo un accidente de metro 10 años atrás. No le di mayor importancia, para ser honesta, simplemente me extrañó no recordar un suceso tan importante que ocurrió tan cerca de mi.
Hoy, 7 años después, en una calurosa tarde de domingo descubro en Netflix “La estrategia del silencio”, un documental que habla sobre el accidente de metro de Valencia. Empiezo a entender, de repente, por qué no sabía que hubo un accidente de metro (el más grave que ha habido hasta la fecha en Europa) en mi ciudad. No quiero pararme a desgranar los matices de este suceso, ni tampoco quiero caer en la espiral de impotencia y rabia que despierta en mi la indiferencia del gobierno valenciano de la época ante el dolor de las familias y las víctimas. Quiero hablar de Andrés Cortabitarte.
Cortabitarte es un apellido que me sobaba… No sabía muy bien de qué. Este nombre aparece en los primeros minutos del documental: él fue elegido como perito en la investigación de este accidente. En su informe afirma que el único responsable del accidente ocurrido el día 3 de julio fue el maquinista, que circulaba con exceso de velocidad. Como internet existe y tengo tiempo libre, pues paro el documental y busco en google “Andrés Cortabitarte”, y la primera entrada que aparece reza “El fiscal del juicio del Alvia retira la acusación contra Cortabitarte, el exjefe de Adif” del 20/06/2023. ¿Qué? ¿Adif? ¿Vigo? Ya recuerdo de qué me sonaba ese nombre, del accidente del Alvia en Galicia en 2013.
Respiro hondo y pienso: “es mucha casualidad”. Sigo leyendo y me quedo fascinada con las declaraciones de Cortabitarte en el juicio contra el maquinista de Alvia: “El exjefe de Seguridad de Adif, Andrés Cortabitarte, ha cargado toda la responsabilidad del descarrilamiento del tren Alvia [...] sobre el maquinista. El ex alto cargo de Adif ha defendido que la causa del accidente en el que murieron 80 personas se debió, únicamente, al exceso de velocidad de Francisco José Garzón Amo.”.
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Vaya. Pareciera un déjà vu, pero no. O este señor tiene muy mala suerte, o aquí falla algo. Dos curvas, dos accidentes, una misma causa y un culpable claro. Otra cosa en común en ambos casos: “la empresa no es en absoluto responsable del accidente”. Y se repite la historia: víctimas y familiares obligadas a dejar de lado su dolor para exigir justicia, de nuevo se demuestra que la investigación del accidente no fue correcta ni independiente. Y para colmo este señor queda absuelto de cualquier responsabilidad penal.
El otro día leía un artículo del Professor Juan Enrique Soto Castro que reflexionaba sobre aquello que nos impide delinquir ¿Por qué no delinquimos? En este artículo habla sobre ese imperativo que algunas personas tenemos en nuestro interior que nos empuja irremediablemente a hacer lo “correcto”, a ser “honrados/as”. Pensándolo bien, pienso que hoy en día hacer lo correcto está infravalorado. Realmente no existe ningún aliciente para hacer las cosas bien más allá de la ausencia de malestar que te produce hacer lo que sabes que debes hacer. En este país si no te aprovechas del prójimo eres un “pringao”; si no defraudas a hacienda un “tonto”, y, como dicen, “hecha la ley hecha la trampa”.
Está claro que hay una gran diferencia entre no declarar el IVA y causar la muerte de cientos de personas o encubrir a los/as responsables. Pero en ambos casos, las personas que hacen estas dos cosas tan distintas, no se sienten culpables, y por supuesto seguirán haciéndolo hasta que alguien las detenga. Según Mario Piñeiro, fiscal en el juicio del Alvia, aún no es el momento para Cortabitarte. Esperemos, por el bien común, que a nadie se le ocurra “contratarlo” de nuevo para un puesto relacionado con la seguridad en el sistema ferroviario.
Mañana se cumplirán 17 años de la tragedia en la línea 1 de metro en Valencia, y solo 20 días después 10 años de la sucedida en Santiago de Compostela. Espero que las familias de esas 123 personas hallen algún día consuelo en la justicia.