Mi terroir
Nunca me he considerado de ningún lugar, soy un poco de aquí y un poco de allí. Más bien, estoy hecha de experiencias que he vivido y he compartido. De las personas que me han hecho sentir, aprender y emocionarme. Creo que mi vínculo con ellas va a ser de por vida y todo eso es mi hogar. ¿De dónde eres? Me preguntan. Y dependiendo de dónde esté, mi respuesta cambia totalmente.
En mi pueblo, uno del interior de Castellón, se solía preguntar: ¿y tú de quién eres?
No mal encaminados si conocían a tus antecesores rellenaban el hueco con una rama más para el árbol genealógico del pueblo con su ligera idea de cómo eres. Hay una estrecha relación entre lo que somos y de donde venimos y nuestros abuelos eso lo tienen claro.
En un mundo poco globalizado no cabía la pregunta de “de dónde eres” si te encontraban comprando en el pueblo. Lo lógico era buscar el parentesco más cercano para definir una idea aproximada de tus raíces familiares para preconcebir tu imagen.
-Soy la nieta de Manuel el Terròs. Y no hacía falta decir nada más. Su afirmación aprobaba mi linaje familiar y demostraba una vez más que mi familia era hornada y trabajadora. Y de repente, me convertía en la mujer más bondadosa del mundo, solo después de mi madre y de mi abuela. Es lo que me ha tocado y parecía ser que mis vecinos lo valoraban como algo muy positivo. Depositaban en mis hombros unas expectativas que con el tiempo, y sobretodo la distancia, entendería que no son para nada mías. Evolucionada. Con un poco de aquí y un poco de allí. Regida por los recuerdos de mi familia barcelonesa, unos que encendieron algunas brechas que apenas conocía, comencé a rellenar huecos que ni sabía qué existían. Y así, me vienen a la cabeza muchas experiencias que puedan definirme. ¿Por qué limitarse a una simple categorización geográfica?
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Hay una palabra que me encanta y es terroir, que sería el equivalente al ¿y tu de dónde eres? sumado al ¿y tú de quién eres? del vino. Esta categorización no describe solo la procedencia geográfica, es la unión entre el territorio y su gente. Es la simbiosis que se crea entre el paisaje y su pueblo tras años de adaptación. Creo en la sinergia y el vino es un ejemplo de ella. Cada creación es la máxima expresión del terroir en tanto a que el resultado final es tan complejo como lo son sus vecinos y la tierra.
Hablar de Denominaciones de Origen sería cosa del pasado igual que el ¿Y tú de dónde eres? En un mundo tan globalizado y al mismo tiempo individualizado no cabe la idea de pensar en categorizaciones tan generalistas como una D.O. Cada campo, cada viña, incluso cada cepa son únicas. Y si le sumas que cada campesino, cada bodeguero, los enólogos son personas muy distintas entre sí, ¿no?
Existen los vinos de pago, vale, también los de parcela. Incluso se comienza a hablar de vinos de pueblo. Esta última categorización es tan reciente como curiosa. Josep LLuís Perez Verdú, considerado uno de los fundadores de los vinos del Priorat (Mas Martinet) considera que los primeros vinos de pueblo que se hicieron fueron los realizados en la población de Porrera, Priorat. DOQ Priorat, de mis favoritas.
El vino merece una categorización que respete su complejidad. Las DOs son marcas registradas que intentan describir las características generales de un vino para delimitar su calidad, pero se quedarían cortas en el preciso momento en que pensamos el vino como el reflejo de la simbiosis entre el pueblo y su tierra. ¿Acaso se prepara la misma paella en tu casa que en la de los vecinos? También os diré que los de Castelló están empeñados en conseguir la D.O. que la cosa ya va de hace muchos años, los mismos que se suman a la calidad y evolución de los vinos. Con lo fácil que sería organizar una campaña arregladita para potenciar la marca Castelló, todo un territorio gastronómico y de pueblos por explorar. Tiempo al tiempo, como los vinos de guarda.