Mi abuelo era CircAdiano
Esta es la historia de un hombre llamada Blas López y que vivía en un pueblo de la provincia de Jaén llamado Villanueva de la Reina. La historia transcurre a principios del siglo pasado.
Mi abuelo se levantaba cuando aparecían los primeros rayos de sol, mas o menos sobre las seis de la mañana en verano y posiblemente algo más tarde en invierno. Se lavaba y tomaba su desayuno, solía ser completo ya que el día por delante era duro.
Desde donde vivía hasta la finca donde trabajaba el campo lo realizaba andando y lo cual alguna hora se le iba. El trayecto lo hacia abajo la atenta mirada del sol y su luz azulada matinal que le hacia despertar.
Aunque mi abuelo no era conocedor, de que la primera claridad del día producía en el cuerpo que este inhibirá la producción de melatonina, si sentía que levantándose a esa hora y caminar hasta su lugar de trabajo, el día transcurrirá muy bien.
Los rayos de luz que recibía, efectuaban en el como un despertador y llenaba su cuerpo de energía. Una vez llegado a su lugar de trabajo, mi abuelo se ponía manos a la obra, arrabá, podaba, plantaba olivos y vareaba a los que ya tenían aceituna.
Se tomaba su descanso y a eso de media mañana se comía algunos higos. Para el almuerzo, sentado bajo el sombrero que le proporcionaban los olivos, comía de los productos que el cultivaba; verduras en su mayoría ya que la carne es su época, era casi un artículo de lujo.
Su comida siempre la realizaba sobre la una de la tarde y solía después echarse una pequeña siesta no más de 20 minutos, sabiendo que todavía le quedaba trabajo para la tarde. Una vez despierto continuaba con sus labores en el campo, tenia calculado cuando anochecería para así poder dejarlo y volver caminando de nuevo a casa.
En ese camino de vuelta a casa con mi abuela y sus hijos, la luz del crepúsculo del sol, las recibía su cuerpo ya cansado, ese color anaranjado que me contaba que le parecía algo maravilloso. El no sabia que esto en nuestro organismo le indica que la glándula pineal debe comenzar a producir melatonina. A su llegada a casa, se lavaba y se preparaba para cenar.
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En ese momento, conversaba con mi abuela el desarrollo del día, la hora de la cena era más o menos sobre las ocho. Después de cenar, sobre las ocho y media, sacaba una silla a la calle y conversaba con sus vecinos y amigos, donde las anécdotas y chascarrillos eran los actores principales, de esta manera mi abuelo tenia su dosis de vida social a diario.
A estas horas, como veréis la iluminación en aquella época, era a través de candiles o velas. Esta iluminación era excelente para que nuestro cerebro produjese melatonina. Mi abuelo le encantaba esta parte del día. Se acostaba sobre las diez y media.
Mi abuelo, no sabía, pero su reloj interno estaba en hora. Sus ritmos circadianos estaban muy bien sincronizados con los sistemas exógenos (la luz, contacto social, actividad física, alimentación correcta con alimentos sanos). Sabia que debía descansar bien, para que al día siguiente estuviera pletórico, sabía que el ejercicio físico era bueno para el cuerpo. Comía a la hora correcta y con productos de proximidad (los que el cultivaba) y que una vez creo al mes comían carne. Mi abuelo era un buen CircAdiano.
En la actualidad, la electrizante velocidad de los días nos consume y nos desvía de lo importante (descanso, ejercicio y alimentación) o incluso algunos se olvidan y le dedican mucho tiempo al trabajo y se vuelven sedentarios y sin horarios. Esto produce un desajuste y que nuestro reloj interno y por tanto las células que controlan todo lo que sucede en el cuerpo, se desajuste.
Aquí puede ser la causa de muchos problemas anímicos, emocionales y de salud en general. Deberíamos <<Reaprender>> lo que mi abuelo de forma natural y sencilla ya sabia lo que era bueno para su cuerpo y su vida.
Todos tenemos la capacidad personal para entrar en sintonía con el cuerpo y alinear el reloj corporal con su ritmo circadiano natural y por tanto vivir con salud, con energía y felicidad el resto de tu vida.
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