A mi colega, experto en seguridad, le deformaron la cara a golpes (2da entrega)

Todo un experto, máximo responsable de la seguridad en la corporación donde formaba equipo de trabajo, junto con las demás unidades de negocio. Tenía una gran cantidad de horas en charlas dictadas sobre seguridad personal, pero como suele sucedernos a todos, una emoción descontrolada le complicó las cosas.

Esa noche, mi colega estaba llegando a su casa cuando fue interceptado por otra camioneta parecida a la suya. Tres sujetos con la cara cubierta, portando armas de fuego, lo conminaron a bajarse del vehículo haciendo señas con sus manos. No querían llamar la atención de los vecinos.

Como no era blindada, no le quedó más remedio que bajarse calmadamente, subiendo sus dos brazos. Rápidamente el delincuente que estaba más cerca, se aproximó para subirse al asiento del conductor. Como mi colega estaba aún al lado de la puerta, recibió un fuerte empujón para que se separara y le abriera espacio al delincuente, lo siguiente que él recuerda es que “mágicamente” apareció en la sala de emergencias de una clínica, con la cara deformada y sangrando por los golpes que recibió. Luego supo que aquel empujón fue el activador de su rabia, y desde la rabia golpeó al delincuente para luego recibir una paliza de parte de los demás. Afortunadamente no quisieron hacer ruido y no le dispararon.

La emoción condiciona la forma en cómo interpretamos los eventos que nos acontecen. Dependiendo de nuestra emocionalidad, vamos a interpretar de una forma o de otra y a reaccionar en consecuencia. Así somos todos los seres humanos y no es un acto consciente, no en todos los casos, y realmente se requiere de mucho entrenamiento para detectar una emocionalidad, controlarla y cambiarla por otra apropiada.

En situaciones de alto estrés, cuando el riesgo de perder la vida es real y debido a que hay poco tiempo para razonar, se imponen los actos reflejos como forma de reacción. ¡Es que no sabemos cómo vamos a reaccionar! ¿Han escuchado antes ese comentario? Pues lo que yo propongo es que aunque no suceda de la misma manera para todos los seres humanos, en todos los casos, a través del entrenamiento –adecuado– sí hay la forma de tener una idea de cómo podemos reaccionar.

Para lograrlo, antes debemos construir redes neuronales robustas que almacenen una amplia gama de recursos de supervivencia, que luego, cuando llegue ese momento de alto estrés, también fluirán como actos reflejos, pero con un resultado mucho más ecológico, de mayor preservación para nuestra vida, mitigando el riesgo real de perderla.

En las próximas entregas estaremos conversando sobre:

• Tomando en cuenta los retos actuales y la movilización dinámica de las corporaciones para aprender de ellos y superarlos: Hasta qué punto se hace imprescindible que los líderes del área de Seguridad, fortalezcan sus competencias blandas y aprendan sobre el potencial del ser humano, más allá de la perspectiva tradicional de la seguridad.
• Elementos que propongo para que una charla de seguridad personal sea exponencialmente eficaz y eficiente, desde una perspectiva holística (bio-psico-socio-espiritual).
• Mi propuesta personal para el entrenamiento preventivo: El Kata Mental®©