Minería, sostenibilidad y economía circular
La industria de la minería en Chile es reconocida no solo por su contribución a la economía (representa cerca del 13,1% del PIB, 14,3% de los impuestos recaudados y significó el 60% de las exportaciones entre los años 2007 y 2017), sino también por sus externalidades, que afectan el entorno y el medio ambiente.
Sin embargo, es importante relevar los desafíos a los cuales se ha enfrentado esta industria en escenarios de mayor complejidad, tanto por la creciente escasez de agua y la baja ley de los minerales, como también por la mayor sensibilidad de las comunidades.
El uso del agua en la industria de la minería, considerado como insumo estratégico y cuyo consumo alcanza aproximadamente el 3% del total de agua consumida en el país, ha ido en aumento. Dentro del tipo de fuentes, la industria minera ha acrecentado en forma importante el uso de agua recirculada (agua reinyectada al sistema) y agua de mar. Ello incide directamente en un menor uso y dependencia del agua continental, es decir, la proveniente de ríos, lagos, llanuras de inundación, reservas, humedales y sistemas salinos de interior.
También, en forma muy destacable, es posible resaltar innovaciones en los sistemas de extracción de agua que han permitido ahorros significativos. Tal es el caso de la empresa de Iquique, Neptuno Pumps, que diseña y manufactura bombas centrífugas de alta eficiencia para la industria minera y que ha demostrado, a través de sus productos, que sí es posible la transición y reemplazo de una economía lineal hacia una economía circular.
Desafíos como este deben formar parte de la agenda de la industria minera, donde el compromiso por generar condiciones de menor uso de agua continental y aumentar el agua recirculada y el agua de mar deberían constituir el “deber ser” de la industria; no solo por el ahorro financiero, sino también por minimizar los impactos medioambientales.
Por otro lado, el impacto de baja ley de los minerales sobre uso de agua es una amenaza creciente a la cual se enfrenta la industria. A medida que baja la ley, el uso de agua se incrementa, por tanto es necesario enfrentar este escenario con soluciones que comprometan un uso racional y más eficiente del recurso hídrico.
Ahora, el desafío de la industria minera es comprender que el concepto de circularidad puede ser implementado en sus procesos. Partamos de la base que existe una gran cantidad de desechos (roca, emisiones, relaves, agua, lodo, etc...), lo que queda es buscar alternativas para reducir las emisiones, implementar políticas de resguardo y prevención de la biodiversidad (dentro y fuera de las faenas), apostar por un mayor uso de energías renovables, procesamiento de residuos y metales secundarios, procesamiento de la chatarra. Todos estos constituyen apenas algunos de los ejemplos en los cuales la industria ha avanzado, con distintos niveles de compromisos y ejecución.
Ejemplos de circularidad son el uso de la roca de desecho de faenas mineras, como relleno, jardinería, construcción, materia prima para hormigón o cemento e, incluso, su reprocesamiento para extracción de otros minerales. Es decir, podemos encontrar casos como los desarrollados.
Si regresamos al inicio, concebir una industria extractiva como la minería como sostenible es posible, pero entendiendo el contexto de las propias empresas y de la legislación ambiental. Primero, el contexto de las empresas es, por cierto, el primer eslabón en la sostenibilidad. Una empresa comprometida, apasionada y que siente que su actividad productiva impacta sobre comunidades y entornos y que se esmera por minimizar sus externalidades negativas es, sin duda, un primer gran paso para conceptualizarla como responsable socialmente. Sin embargo, esto no es lo único, sino que es necesario que su actividad productiva se desarrolle en esa armonía declarada y que contribuya de manera virtuosa hacia la circularidad, por ejemplo, a través del cero desperdicio, de la reducción de huella de carbono, de infraestructura compartida con la comunidad, de la reutilización, el reuso y el reciclado, etc…
En segundo lugar, desde la perspectiva de la legislación ambiental, los pasivos ambientales mineros siguen como deuda pendiente. Si bien la Ley N°20.551 regula el cierre de faenas e instalaciones mineras, Chile sigue estando atrasado en el manejo de instalaciones, efluentes, depósitos de residuos que han sido abandonados. Es deber del Estado avanzar y hacerse cargo de estos, no solo por las consecuencias que tienen en el entorno, sino por la falta de normativa en estas materias.
Ahora bien, es responsabilidad de todos los actores de esta industria comprometerse activamente, incorporando en sus políticas acciones que contribuyan armónicamente a un manejo y cuidado de sus entornos y del medio ambiente.
Columna originalmente publicada en el diario El Mercurio
Creo conexiones profundas entre marcas y consumidores
6 añosSúper atinados tus comentarios Luis.