MIS GUERRAS, MIS CONFESIONES VI
Eso sí. Les han quedado dos ventanas abiertas ante este doble cierre de puertas. Si en el primer caso se pueden acoger a una cierta idea del islam, en el segundo lo único que recogen es la capacidad de tener poder y ser conscientes de cómo este puede suplir sus angustias existenciales. Es entonces cuando el estado islámico puede ofrecerles las dos cosas que desean a la vez. Una idea del islam, muy sesgada, junto con el poder de la sociedad occidental. Tienen un pack completo. Sentido de la vida a través de la yihad y los medios para lograrlo: mujer, casa, dinero, trabajo, prestigio, etc. Es una oferta muy seductora para alguien que no es nada y no tiene nada. Hemos negado personas y hemos creado mitos. Guerreros que no les importa morir en busca de la inmortalidad a través del recuerdo eterno. Su motor no es otro que la venganza y nosotros somos los destinatarios de la misma.
La preparación, escenografía, montaje, ejecución y reproducción de sus atentados no es sólo un acto de exhibicionismo y narcicismo. Es una barbarie que sólo cobra sentido y tiene valor cuando la sociedad occidental, tan ávida de novedades y productos, consume la grabación con una perplejidad, sorpresa y horror que revaloriza la obra y el artista que la ha ejecutado con tanta perfección y crueldad. Sólo una sociedad materialista y consumista puede poner y dar valor a las acciones de unos jóvenes que había menospreciado e infravalorado. Ellos saben de nuestra debilidad como sociedad porque son sus hijos abandonados que han buscado su suerte y su gloria eterna en una guerra que los hará inmortales. Ésta es su manera de vengarse. No luchan por unos ideales, una causa o una religión. Hacen la guerra para vengarse de haber sido huérfanos dos veces. De la cultura de sus padres y abuelos y de la cultura donde nacieron y crecieron. Este doble desarraigo, este doble vacío, este doble abandono los hace tan vulnerables que son capaces de cualquier cosa.